Prohibido fumar”, “Prohibido el uso de celulares”, “Prohibido... ¡besarse!”. Lo que universalmente se conoce como un gesto de amor entre una pareja, para algunos países del mundo resulta una ofensa si se realiza en público. Los besos pueden derivar en graves multas o incluso, la cárcel.
Está comprobado que besarse, además de potenciar el vínculo afectivo, trae excelentes beneficios para la salud: Sube las defensas, libera oxitocina, la hormona de la felicidad, funciona como antidepresivo y hasta adelgaza. Sin embargo, para muchos, nada de todo esto es motivo para fomentar los besos en la vía pública.
Kiki Hanafilia, una joven indonesia de 17 años, y Anis Saputra, de 24, paseaban como una pareja de enamorados por una hermosa zona boscosa tropical en Indonesia, el 22 de octubre de 2010, cuando un pescador local que caminaba por allí les vio besarse.
El hombre corrió para avisar a los residentes locales, quienes acudieron al lugar de los hechos y comprobaron que la pareja se tomaba de la mano y besaba. Kiki y Anis fueron llevados a juicio, acusados de violar la ley musulmana por comportamiento indecente.
La sentencia llegó el 9 de diciembre de ese año y se cumplió un día después: ambos fueron sometidos a ocho latigazos frente a cientos de testigos, junto a la mezquita de Al Munawarah, en la localidad de Jantho.
Pero éste, no es el único país donde sucede esto. En Sudáfrica va contra la ley que los menores de 16 años hagan una manifestación pública de afecto. Los nepaleses no se besan. El beso a la vista de todos no está bien visto en Oriente Medio, aunque países como Turquía o Líbano son más tolerantes.
En nuestra cultura sí es habitual. Besamos a nuestros hijos o a las personas que amamos, besamos los cuerpos de los familiares difuntos antes de ser enterrados, besamos en la mejilla como una forma de saludo. Pero cuando se explora en profundidad, el beso humano y todo lo que lo rodea se envuelve en un halo de misterio.
En la ciudad de Tarija, sociedad influencia fuertemente por el catolicismo, si bien no está penado, la resistencia al beso público es más que evidente en personas adultas. Así lo cuenta Jazmín, quien relata que un día fue con su novio a tomar un api al mercado Central y como distracción a la espera le dio un beso. De inmediato, la señora del lado los regañó hasta que tuvieron que irse a otro lugar.
Situación similar, le pasó a Emilia que sólo por algunos minutos escapó de su horario de trabajo y se encontró con su pareja justo en las afueras del colegio Rosa Arce de la ciudad.
Eran más bien picos, pues además estaban conversando, así lo aclara Emilia. En ello una mujer algo corpulenta y de mal tono reprimió el acto, calificándolo de inadecuado e incluso obsceno por estar frente a una unidad educativa, donde circulan menores de edad.
“Estoy convencida que pese a que la señora se veía corpulenta y tenía voz grave era mucho menor que nosotros, por lo que me sorprendió esa actitud conservadora y puritana a algo que parecía muy tierno además. Por otra parte sé por experiencia que los niños ven en televisión cosas que asustan y hasta ofenden”, comenta Emilia.
El beso y la religión
De acuerdo a sociólogos tarijeños consultados, el beso en el catolicismo tiene una carga ritual y religiosa innegable: “se besan los pies de Cristo y los de los antiguos papas, o su anillo, o los objetos sagrados; o el pontífice besa la tierra del país que visita. Su abanico de connotaciones abarca incluso la traición -el beso de Judas en la mejilla de Cristo para identificarle ante los soldados- o la compasión”.
Así, “culturalmente, el beso se extiende a lo largo de todo el espectro de lo bueno y lo diabólico, desde el beso que da la vida hasta el de la muerte”. Toda esta significación religiosa, según los estudiosos, tiene gran influencia en las ciudades, donde predomina el catolicismo como Tarija.
De esta manera, para la psicóloga María Durán, en Tarija no hay adolescente que no haya recibido una reprimenda por besarse en la calle y agrega que aunque no existen prohibiciones los besos, en cierta medida, se reservan para ambientes privados o se han relegado a la vida nocturna traducida en discotecas, karaokes y pubs.
El beso en la calle
Pero ¿cómo lo percibe la población?, para muchos no es más que una expresión de afecto inocente, por lo que no representa problemas, “es preferible ver besos que borrachos”, dice Ana Liz.
Para otros, sin embargo, resulta incómodo el llegar a ese tipo de manifestación tan personal e íntima en plena calle y a vista de todo el mundo, porque además no faltan los comentarios soeces de alguno que otro transeúnte. “Prefiero no correr el riesgo”, afirma Claudia de 20 años.
Empero, los estudiantes de colegio en edad de enamoramiento suelen ser los que más recurren a los besos apasionados en cualquier calle de la ciudad.
Hablando en cifras de 20 personas consultadas por El País eN, comprendidas entre 25 y 35 años, 19 afirman tener vergüenza de manifestar este tipo de afecto a la vista de todos. Más aún, esta tendencia cambia cuando de adolescentes se habla, pues de diez consultados, nueve aseguran que no se harían ningún problema y aguantarían las retas.
El beso y las bacterias
Pero además de estar entre la línea de lo erótico y lo inocente, muchas personas ven a los besos como transmisores de enfermedades.
En los besos con lengua, donde hay intercambio salival, se sabe que en un sólo mililitro de ésta anidan unos cien millones de bacterias, un intercambio superlativo de microbios.
Por lo tanto, hay quienes consideran que el beso es peligroso. Así, lo expone una madre de familia, que fue reprendida por algunas progenitoras que le indicaron que no era apropiado despedir con un pico a su hijo, pues por vía bucal se transmiten muchos virus.
Sobre el tema, la doctora Giovanna Cari, indica que sobre esta demostración de afecto se dice mucho, incluso que adelgazan. “Si bien es cierto que de boca a boca se pasan miles de bacterias éstas suelen ser inofensivas, ya que la saliva además contiene sustancias altamente desinfectantes”, aclara.
La psicóloga Margot Zubieta, afirma que besarse propone una actividad física, pues además promueve la salud mental y estimula la autoestima. “El beso también disminuye el estrés, la tensión y la ansiedad, provoca un estado de bienestar en general”, asegura.
Un buen beso requiere todos los músculos faciales, en total 34, además de otros 134 músculos extra que configuran la postura en el resto del cuerpo. Una ópera llevada a cabo en la Universidad de Taiwán en 2007 por robots que se besaban requirió tres años de programación.
El beso y la discriminación
Lo que resultó sin embargo impactante, respecto a la resistencia al beso en Tarija es el testimonio de Eunice, miembro del Colectivo TLGB de Tarija (Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales).
Cuenta que al estar con su pareja, tomadas de las manos, la gente las insulta y en una ocasión dándose un beso una señora que conducía su automóvil detuvo el vehículo dándose el trabajo de insultarlas por ser lesbianas.
“La sociedad tiene que ir cambiando su forma de pensar, la discriminación se suele dar por el hecho de que no se conoce lo que es diversidad sexual. Existe una mala información sobre lo que es lo trans que: es nacer en el cuerpo equivocado y lo que es la homosexualidad, que: es amar a una persona del mismo sexo”, explica la joven.
El beso político
Empero, en otro plano, el beso es un gran recurso político. Uno de los más famosos besos de la Historia es el que tuvo lugar entre los líderes comunistas Erich Honecker, de Alemania Oriental, y Leónidas Breznev, de la Unión Soviética, durante el 30 Aniversario de la República Democrática Alemana en Junio de 1979.
Pese a la polémica que desató en Occidente, era realmente un signo común de solidaridad socialista, muy usado desde tiempos de Jruschov. Se conoce además que ambos mandatarios eran muy besucones. Sin embargo, este beso tiene más historia.
“Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal” (en alemán: Mein Gott hilf mir, diese tödliche Liebe zu überleben) es un famoso mural pintado en 1990 por el artista ruso Dmitri Vrúbel en la East Side Gallery, una galería de arte al aire libre, situada sobre los restos del Muro de Berlín. También es conocido como Bruderkuss (“Beso entre hermanos” en idioma alemán) o Brotherhood Kiss (su traducción en inglés).
Fue conocido entonces como un beso fraternal, pues se trataba de la manera sugerida por el protocolo en la que dos líderes socialistas debían saludarse: un gran abrazo seguido de tres besos en mejillas alternas que podía incluso terminar con uno en los labios como signo de celebración entre amigos. Eso fue justamente lo que hicieron.
El fotorreportero Régis Blossu fue el único que capturó a los dos hombres besándose. La imagen dio la vuelta al mundo y Paris Match le dedicó una doble página bajo el título “El beso”.
Pero, más allá de esta particular historia, el beso también es un interesante recurso político en Bolivia y nuestro departamento. Aquí en Tarija no hay político que no haya besado en la mejilla a un niño o niña, a una mujer de escasos recursos o a una joven deportista.
El beso como medidor
Sin embargo, ¿por qué besamos? Los expertos afirman que el beso es adictivo. Como una droga. Nos gusta.
Las pupilas se dilatan. El cerebro se ilumina. Según la neurocientífica Wendy Hill, del Colegio Lafayette en Pensilvania, los niveles de cortisol descienden. Se aleja el estrés.
Pero, ¿y si el primer beso no nos gusta? La relación romántica cae hecha pedazos. Un estudio mostró que el 66% de las mujeres y el 59% de los hombres no empezaron una relación romántica por el desencanto del primer beso.
Así que es posible que el beso sirva para obtener información mutua. El intercambio de saliva podría permitir que el hombre pasase cantidades de testosterona a la mujer para estimularla y hacerla más receptiva al acto sexual.
Los besos también podrían ser una forma de selección femenina mediante el olfato (el beso esquimal no consiste, como se suele creer, en rozar las narices, sino en olfatear las mejillas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario