Mi hijo, que está en la etapa de la preadolescencia, nunca me obedece". Si usted es de los que repite esa frase, ojo, preste atención porque el no saber dar las órdenes de la manera correcta puede tener mucha influencia en los resultados.
Según indican los especialistas, es importante resaltar que las normas varían necesariamente con la edad. No es lo mismo dar órdenes a un niño de 4 años que a uno de 11; por ello, es ideal saber qué concepto de disciplina conviene reafirmar. Si aún no sabe qué hacer, le damos algunas pautas que se pueden aplicar a la hora de mandar a su hijo.
Primer punto: órdenes claras. Es bueno que los hijos obedezcan, pero el adulto debe reflexionar sobre la forma que tiene de mandar y la cantidad de órdenes que emite. La psicóloga Eva Oberlander señala que lo más recomendable es dar pocas órdenes al mismo tiempo y hay que asegurarse de que los niños las comprendan porque, sino difícilmente las podrán cumplir. "Sin gritar, sin pegar y tranquilamente. Cuando los padres mandan deben de asegurarse de que las órdenes han sido claras, breves y perfectamente entendidas", dice.
Segunda oportunidad. Ahora bien, si el hijo no obedece, la experta aconseja repetir las órdenes una segunda vez. "Nunca se debe repetir varias veces lo mismo, porque se suele acabar a voces y disgustados", agrega. Pero las consecuencias que seguirán a la desobediencia deben quedar establecidas claramente de antemano, por ejemplo se le puede advertir que se le retirará algo que sea de su agrado si no realiza lo que se le está pidiendo.
La magia del 'por favor'. Otra recomendación a la hora de mandar a los chicos sería el uso de "por favor", según Oberlander la forma imperativa o de mando provoca mayor resistencia, de entrada, y solo debería de usarse cuando la fórmula de cortesía no ha resultado efectiva.
Es de suma importancia que, cuando haga lo que le pide, alabe y elogie su comportamiento (felicitarlo, decirle lo contento que está de lo que ha hecho, etc.).
Todo en su momento. También hay que considerar como apropiado la oportunidad de las órdenes. Es decir, hay cosas que pueden esperar. Quizás la orden puede ser dada después de que el niño termine algo con lo que está disfrutando, así estará más receptivo que si lo interrumpe. "No se trata de que obedezcan cuándo, cómo y en lo que el adulto quiere en todo momento. O, ¿acaso es de suma importancia que arregle su cuarto cuando está leyendo su libro preferido? Se podría esperar, perfectamente, a que acabe, si con ello hay más probabilidad de que haga lo que se le está pidiendo" agrega la experta.
Hola muy bueno tu blog. Excelente informacion.
ResponderEliminarSaludos!