La relación matrimonial, por su naturaleza íntima y de profundos desafíos ante la vida, es una de las relaciones más expuestas al desgaste y al peligro de su propia destrucción.
La relación de pareja, como cualquier otra, actúa como un cuerpo u organismo que debe ser alimentado a través del corazón y del sistema de venas y arterias que llevan la sangre con nutrientes a todas las células, por lo tanto llegamos a la siguiente conclusión: debemos nutrir la relación con buenas palabras, con pensamientos positivos, con actitudes sinceras y con mensajes claros y específicos.
La comunicación positiva es una función de contacto y de nutrición, por lo que cuando deja de practicarse, sólo se envían toxinas y elementos de desecho y como consecuencia, la relación comienza a morir.
Las quejas, los reproches, las actitudes culpadoras y el hecho de no disfrutar lo que se hace conduce a un estado mental negativo que se expresa, invariablemente, en el rostro y en el tono de voz, en las actitudes corporales y en la emisión de energía negativa hacia el entorno; ¿Qué relación de pareja podría sobrevivir en tales condiciones?
La comunicación positiva debe practicarse, en primer lugar, consigo mismo, hablándose y diciéndose mentalmente pensamientos positivos. El siguiente es un buen ejemplo de lo que uno puede decirse a sí mismo para crear en sí un estado de ánimo positivo: “He decidido estar y mantenerme en un estado mental positivo, alegre y feliz, independientemente de las caras y expresiones que vaya observando en mi mundo relacional”.
La comunicación positiva consigo mismo también se refiere a las imágenes y se practica planteándose a sí mismo preguntas de evocación positiva en la cual se busca un recuerdo que tenga que ver con una persona positiva y sincera que ha tenido mucho que ver con nuestro desarrollo personal, por ejemplo: ¿Quién es la persona que más me agrada recordar? ¿Qué sensación tengo al recordar a esa persona?¿Quién me ha dado el trato más cariñoso, sincero y cordial en mi vida? ahora, en el mismo momento en que estés recordando algo agradable, toca una parte de tu cuerpo para que puedas asociar o anclar dicha experiencia en el punto de su cuerpo que has tocado; puedes tocar tu antebrazo o un punto del pectoral izquierdo y ese punto servirá de punto de anclaje en el futuro.
Ahora repite la evocación, vuelve a recordar y toca en la misma parte de tu cuerpo y notarás que el recuerdo se intensifica.
Las personas que no saben cómo ponerse en estados de ánimo positivos son las más proclives a perder sus matrimonios por lo tanto puedes recordar las palabras de Heráclito de Éfeso: “Carácter igual a destino” y como consecuencia podemos decir nosotros: “Mal carácter igual a mal destino” y podemos concluir también que un buen carácter es como un paraíso en la tierra, es la fuente y el semillero de toda felicidad, de todo triunfo y de toda prosperidad.
Los pensamientos positivos tienen el poder de mejorar a las personas; por lo tanto, puedes probar escribir más de treinta veces la siguiente afirmación:” Mi carácter y ni inteligencia están mejorando día a día; cada día entiendo más y mejor”.
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