Decenas de jóvenes cierran los ojos como si estuvieran en trance. Algunos se cubren el rostro, otros alzan los brazos al cielo, e incluso unos cuantos rompen a llorar. La mayoría luce una placa plateada en el pecho que dice «puro», porque se acaban de unir a Purex. Lo que nació como algo casual se ha convertido en todo un fenómeno en Italia.
«Te estarás preguntando qué es Purex. ¿Una nueva marca de preservativos? ¿Un detergente para lavar? Seguramente preserva y sobre todo limpia», explica la italiana Stefania Spezzacatena en un vídeo en internet, en el que presenta lo que ella y su marido, Giuseppe Punto, han bautizado como «un movimiento contra corriente: el sexo en estado puro».
La joven, de 31 años, luce una melena larga teñida de color rojo, y viste una camiseta blanca ajustada y pantalones vaqueros con rotos. Su pareja, de 32, también tiene una apariencia moderna: tupé, perilla, y un cuerpo atlético. Ellos dos solos están logrando lo que una procesión de curas con alzacuellos no conseguiría: convencer a millares de jóvenes en Italia de que no se tienen que masturbar y que deben llegar vírgenes al matrimonio para así después poder disfrutar de verdad del sexo.
«Nosotros somos pastores [evangélicos]. Un día hablamos de sexualidad a los jóvenes de nuestra comunidad y colgamos el vídeo en internet», explica Giuseppe, que nunca pensó que aquello fuera a tener tanta repercusión. «Muchas iglesias contactaron con nosotros cuando vieron las imágenes, y nos pidieron que fuéramos a hablar de sexo». Y no sólo comunidades evangélicas: también católicas.
Así surgió el movimiento, al que Stefania bautizó Purex a partir de las palabras en inglés «pureza, relación y sexualidad», dice ella. Y también porque «se contrapone a Durex», la marca de condones. Uno de los logos del movimiento es el envoltorio de un preservativo, pero del que no sale un condón, sino una alianza de boda.
Purex es el primer movimiento de este tipo que existe en Europa, aseguran Giuseppe y Stefania, pero ya hay otros similares en América Latina. Cuenta con una web, otra de Facebook con casi 10.000 seguidores, y un libro que se publicó en febrero y que ya va por su segunda edición.
Desde hace más de un año, sus fundadores recorren Italia haciendo charlas en iglesias, teatros e incluso institutos. Están tan solicitados que parecen casi estrellas de rock. Tanto es así que Stefania y Giuseppe se plantean exportar su «sexo en estado puro» a otros países de Europa, entre ellos, dicen, «evidentemente España».
«Nosotros somos nutricionistas del sexo», afirma Giuseppe ante un auditorio de unos 150 jóvenes que lo escuchan con los ojos como platos, en una casa rural en medio de la nada a unos 30 kilómetros de Nápoles. Todos son cristianos y han acudido allí el fin de semana para oír a la pareja de pastores, a la que han recibido entusiasmados con aplausos y se han hecho selfies con ellos. En la sala hay un escenario adornado con corazones y globos rosas y blancos, que recuerdan a una fiesta de graduación estadounidense.
«Todos necesitamos comer. En cambio, comer mucho no es bueno, y comer poco, tampoco lo es. Pues ocurre lo mismo con el sexo», continúa Giuseppe. «Nuestra sociedad nos enseña que el sexo no tiene límites, pero no es así. Creemos que el sexo seguro es usar preservativo. Por ejemplo, nuestros colegas, Durex...», añade el pastor, que provoca una carcajada colectiva con su ocurrencia: considerar «colegas» la marca de condones.
«Como decía, Durex protege de un embarazo no deseado y de enfermedades de transmisión sexual. Pero no preserva de la vergüenza, de la infidelidad o de las heridas del corazón». Según Stefania y Giuseppe, sólo existe un sexo seguro y lo ha inventado Dios: «Se llama matrimonio», dicen completamente convencidos.
«He venido aquí para explicaros qué dice la Biblia para que después vosotros podáis decidir qué queréis hacer y no os dejéis llevar por la masa». Así, con estas palabras, Stefania se presenta ante el auditorio. «El sexo es una cosa buena», añade después sin eufemismos, ni irse por las ramas. «La propia Biblia incluye un libro, el Cantar de los Cantares, donde habla del sexo como placer. ¿Qué Dios crearía una cosa y después la prohibiría?», se pregunta la chica. Los jóvenes la escuchan boquiabiertos y asienten con la cabeza.
Según Giuseppe y Stefania, Dios creó el sexo, pero «para un momento específico de nuestra vida». «Es su regalo de bodas para las parejas que se aman y que se amarán para siempre», interpretan ellos. Una vez casados, entonces sí, es posible abrir ese presente y disfrutar de él tanto como se quiera, y no sólo para la procreación.
Defienden el uso de métodos anticonceptivos como las pastillas y el condón, pero consideran una aberración recurrir a procedimientos que impiden la implantación en el útero del óvulo ya fecundado. Por ejemplo, la espiral o la píldora del día después.
«Hay más vírgenes en el horóscopo que en la sociedad», declara Giuseppe con sorna, cuando se le pregunta si el movimiento Purex se dirige sólo a quienes nunca han mantenido relaciones. Si fuera así, sus seguidores se contarían con los dedos de una mano. «Nuestra propia vida era sexo, drogas y rock and roll», confiesa. Él y Stefania tuvieron problemas con drogas ligeras hasta acabar hospitalizados y eso les hizo ver la «luz divina».
«¡No os estoy vendiendo la moto, chicos!», asegura Stefania a los jóvenes. «Yo perdí muchos años de mi vida haciendo tonterías. Vosotros podéis hacer lo que queráis. Ahora llevo siete años casada y espero continuar estándolo muchos años más. ¡Al final me cansaré de tener sexo!».
«Vivir en pureza destruirá el sistema actual, hará modificar las cosas. Tenéis un rol fundamental en el cambio, una responsabilidad. ¡Dios os está llamando!», arenga Giuseppe. «Yo no quiero cambiar el mundo sola. ¡Lo tenéis que cambiar vosotros!», le sigue Stefania.
Tras la charla, todos los presentes parecen convencidos. «Tengo novio y le he permitido hacer lo que él quería tantas veces... Me he estado equivocando», comenta Fiorenza d'Alterio, de 19 años, visiblemente arrepentida. Michele Napolano y Pasquale Avolio, que tienen la misma edad, manifiestan que les ha quedado claro que no se deben masturbar más. Y Gina Saviano, de 18, opina que «respetar» su cuerpo hará que también «lo respete su futuro amado».
Todos se colgarán del cuello la placa plateada con la leyenda «puro», con la quese comprometen a no mantener relaciones sexuales hasta el matrimonio. Eso si es que se casan.
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