La memoria no alcanza a recordar cuántas escenas de sexo hemos visto en el cine y la televisión a lo largo de nuestra vida, sin embargo y con toda seguridad muchas de ellas nos han parecido poco menos que escenas de ciencia ficción. ¿Refleja verdaderamente la pantalla cómo son las relaciones sexuales del común de los mortales? Pese a a saber que lo que vemos no es más que ficción, las series y las películas nos han influido de algún modo en nuestras creencias y comportamientos sexuales. Más de lo que nos pudiéramos imaginar.
Según un estudio realizado por empresa Bijoux Indiscrets, más de la mitad de las mujeres (52%) reconoce haber fingido alguna vez un orgasmo, fundamentalmente por dar por finalizada una relación o por satisfacer a su pareja. Pero ¿qué pasa con ellos? Según esta encuesta, más del 20% de los hombres confiesa haber fingido alguna vez y el 20% lo finge para dar por finalizada una relación sexual. Sin embargo, somos reacios a cree que nuestra pareja lo haga: sólo el 10% de las mujeres y el 15% de los hombres creen que su pareja actual finge sus orgasmos.
Según las conclusiones de este trabajo en el que han sido encuestadas más de 1500 personas mayores de 18 años de todas las comunidades autónomas (aquí puede ver el estudio completo) la tele y el cine tienen algo (o bastante) que ver en estos comportamientos. De hecho, otros datos de este estudio dicen que el 66% de los participantes considera que las películas ofrecen una visión distorsionada del sexo y el 21,9% afirma que esa visión ha influido negativamente en sus relaciones sexuales.
Relaciones idílicas, pero falsas
Según explica a FCINCO Elisa Viegas, cofundadora de Bijoux y una de las responsables de este trabajo, las películas y las series muestran en muchas ocasiones unas relaciones sexuales idílicas donde la pareja se complementa a la perfección, llegan juntos al orgasmo y por supuesto, éste ha de ser el fin de todo acto sexual. Hay gente que por culpa de ellas ha crecido con una idea equivocada del sexo, pensado que el único fin de acto sexual es tan sólo llegar al orgasmo.
Tal es así que, según el informe, casi un 60% de las mujeres usan el gemido para excitar a sus parejas durante el acto sexual y un 42% de los hombres y un 30% de las mujeres consideran que, a medida que te acercas a un orgasmo, los gritos deben ser rítmicos y mecánicos.
"Las películas muestran el orgasmo como la principal fuente de placer, cuando realmente no es así. Está claro que tener un orgasmo es importante, pero no es lo único. Hay otras muchas cosas más con las que disfrutar en una relación sexual. Debemos ser nosotros mismos, no tener presiones de ningún tipo y ser libres en nuestra intimidad", afirma Viegas.
Ellas, romancismo; ellos, porno
Aun sabiendo que lo que vemos es ficción, el 44,7% de las mujeres reconoce que preferiría que el sexo que ellas practican se pareciese más al de las películas románticas y el 38,2% de los hombres al de las películas porno. De modo que "el cine nos marca unos comportamientos a seguir, nos dice incluso hasta cuántas parejas sexuales son adecuadas o no, sin fijarte en lo que a ti te gusta o en lo que a ti te apetece. La comedia romántica What's is number? (Dime con cuántos, en castellano) es un ejemplo de ello", apunta Viegas.
Por ello, es imprescindible quitarse la presión que ejercen los medios y la sociedad sobre cómo debemos ser en las relaciones sexuales: "Nos sigue preocupando mucho lo que piensen los demás, también incluso dentro de nuestra intimidad y nuestro placer, y debemos ser libres y saber qué es lo que nos gusta, qué es lo que queremos y lo que no, sin dejarnos llevar por nada más, ni mucho menos por lo que nos dicen lo que es adecuado o no", aconseja esta experta.
La vulnerabilidad de los más jóvenes
No cabe duda de que mucha de la realidad de las relaciones sexuales es bien distinta a como se proyecta en la ficción, y los años y la experiencia dan cuenta de ello. El despertar sexual y la curiosidad comienza en la adolescencia, justamente en la etapa más vulnerable del ser humano: todo lo que pase ahí influye de forma significativa en la forma de pensar, de comportarse y relacionarse.
Esta influencia que ejerce sobre los más jóvenes ha sido expuestas en la bibliografía científica. Un estudio elaborado por profesionales del Instituto Pacífico de Investigación y Evaluación de EEUU y publicado en el año 2012 en Media Psychology mostraba que, efectivamente, los contenidos sexuales mostrados en la televisión influyen de forma directa en los comportamientos, expectativas y creencias de los adolescentes.
"Si la única educación sexual que se ha tenido en esta etapa ha sido lo que se ha visto en cine y en televisión es normal que se tenga una idea totalmente equivocada de los que son las relaciones sentimentales y sexuales", afirma la psicóloga y sexóloga Ana Yáñez Otero, directora del Instituto Clínico Extremeño de Sexología. Si, por el contrario, "desde pequeño has tenido una buena educación sexual, sin duda tu vida sexual de adulto será mucho más feliz y satisfactoria", añade.
Fuera mitos
Pero la tele y el cine no solo influyen en las relaciones sexuales en sí, también en las sentimentales, y en el modo y la forma de comportarse en ellas. Los medios actúan en los jóvenes como modelo de comportamiento, y en muchas películas, series y programas de televisión se siguen viendo los mismos mitos románticos de siempre (que si el príncipe azul, que si los celos son la mayor prueba de amor, que si la media naranja...). "Hemos de desterrar cuanto antes estos mitos porque no hacen más que reflejar unas ideas que para nada se corresponden con el amor", recuerda Yáñez.
Las altas expectativas que tienen los chicos sobre el sexo hacen que luego se den de bruces con la realidad. No hay que olvidar que las primeras experiencias sexuales pueden condicionar las futuras.
Según explica Yáñez, si tienes unas altas expectativas sobre el sexo (por influencia por ejemplo, de los medios) y te das cuenta de que no es así, pueden aparecer inseguridades, falta de autoestima o determinadas exigencias que no deberían producirse. "Muchos chicos han aprendido que tienen que aguantar cuanto más, mejor, y si no lo hacen lo ven como fracaso, algo que mina su seguridad y autoestima y puede condicionar en próximas relaciones", afirma la experta.
Lo ideal sería, por tanto, "apostar por una buena educación desde la base, sobre todo desde casa pero también desde los centros escolares", concluye Yáñez.
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