Según una investigación llevada a cabo por el psicólogo Brendan P. Zietsch, de la Universidad de Queensland, en Australia, la tendencia a la infidelidad femenina puede guardar relación con los genes.
Las primeras investigaciones que llevaron a este reciente descubrimiento se realizaron hace cinco años. Un grupo de científicos de la Universidad de Emory, en Georgia, Estados Unidos, usó un virus para introducir el gen RS334 directamente en el cerebro de un promiscuo ratón de los pantanos.
El gen hizo el milagro y el travieso ratoncito se volvió tan fiel y amoroso como su primo, el ratón de las praderas. Este gen gestiona la vasopresina, una hormona relacionada con la respuesta sexual y los afectos.
Los investigadores anunciaron que este experimento podía conducir a un mayor entendimiento de cómo los humanos controlan su conducta en sociedad.
Esta misma actividad hormonal también puede jugar un papel en desórdenes como el autismo, en el que quienes lo sufren carecen de las más simples habilidades para relacionarse.
Lo que pasa con ellas
Al parecer, las mutaciones en el gen receptor de la hormona vasopresina puede ser la explicación del comportamiento infiel de algunas mujeres. Esta hormona es responsable de conductas humanas como la confianza, la empatía y la vinculación sexual.
En el estudio, publicado en la revista Evolution and Human Behavior, participaron 7.400 gemelos y sus hermanos, que habían mantenido una pareja estable durante al menos un año. El resultado reveló una relación significativa entre cinco variantes distintas de vasopresina y la infidelidad femenina.
Zietsch descubrió que el 40% de la variación en el comportamiento promiscuo de ellas podría atribuirse a los genes.
No todo está en los genes
Sin embargo, en opinión de este investigador, existen muchos otros factores que contribuyen a la infidelidad. Sin ir más lejos, las circunstancias y la disponibilidad de otra persona.
Una investigación realizada en humanos ha desvelado la existencia de ciertas variantes genéticas en su conformación que se traducirían en una mayor o menor disposición y aptitud hacia la vida en pareja. Así tener una determinada variante de ese gen puede influir en la capacidad de compromiso de los varones, en ser promiscuo o monógamo o incluso en la capacidad de lograr una convivencia feliz con su pareja
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