Hay amores que mueren por asfixia. Puede suceder cuando la pareja comparte cama, mantel, hijos y conflictos. Si además trabaja en casa, el riesgo avanza hasta llegar a sentir la relación como una soga al cuello. Y, a ver, amantes dispuestos a morir entrelazados tenemos a los de Teruel y pocos más. "Si pasamos las 24 horas con la misma persona, es casi inevitable que aparezcan conflictos. El mito del amor romántico y del enamoramiento, donde el amor se basa en pasar el cien por cien del tiempo con la otra persona y hacerlo todo juntos, sin límites y sin una distancia saludable, es muy perjudicial para la pareja", explica el psicólogo y terapeuta de parejas Manuel Menassa.
En este contexto, donde los asuntos laborales y domésticos se funden y confunden, se hace difícil amar de un modo excitante y pasional, cultivar el amor romántico o desear a ese compañero de trabajo que al llegar la noche se convierte en tu amante. Habrá entonces que encontrar una forma particular de amar, de sentir y de hacer el amor.
Menassa aconseja tomar esta circunstancia como cualquier otra donde puedan aparecer las crisis. Por ejemplo, una discusión con la familia de origen, un problema económico, vivir en ciudades diferentes o educar a los hijos de otras relaciones. "La solidez de la relación es decisiva para ver si compartir trabajo y hogar perjudicará o no a la pareja y si sabrá solucionar cualquier tipo de conflicto. Como en cualquier otra situación, las dificultades se pueden convertir en crecimiento".
Pero, ¿cómo reinventarse para seducir en un entorno tan poco favorable y para que la pasión sobreviva en el torbellino de números, facturas y papeles? Menassa ofrece una serie de pautas que acaban convergiendo en una muy elemental: "En los casos donde convivamos y trabajemos con nuestra pareja en casa, es importante discriminar que hay un tiempo para el trabajo, otro para la pareja y también otro para cada uno individualmente".
Aprender a separarse de la persona amada. Si todo es amor, puede resultar contraproducente. Terminaremos por maltratar el amor que nos teníamos, convirtiéndolo en un amor egoísta. En definitiva, entender que no puedo estar las 24 horas del día con la persona que amo es importantísimo para que la pasión en la pareja se mantenga.
Poner límites en la relación, con las cosas y con las personas. Es fundamental para volver a ellas sin caer en esa rutina que tanto daño produce en la relación de pareja. Sin límites, el deseo sexual y la pasión sufren un declive imparable.
Echar el cierre a la oficina. Aunque sea un cierre psicológico, ya que el espacio físico familiar y laboral es el mismo. Si no separamos los roles, van a aparecer muchas tensiones y desequilibrios en la vida particular que se pueden expresar por la disminución de la pasión en la pareja, la pérdida del deseo y las discusiones sin ningún sentido: llegará un momento en que nos resultará insoportable hasta su modo de sorber la sopa en la cena romántica que habíamos preparado o discutiremos en horario familiar sobre la manera de almacenar los clip, si es mejor por colores o por tamaños.
Los problemas del trabajo se quedan en el despacho. Si es difícil en condiciones laborales diferentes, aquí los sentimientos hostiles ni siquiera han salido de casa. Por eso, habrá que hacer doble esfuerzo psíquico para que esos asuntos que nos crean estrés no dañen la armonía familiar.
Limitar y definir la jornada laboral. El consejo debería implicar a todos aquellos trabajadores, sobre todo por cuenta propia, que dilatan sin fin sus horas gracias al uso de móviles, tabletas y otras tecnologías.
Es recomendable tener un espacio de trabajo dentro de la casa, bien diferenciado del resto de la misma.
Separación de roles. Es posible que el papel que desempeñe la pareja sea diferente al que desempeñan dentro de la relación. En el trabajo, uno de ellos puede ser el jefe, pero en la vida amorosa deben desaparecer jefes y empleados para dar paso a una pareja que desea sensualidad, sexualidad y cariño.
Gestionar el tiempo libre. El tiempo de ocio y de disfrute, tanto en pareja como por separado, lo tenemos que aprender a administrar. Muchas de las veces, como no hablamos de nuestro tiempo individual, terminamos no hacienda nada. Como dice el refrán, ni contigo ni sin ti. Es decir, dejamos de hacer cosas diferentes o que nos gustan ni solos, ni en pareja, ni con amigos.
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