viernes, 4 de noviembre de 2016

La historia de amor entre un príncipe y una soldado

Ella era una chica de origen humilde que se convirtió en soldado condecorada en Kosovo. Él, un príncipe que pasaba revista. El romance fue inmediato. Las maledicencias, también.

Acaba de cumplir 31 años con la misma discreción con la que hace 10 años se casó con el príncipe Luis de Luxemburgo.

La princesa Tessy no destaca en las fotos de familia. Resulta prudente y discreta, casi oculta entre la gran familia ducal a la sombra de las cuñadas –la exuberante Claire, la melancólica condesa Stephanie y Alejandra, la hermana de su marido–. Aunque agradable de presencia, Tessy no es la más atractiva ni la de mejor pedigrí y tampoco la mejor vestida. Pero seguramente la princesa Tessy de Luxemburgo es la de sonrisa más sincera y noble de todas las que se prodigan en las imágenes regias. Su aspecto dulce no hace adivinar el militar que lleva dentro.

Porque Tessy Antony, antes de ser princesa, formó parte de la milicia. Con 18 años se unió con su hermano gemelo Ronny al Ejército de Luxemburgo. La dulce princesa obtuvo el permiso para conducir carros blindados con rango de suboficial. En 2004 participó en una misión en Yugoslavia, como miembro de la fuerza de paz de la OTAN en Kosovo. Por su labor obtuvo la medalla de la ONU y la OTAN. Tessy era la única mujer miembro del contingente de Luxemburgo. El príncipe Luis –tercer hijo de los Grandes Duques Enrique y María Teresa– tenía 18 años cuando acudió como miembro de la Familia Real a pasar revista a las tropas. Y ocurrió lo que ocurre en las películas románticas, pero a la inversa: flechazo entre el príncipe y la soldado. La pareja mantuvo un romance secreto que, con el tiempo, fue imposible de ocultar.

UN ROMANCE SECRETO, UN ENLACE DISCRETO

En septiembre de 2006 Luis y Tessy se casaban en la iglesia de Gilsdorf. Una boda discreta con una novia que sujetaba el velo con un sencillo tocado que no llevaba un solo diamante, calzaba guantes a lo Gilda y vestía traje con escote palabra de honor, nada habitual entre las novias del Gotha. Pero ese día no había demasiados miembros de tan selecto club.

Aun así, los protagonistas no fueron solo los novios. También lo fue el hijo de los contrayentes, el pequeño Gabriel, nacido meses antes del enlace y que posaba curioso en brazos de la abuela María Teresa. El niño era el primer nieto de los Grandes Duques, pero ¿cómo había reaccionado una de las familias reales más católicas de Europa ante la paternidad previa al matrimonio del tercero de sus hijos?

Tessy, una joven de origen humilde –su padre, François Anthony, es alicatador. Su hermano Ronny y ella dejaron los estudios para enrolarse en el ejército–, siempre ha comentado que al conocer su embarazo tuvo gran apoyo de su familia política, en especial de María Teresa. María Teresa, también plebeya aunque rica de cuna, sufrió en su momento las descalificaciones de su suegra, la Gran Duquesa Josefina Carlota, por su origen (“la criolla”, la llamaban). Tal vez por no repetir con Tessy los errores que cometieron con ella, siempre la trató como una madre, como ha confesado Tessy.

Sin embargo, un mes antes de la boda el príncipe Luis hubo de renunciar a sus derechos al trono para él y sus descendientes. Y tras la celebración del matrimonio, Tessy no se convirtió en princesa, tan solo cambió de apellido (Anthony por Nassau). Pocos creyeron que lo que unía a Luis y Tessy no era solo un hijo en común y un amor serio y profundo. Demasiados pensaron que Tessy andaba a la caza y captura de un príncipe.

DIEZ AÑOS DESPUÉS...

El tiempo ha demostrado el gran error de quienes pensaron mal de la pareja. Un año después nacía el segundo de sus hijos, Noah, y ambos decidieron ampliar su formación. Primero en Estados Unidos y después en Londres, ciudad en la que residen con sus hijos y donde la princesa ha estudiado Relaciones Internacionales. Está muy involucrada en organizaciones benéficas, participa con asiduidad en actividades humanitarias tanto en Londres como en su país y tiene su propia ONG, Profesores sin Fronteras.

Forman una de las parejas más interesantes y estables del mundo de la coronas. No son asiduos en las portadas ni en fiestas de sociedad, compaginan la afición por el buceo y otros deportes y el interés por las labores humanitarias. Acuden puntualmente a Luxemburgo para participar en las actividades de la familia ducal.

La princesa habla luxemburgués, inglés, francés y alemán, es aficionada a Instagram y a la música de jazz y participa regularmente en foros y conferencias relacionadas con la psicología y el desarrollo social, sus temas favoritos.

En 2009, el mismo día en que se celebraba la fiesta nacional del principado, el Gran Duque Henry otorgó finalmente a Tessy el título de princesa de Luxemburgo, princesa de Nassau y de Borbón Parma y el tratamiento de Alteza Real, reconocimiento extensible a los pequeños Gabriel y Noah. Así se sumaba al listado de princesas de origen plebeyo que entraba en una familia real. Sin embargo, Tessy ha seguido en segundo plano, respetando las normas de la casa de su marido con la mejor de las sonrisas. Y, probablemente, la más bonita y natural de todas las royals europeas.

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