Para encender algunos lavarropas hay que presionar el botón de encendido por un cierto tiempo y con una cierta intensidad. Si la presión que le aplicas es muy suave, no pasa nada. Si es muy fuerte, la máquina empieza a quejarse con un pitido estridente.
Una vez que dominas la técnica todo es muy sencillo: se encienden las luces, arranca el ciclo hasta que llega a su punto más álgido y, al final del proceso, acabas con una montaña de ropa húmeda con olor a limpio.
Pero para quienes no están familiarizados con el aparato, su funcionamiento puede parecer un misterio.
Salvando las distancias, algo similar ocurre con el orgasmo femenino. Si la acarician de la forma correcta, una mujer puede alcanzar tal grado de éxtasis que, por unos segundos, el mundo deja de existir.
Aunque el hombre y la mujer experimentan el orgasmo de forma diferente, ambos muestran la misma actividad cerebral durante el clímax.
En el caso contrario, el resultado es dolor, frustración o sencillamente la nada misma. Esto representa un gran contraste con la experiencia masculina: si el hombre tiene una erección, una estimulación vigorosa durante unos pocos minutos generalmente resulta en una eyaculación.
¿Pero por qué los orgasmos son tan placenteros y cómo es posible que las mujeres experimenten múltiples orgasmos? ¿Y realmente existe el tan mentado punto G? En los últimos años se han hecho numerosos estudios y, finalmente, estamos obteniendo algunas respuestas.
Cerebro activo
Barry Komisaruk, de la Universidad Rutgers en New Jersey, Estados Unidos, se abocó a estudiar mediante imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf, por sus siglas en inglés) si las diferencias en el cerebro pueden explicar por qué hombres y mujeres experimentan el sexo de forma tan distinta.
Komisaruk analizó el comportamiento del cerebro en el momento del orgasmo.
Así, descubrió que pese a que las experiencias varían, ambos muestran la misma actividad neural durante el orgasmo.
"Las similitudes entre hombres y mujeres durante el orgasmo son mayores que las diferencias", dice Komisaruk. "Lo que vemos es una activación generalizada del cerebro. Básicamente, todos los sistemas entran a funcionar".
Esto puede explicar por qué los orgasmos consumen toda nuestra atención.
Las diferencias en la actividad cerebral de hombres y mujeres son más notorias después del orgasmo.
Sin embargo, después del orgasmo, surgen diferencias importantes, lo que puede explicar por qué hombres y mujeres reaccionan de forma diferente tras el clímax.
El investigador halló evidencia preliminar de que ciertas regiones específicas del cerebro masculino no responden a la estimulación de los genitales en el momento inmediatamente posterior al orgasmo, mientras que el cerebro de las mujeres continúa activo: esto puede explicar por qué las mujeres tienen múltiples orgasmos y los hombres no.
Anatomía del placer
El pene tiene solo una ruta para transportar sensaciones al cerebro, en cambio, el aparato genital femenino tiene tres o cuatro.
Uno de los centros clave de la sexualidad femenina es el clítoris: un cuerpo pequeño, carnoso y eréctil, que sobresale en la parte más elevada de la vulva.
No fue sino hasta el siglo XVI que el clítoris comenzó a ser descrito como una estructura física propia común a todas las mujeres, con la función de causar placer.
La vagina y el clítoris tienen distintas rutas para transportar las sensaciones hacia el cerebro.
Pero, en los siglos siguientes el placer femenino pasó a un segundo plano y el clítoris quedó en el olvido (al menos para anatomistas y médicos), hasta que volvió a la palestra en el siglo XX, aunque muchos lo consideraban algo inferior.
Si bien Sigmund Freud reconocía al menos que las mujeres pueden experimentar orgasmos, él creía que los orgasmos vaginales sustituían a los alcanzados mediante la estimulación del clítoris en las mujeres maduras.
La incapacidad de experimentar orgasmos vaginales está asociada con la inmadurez psicosexual, escribió Freud.
Si eso fuese cierto, habría un montón de mujeres que no están desarrollando todo su potencial sexual: entre el 30% y el 40% de las mujeres dice no haber experimentado nunca un orgasmo sólo por penetración vaginal, y son muchas más las que aseguran que pueden alcanzar el orgasmo mediante la estimulación del clítoris.
Sigmund Freud creía que los orgasmos vaginales sustituían a los alcanzados mediante la estimulación del clítoris en las mujeres maduras.
Según Komisaruk, los nervios que transmiten al cerebro las sensaciones del clítoris son distintos a los nervios que hacen lo mismo desde la vagina.
Entonces, si distintos nervios se encargan de trasladar las sensaciones desde distintas regiones del aparato genital femenino, ¿son algunas zonas de la vagina más sensibles que otras?
¿Qué regiones deben investigar las parejas en la búsqueda del elusivo orgasmo vaginal?
El punto G
El famoso punto G fue, por mucho tiempo, el principal objetivo.
El término punto G fue acuñado en los años 80 por el obstetra y ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg.
Descrito en 1950 como una zona erógena en la pared frontal de la vagina, estudios posteriores revelaron un complejo formado por vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas y restos de la próstata femenina en la misma zona, y sugirieron que en una minoría de mujeres, su estimulación puede dar lugar a orgasmos y a la liberación de una pequeña cantidad de fluido de la uretra que no es orina.
Muchas parejas invirtieron tiempo y esfuerzo -por lo general sin obtener resultados- para hallarlo.
La evidencia para demostrar o refutar su existencia es precaria y, con frecuencia, exagerada.
No obstante, parece haber diferencias físicas entre aquellas mujeres que dicen tener orgasmos vaginales y las que no.
Escáneres de ultrasonido revelaron un área más gruesa de tejido en el espacio entre la vagina y la uretra en las mujeres que lo experimentaban.
Estructura compleja
Pero si no es una especie de botón, como la palabra punto parece indicar, ¿qué es entonces?
Para un número creciente de investigadores la respuesta es simple: el clítoris.
La búsqueda del punto G reveló que la estructura del aparato genital femenino es muy compleja.
Aunque para la mayoría éste es un pompón con forma de arveja bajo la superficie de la piel, imágenes de resonancia magnética recientes revelaron una estructura grande y protuberante de cerca de 9 centímetros de largo, posicionada alrededor de la parte externa de la vagina y hacia arriba dentro de la pelvis al lado de la uretra.
Esta complejidad puede explicar por qué ha sido tan difícil probar o negar la existencia del punto G: no es fácil estimular de forma aislada la pared frontal de la vagina.
Es muy probable que al hacerlo se esté frotando también la parte interna del clítoris y la uretra.
¿El tamaño importa?
Rachel Pauls, uro-ginecóloga de Ohio, EE.UU., investigó si la ubicación y el tamaño del clítoris en mujeres saludables influyen en la facilidad para alcanzar el orgasmo vaginal durante el coito.
El equipo de investigadores liderado por Pauls descubrió que cuanto más pequeño y más lejos de la vagina está el clítoris, más difícil es alcanzar el orgasmo.
En su conjunto, los estudios mencionados anteriormente apuntan a que hay múltiples caminos para que las mujeres experimenten un orgasmo, ya sea a través de la estimulación vaginal, del clítoris o ambas a la vez.
Otros estudios llevados a cabo por Komisaruk revelaron que las proyecciones de diferentes regiones del aparato genital femenino convergen en la misma región general del cerebro pero en áreas diferentes.
"Hay una buena base neuro-anatómica para las distintas clases de orgasmos y los diferentes tipos de sensaciones", dice el científico.
"Esto podría explicar por qué la combinación de la estimulación vaginal y de la cérvix y el clítoris parece producir estos orgasmos más intensos, complejos y placenteros que describen las mujeres".
En cuanto a las mujeres a las que les resulta difícil alcanzar el clímax durante la penetración el mensaje de Pauls es simple: hay que experimentar.
En cuanto a las mujeres a las que les resulta difícil alcanzar el clímax durante la penetración -o en general durante el contacto sexual- el mensaje de Pauls es simple: hay que experimentar.
"No hay nada malo (con las mujeres que no tienen orgasmos vaginales). Cada persona es diferente, así que algunas tendrán mucha estimulación del clítoris durante el sexo, mientras que para otras será más difícil, así que su pareja tendrá que recurrir a sus manos o a un juguete".
"Pero las mujeres deberían saber que si no tienen orgasmos por penetración vaginal, eso es normal".
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