Hay muchos artículos escritos sobre la vida sexual después del nacimiento de los hijos. Muchos. Pero muy pocos cuentan la verdad. Amigos, aquí la tenéis, sin paños calientes, tal cual es:
Tras el parto o cesárea una madre tiene las mismas ganas de tener relaciones sexuales que de echarse a nadar en el océano Ártico o de salir a asfaltar las calles de su ciudad, así os lo digo. Quien diga otra cosa miente. Ese espacio temporal que yo he definido de manera intencional muy vagamente como 'tras el parto' puede prolongarse días, semanas o, incluso meses. Tampoco me extrañaría si alguien dijera que le duró años.
Justo cuando empieza a sentir en su interior algo parecido a lo que fue la libido, algo así como una especie de calorcito que nace por dentro de una manera tan inesperada como el renacer de las plantas en primavera (ojo, que estoy hablando de algo incipiente, nada de furores desatados), la madre se dará cuenta de que no hay nada nada en el mundo que le quite más las ganas que el llanto de su bebé. Y cuando digo el llanto, digo también cualquier sonido emitido por dicha criatura diminuta. Es oír a su bebé y esa libido incipiente desaparece por completo y puede que tarde días, semanas o incluso meses en regresar. Eso lleva a las situaciones más curiosas, como a abalanzarse sobre su pareja en cuanto la criatura se ha quedado dormida. Si solo se tiene un hijo puede que incluso se llegue a buen puerto, pero si tienen más, el encontrar un momento adecuado, que coincida además con ese efímero repunte de la libido, se complica ya notablemente, vamos, que viene a ser una conjunción cósmica como la de un eclipse solar total visible en pleno día desde el hemisferio norte. Naturalmente aquí está muy indicado el uso de todo tipo de dispositivos electrónicos para comprar esos minutos de tranquilidad o, como dirían los expertos, de intimidad de pareja. No será muy instructivo pero es el precio a pagar.
La lactancia tampoco ayuda a recuperar la actividad erótica-festiva. Desde aquí mis disculpas a la siempre muy activa y vehemente Liga de la Leche por tirar piedras contra la lactancia materna pero como madre que lactó a sus hijos durante meses me siento plenamente capacitada para afirmarlo: cuando el pecho se usa con fines alimenticios es muy difícil recuperar, y más aún compaginar, su uso lúdicoerótico. No os digo ya si te ves obligada a hacer uso ese invento maléfico de los discos de lactancia. Me atrevería a afirmar que no hay vida sexual posible con un disco de lactancia de por medio.
Cuando están los niños en casa, lo que viene a ser gran parte del tiempo, a no ser que te cojas un día libre para quedarte con tu 'churri' en casa por la mañana cuando ellos se van al cole (mira qué gran idea, no se me había ocurrido nunca, oye), no está garantizado nunca al 100% que no aparezcan en cualquier momento con lo cual las efusiones han de ser las justas. Desde luego se acabó el hacerlo en la mesa de la cocina, habrá que ser mucho más discretos y comedidos, lo ideal será encerrados en el dormitorio. Sería muy recomendable tener un pestillo en la puerta, pero si, como es mi caso, nunca te has atrevido a ponerlo por miedo a que se te atrincheren ahí dentro las fieras y tengas que llamar a los bomberos con el consiguiente bochorno, tendrás que ser consciente de que en cualquier momento, repito en CUALQUIER momento, puede aparecer alguien en la habitación. Por eso os tendréis que pertrechar bajo sábanas, mantas y/o edredones por si de repente aparece alguna criatura, lo cual, sobre todo, en verano puede propiciar situaciones de verdadero riesgo por altas temperaturas.
Os haréis expertos en las paradas y los reiniciares, con lo que eso puede tener de bajonazo. 'Para, para, que me están llamando', 'Espera, que creo que se ha caído algo. O alguien.' '¿No has oído gritos? y demás. Aún así, sorprendentemente, milagros de la capacidad de adaptación humana a ambientes hostiles, en alguna ocasión lograréis culminar lo iniciado.
A medida que los niños van creciendo y crece su adicción a las pantallas será mucho más fácil encontrar momentos adecuados, hasta el punto de que, casi me atrevo a asegurar, con una película adecuada y amenazas de 'prohibido molestar', yo estimo en un 90% o incluso un 95% las posibilidades de disfrutar de un rato tranquilo. Naturalmente, no hay que subestimar nunca ese 5 o 10% de riesgo, con lo cual, queridos, prolegómenos los justos, al grano.
Eso sí, el día que se de la conjunción cósmica antes descrita, es decir, no hay moros en la costa, bien porque los niños no están en casa, porque están pegados a la televisión o porque han entrado en la fase del sueño profundo, y además tienes la libido desatada, ay, amigos, ese día hay que echar toda la carne al asador y entregarse a ello como si no hubiera un mañana, como si fuera el último polvo de la humanidad. No daré más detalles, que esto no deja de ser un artículo de maternidad, pero no escatiméis en nada. Y para que sea inolvidable (y ayude a superar el dique seco pasado y venidero) recurrid a todo lo que pueda ayudaros: lencería de esa fina que yace olvidada en un cajón, geles de masaje, velas, música, alcohol... Ahí lo dejo.
Incluso en los momentos en que todos los factores externos son favorables (leer conjunción cósmica anterior) no hay que descartar la interferencia de los factores intrínsecos, es decir, la mente, tan traicionera, que van por cuenta suya y no hay manera de controlarla. Así podrá ocurrir que, en plena faena, de repente te encuentras recordando que la niña pequeña tiene que llevar al día siguiente un bocadillo extra al cole porque vuelven más tarde de una excursión al museo, o pensando que en cuanto termines vas a recoger la ropa tendida porque ha empezado a llover y el mediano necesita el chándal al día siguiente. En estas ocasiones, para conjurar esos pensamientos, se impone echar mano de las fantasías sexuales que más te pongan, o incluso, sin miedo a ser infiel de pensamiento, recordar al macizo más macizo que hayas visto últimamente para así lograr que tu mente regrese a tu cuerpo y culminar la faena. Habrá quien me acuse de fomentar la infidelidad de pensamiento pero más demoledora me parece a mí la abstinencia sexual.
Y cuando crees que ya tienes la situación controlada, porque has logrado recuperar el ritmo, aprovechando esas siestas o esas noches, entonces tu hijo mayor llegará a la adolescencia, se acostará más tarde, será mas difícil de engañar con la tele y tendrá más sospechas de lo que están haciendo sus padres, con el consiguiente bajonazo, sí, de nuevo, para tu libido. Pero ahí pensarás que dentro de nada se irán de casa, y, si para entonces te quedan ganas, podrás volver a hacerlo en la cocina.
Aclaración a pie de artículo: todas estas situaciones se refieren exclusivamente al sexo puro y duro, con un objetivo meramente lúdico sin fines reproductivos. Porque cuando se nos mete en la cabeza buscar el embarazo todo se vuelve mucho mucho más loco, ahí ya nada nos para y se pueden vivir momentos de total delirio (como asaltar a tu marido un día que el pobre tiene fiebre porque justamente es tu momento fértil...). Pero eso es material para otro artículo.
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