Factores inconscientes controlan las hormonas
¿Es la atracción sexual una mera cuestión de gusto o una ecuación biológica que espera ser resuelta?
A una mujer le bastan tres minutos para decidir si un hombre le interesa para una relación pasajera. ¿En qué se basa? En la anchura del rostro del varón.
En una prueba realizada durante un evento de citas rápidas, la psicóloga Katherine Valentine y sus colegas de la Universidad de Administración de Singapur concluyeron que el índice FWHR (siglas inglesas de ratio entre anchura y altura facial) de los hombres, -es decir, la proporción entre el ancho y la longitud de su cara-, es un indicador físico de masculinidad; cuanto más elevado es este índice, mayor es el atractivo sexual del sujeto.
No en vano, las facciones anchas hacen que “un individuo sea percibido como más seguro de sí mismo, más exitoso, más agresivo y capacitado para sobrevivir en una pelea cuerpo a cuerpo”, explica Valentine.
Si ese rostro cuenta con una mandíbula pronunciada, unos pómulos marcados y una barbilla prominente pero no desmedida, su efecto será arrebatador.
Todo apunta a que estas preferencias cuentan con una sólida base hormonal, ya que esos rasgos se relacionan con altos niveles de testosterona, la hormona masculina por excelencia. Dicho de otro modo, una cara así conformada lanza un mensaje visual muy claro –e inconsciente–: “Soy fértil”.
Por si ese argumento no fuera suficiente, resulta que esos atributos faciales son indicadores de un fuerte sistema inmune y de bajas concentraciones de cortisol, la hormona del estrés.
Así lo demostraron Fhionna Moore y su equipo de la Universidad Abertay, en Dundee (Escocia), en la revista Nature Communications.
“Estos hombres son mejores candidatos para procrear, porque están sanos y su descendencia será más fuerte,
y por eso atraen a las mujeres”, dice Fhionna Moore.
Sigamos con los números: la capacidad seductora de una mujer se puede predecir midiendo la distancia entre sus ojos, y entre estos y la boca.
A partir de cuatro experimentos diferentes, científicos de las universidades de California y Toronto calcularon que la separación idónea entre los ojos y la boca supone el 36 por ciento del total de la longitud de la cara. Y que el espacio horizontal entre los ojos es ideal cuando representa el 46 por ciento de la anchura facial. Estas dimensiones coinciden más o menos con las del rostro estándar.
Como explicaban los autores del trabajo en la revista Vision Research, la percepción del atractivo facial es el resultado de un procesamiento cognitivo inconsciente, mediante el que analizamos todas las caras que vemos y calculamos la media de los ratios ideales. Los rostros que se alejan de ella nos parecen feos o descartables.
¿CIENCIA O EVOLUCIÓN?
De acuerdo al portal intercambiosvirtuales.com, hasta la fecha, la ciencia intentó demostrar que en distintas culturas el cerebro humano considera más atractivos los rostros simétricos.
Científicos británicos extendieron
el estudio a las medidas corporales
y concluyeron que el cerebro también parece preferir los cuerpos simétricos. ¿Por qué?
La respuesta es simple. Por lo general, un cuerpo armónico indica la existencia de un cuerpo más sano. Y un cuerpo sano se traduce en un mayor potencial reproductivo.
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