"Me inscribí ahí por curiosidad, para divertirme y descubrir qué se cuece en ese mundo, nada más”. Es la excusa más escuchada por los expertos en terapia de parejas cuando sale a colación que uno de los protagonistas de la sesión (con independencia del sexo) descubre que el otro está apuntado en una página de citas. Lo afirma Carme Sánchez, codirectora del Institut de Sexologia de Barcelona y coincide con ella Esteban Cañamares Medrano, sexólogo y psicólogo clínico.
El dilema, revelan ambos, llega cuando hay que valorar si estar en una de esas páginas (sin que la pareja lo sepa) es o no una infidelidad. Problema que ahora acecha a millones de clientes de la red de sitios porno y encuentros sexuales AdultFriendFinder, cuyas conversaciones y datos personales han sido hackeados.
"Es complicado afirmar que por el simple hecho de estar en una de esas páginas son ya infieles”, afirma Carme Sánchez. Pero la excusa de que están ahí sólo para divertirse, sin intención de engañar a sus parejas, "siempre será muy débil”, añade esta sexóloga. Esteban Cañamares considera, por su parte, que las personas que han llegado a una de esas páginas por pura curiosidad "no llegaría al diez por ciento de los inscritos”.
Otro veinte o treinta por ciento "entrarían para tantear ese mundo porque ya están pensando en engañar a su pareja”, mientras que el resto (la mayoría) "tiene muy claro qué buscan ahí”, indica este psicólogo clínico.
Lo que sí tienen claro ambos sexólogos es que estas nuevas herramientas (las páginas y aplicaciones de citas) lo ponen todo más fácil a la hora de cometer una infidelidad. Aunque sería un error, recalca Cañamares, afirmar que ahora hay "más ganas de engañar” a la pareja. "El nivel de deseo –añade este sexólogo– está en los mismos niveles que décadas atrás, lo único que ha cambiado esque ahora los caminos para conseguir ese objetivo son mucho más accesibles”.
Carme Sánchez y Esteban Cañamares también coinciden –parten de su experiencia en sus consultas como terapeutas en conflictos de pareja– en que la mayoría de personas considera como una infidelidad el simple hecho de que su compañera o compañero se inscriba en una de esas páginas de citas sin revelarlo a la otra parte, con independencia de si ha habido o no contacto físico o un encuentro real para conocerse en persona. Así que las personas casadas o que viven en pareja y ahora saben que sus datos están en manos de hackers no lo van a tener fácil para explicar en su entorno familiar la "aventura cibernética ” si al final esa información privada se hace pública.
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