Las personas que recibieron palmadas o azotes en la infancia tienen mayores probabilidades de sufrir enfermedades mentales de adultos, como trastornos del estado de ánimo, ansiedad y problemas de abuso de alcohol y drogas, dijeron investigadores este lunes.
El estudio, dirigido por científicos canadienses, es el primero en examinar el vínculo entre los problemas psicológicos y el castigo corporal, excluyendo abusos físicos o sexuales más graves a fin de evaluar mejor el efecto de estas formas de impartir disciplina.
Quienes recibieron palmadas o azotes de niños presentaron entre 2 y 7% más probabilidades de padecer problemas mentales más tarde, indicó la investigación publicada en la revista estadounidense Pediatrics, basada en una encuesta de más de 600 adultos en Estados Unidos.
Esa cifra puede parecer baja, sobre todo cuando se tiene en cuenta que la mitad de la población estadounidense recuerda haber recibido alguna palmada en la infancia, pero muestra que el castigo físico puede aumentar el riesgo de trastornos en el futuro, dijeron los expertos.
"El estudio es valioso porque se abre el debate sobre la crianza de los hijos", dijo Victor Fornari, director de la división de psiquiatría infantil y adolescente del Sistema de Salud Judío de North Shore-Long Island en Nueva York.
La tasa "no es mucho mayor, pero es más alta, lo suficiente para sugerir que el castigo físico es un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales de adulto", dijo Fornari, quien no participó en el estudio.
Investigaciones anteriores mostraron en repetidas ocasiones que quienes sufrieron abusos físicos de niños sufren más trastornos mentales de adultos, y son más propensos a involucrarse en comportamientos agresivos que quienes no fueron golpeados.
Sin embargo, estos estudios se han caracterizado por estudiar las consecuencias de abusos físicos más graves.
La actual investigación no tiene en cuenta el abuso sexual y el maltrato físico que deja hematomas o marcas o causa daños.
En cambio, se centra en "el castigo físico fuerte" a niños, definido como empujar, agarrar del brazo, abofetear o golpear a un menor por parte de un adulto.
Si bien 32 países en todo el mundo han prohibido el castigo corporal de los niños, Estados Unidos y Canadá no están entre ellos.
El estudio, que tomó una muestra representativa a nivel nacional de 653 estadounidenses, halló que aquellos que recordaron experimentar severos castigos de niños enfrentan mayores probabilidades de una serie de problemas mentales.
Entre 2 y 5% de problemas, como depresión, ansiedad, trastorno bipolar, anorexia o bulimia, son atribuibles a los castigos físicos en la infancia, según el estudio.
De 4 a 7% de los problemas más graves, como alteraciones de la personalidad, trastornos de tipo obsesivo-compulsivo e problemas intelectuales se asocian con estos castigos corporales en la infancia.
Los investigadores enfatizaron que el estudio no pudo establecer que las palmadas y azotes efectivamente provocaran estos trastornos en algunos adultos, sino únicamente que había un vínculo entre el recuerdo de ese castigo y una mayor incidencia de problemas mentales.
El estudio tomó datos de la Encuesta Epidemiológica Nacional sobre Alcohol y Condiciones Relacionadas de Estados Unidos, recogidos entre 2004 y 2005, e incluyó a adultos mayores de 20 años.
A los participantes se les preguntó: "Cuando era niño ¿con qué frecuencia lo empujaban, agarraban de un brazo, abofeteaban o golpeaban sus padres o cualquier adulto que viviera en su casa?" Quienes respondieron "a veces" o "con mayor frecuencia" fueron incluidos en el análisis.
Roya Samuels, una pediatra del Centro Médico de Niños Cohen, en Nueva York, dijo que los genes de los padres pueden influir en su respuesta a criar a un niño rebelde, así como en la probabilidad de transmitirles ciertas dolencias.
"Los padres que apelan a mecanismos de castigo corporal pueden estar ellos mismos en riesgo de depresión y trastornos mentales, por lo tanto, puede haber un factor hereditario en estas familias", dijo a la AFP.
Futuras investigaciones podrían arrojar más luz sobre el tema. Mientras tanto, el estudio recuerda que otras opciones disciplinarias, como el refuerzo positivo y la eliminación de las recompensas, son consideradas por los médicos como opciones más favorables de crianza.
"La realidad es que si el 50% de la población recibió palmadas en el último año, la mayoría de los niños son resilientes. Es sólo que hay mejores maneras de disciplinar a los niños que las palmadas", dijo Fornari.
"Y para algunos niños vulnerables, el castigo corporal puede aumentar el riesgo de que desarrollen trastornos mentales. Por estas razones es importante realmente minimizar o abandonar el castigo físico".
La Academia Estadounidense de Pediatría se opone a que los niños sean golpeados por ninguna causa y la Sociedad Pediátrica Canadiense recomienda a los médicos desaconsejar los castigos físicos.
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