domingo, 9 de agosto de 2015

¿Sapio... sexuales? El nuevo término del erotismo

ATRACCIÓN SEXUAL BIEN PENSADA

MÁS ALLÁ DEL PLANO FÍSICO

Sapiosexual es un término de moda que ahora se usa para describir una circunstancia que ha existido siempre: la atracción sexual por la inteligencia del otro.

La sexóloga y doctora en psicología Emma Ribas afirma que “los sapiosexuales son personas que se estimulan a través de la conversación, de la novedad, que buscan la apertura a nuevas experiencias y estímulos, y que huyen de la superficialidad”.

En otro orden de cosas, Ribas añade que “puede ser que, inconscientemente, estas personas crean que alguien que te pueda estimular intelectualmente también te dará más seguridad y estabilidad”, por lo que serán “este tipo de valores” los que buscarán a la hora de escoger una pareja”.

La terapeuta matiza que “el hecho de ser sapiosexual no quiere decir, no obstante, que no tengas en cuenta otros parámetros como el físico o la personalidad del otro”.

Según los sexólogos, hay más mujeres que se podrían definir como sapiosexuales que hombres. “Los hombres y las mujeres tiene cerebros distintos y, mientras el sexo masculino se estimula más con la vista, el femenino necesita de otros estímulos”, asegura Ribas. La terapeuta sexual y de pareja Olga Gallardo cree que “mayoritariamente las mujeres sienten una potente atracción hacia la inteligencia de los hombres, ya que los encuentran más resolutivos y, por lo tanto, con más capacidad para sobrevivir y tener recursos económicos, algo que les da más seguridad y protección”.

Gallardo también apunta hacia la teoría del psiquiatra Anjali Chhabria, según el cual “este cambio se debe a la evolución de las relaciones humanas. Antes las mujeres buscaban protección, pero ahora que también han salido al mundo laboral buscan otros estimulantes como puede ser la inteligencia”.



INTELIGENCIA ERÓTICA

Otro de los elementos que puede hacer que alguien se decante por un cerebro, más allá del físico, es el de la inteligencia erótica.

Olga Gallardo asegura que “la inteligencia erótica para los sapiosexuales es el juego de dos mentes. La conversación se convierte en un juego sexual, les gusta la sorpresa o lo inesperado y dejan espacio entre ellos para que surja el deseo y se mantenga el misterio. Por su parte, la sexóloga Emma Ribas considera que “esta seducción por la intelectualidad puede hacer que al actor sexual sea de mejor calidad, ya que esa inteligencia despierta un deseo que se traduce en la parte más física”. Ribas recuerda que “los órganos genitales dependen en gran medida de nuestro cerebro”, mientras que el psiquiatra Lister Rossel sostiene que “el cerebro es el principal órgano sexual, por encima de la piel y de los órganos genitales”.

CUIDADO CON LA MANIPULACIÓN

Aun con todo lo positivo de buscar relaciones basadas en aspectos más duraderos e importantes que la belleza física, la atracción por la inteligencia también puede conllevar algún peligro, especialmente por parte de personas inseguras o con baja autoestima, “que pueden acabar enganchadas por gente que utiliza la palabra como arma de seducción para jugar con los sentimientos, algo que se ve claro con el perfil de los narcisistas”, alerta Ribas. Olga Gallardo cree que “una persona con baja autoestima tiende a admirar a personas inteligentes porque ella se cree menos y pone al otro en un altar. Esto puede dar lugar a una relación dependiente y asimétrica”.

¿EL FÍSICO NO IMPORTA?

Para el sociólogo Francesc Núñez existen dos momentos a la hora de iniciar una relación, uno pre moral y otro de juicio: “Cuando, de entrada, se genera la atracción con una persona, no existe un juicio moral, solo te fijas en su físico o en otros aspectos como su vestimenta o los objetos que lleva. Lo que sucede luego, una vez que la comunicación ha sido mayor y hay más conocimiento, es que podemos llegar a valorar y a entender que es más importante la belleza interior que la física”.

Aún así, Núñez acaba matizando que, “aunque seas consciente de ello, no quiere decir que, al final, sigas prefiriendo la parte más física”. El sociólogo concluye que “reivindicar que el amor no solo tiene que estar relacionado con el físico puede ser una manera de revalorizar el encantamiento y evitar que una relación se convierta en una pura transacción económica”.

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