Hoy dedico esta columna a todas esas personas que les da terror enamorarse. Hay tres situaciones en el amor que provocan el miedo y no les permite a muchos abrir su corazón. El primero y el más común es el temor de volver a sufrir. Si anteriormente alguien te trató mal o no te valoró seguramente hoy desconfías de todo el mundo y tienes miedo de que te vuelvan a herir, así que para protegerte, evitas enamorarte. Reconoce que negarte a amar te asegura protección emocional pero muchos años de soledad.
El segundo miedo a amar es la intensidad del mismo sentimiento; ¡puede ser abrumante! El amor consume mucho tiempo y energía, y quien no sabe poner sus prioridades en orden puede perturbarle su vida personal y profesional. Alguien que tiene una vida muy ocupada piensa: “si me enamoro, ¡no podré con todas mis responsabilidades!”. Su temor es que una relación le desenfoque y no pueda desempeñar su trabajo o cumplir con sus compromisos personales.
El tercer aspecto es el miedo al rechazo. Este es el caso, por ejemplo, de dos compañeros de trabajo que luego de pasar mucho tiempo juntos, uno de ellos se enamora, pero no se atreve a declarar su amor. Es ahí cuando enfrentas dos opciones; confesar lo que sientes y arriesgarte al rechazo o esconder tus sentimientos y continuar como amigos. Lamentablemente la segunda opción te podría robar la oportunidad de encontrar al amor de tu vida.
¿Te identificaste con alguno de estos temores? El miedo usado apropiadamente es una valiosa herramienta, pero en exceso te detiene a entrar en situaciones nuevas, incluyendo relaciones amorosas, y muy poco miedo también es malo porque te lanza rápidamente al amor sin pensarlo y te pueden partir el corazón. Es bueno experimentar miedo, pero en moderación, !nunca dejes que te limite!. Te advierto: “Es mejor conocer el amor y perderlo, que nunca haber amado”.
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