Liliana, de 13 años, siempre había sentido que podía contarle cualquier cosa a su mamá: novios, calificaciones, su regla, etc. Pero últimamente, admite, que estar con su madre es estresante. "Me hace demasiadas preguntas y siempre me está criticando", dice. La mamá de Liliana ve la situación de otra manera: "Antes mi hija me contaba todo, ahora tengo que hacerle mil preguntas, sino, no me enteraría de nada", cuenta.
Casos como el mencionado anteriormente se ven a menudo en muchos hogares, y es que la relación madre-hija pasa por distintas fases y está llena de sentimientos encontrados que se deben saber manejar sobre todo en la adolescencia, advierten los expertos.
Mal momento para ambas. La relación madre-hija, tiene sus altibajos y en la adolescencia cuando esta es mal llevada puede convertirse en un choque constante con rechazo en los que ambas la pasan mal , señala la sicóloga, Eva Oberlander. Las fricciones frecuentemente emergen en dos etapas: en la primera infancia, de tres a cinco años, y en la pubertad-adolescencia. Son períodos en que se vuelve altamente importante la diferencia y la propia identidad. "Son etapas emocionalmente vulnerables donde se busca la identificación con la madre pero, al mismo tiempo, la separación", agrega la experta. Sin embargo aprendiendo algunas técnicas, se puede ayudar a fortalecer la relación.
Cada una en su espacio. Para sobrellevar esta situación, la experta aclara que es importante tomar en cuenta que cada una tiene una posición y es necesario respetar mutuamente su lugar, "pues hoy en día, con los avances en estética disponibles para las madres, la diferencia física se reduce y esta incluso puede llegar a representar una competencia para la hija en vez de ser su protectora y guía. Por ello es importante poner límites y que los conozcan bien ambas mujeres", recalca.
Cuotas del malestar. También es importante reconocer, dice la experta que no todo se debe a los cambios por los que atraviesa la adolescente, "hay complicaciones en la relación madre e hija que pueden originarse de la necesidad de la mamá de tener una amiga, una cómplice y un reflejo, es decir, en querer cubrir con su hija necesidades que no tiene cubiertas con la pareja, con sus amigos, o con su propia madre; pero por otro lado también pueden originarse de la falta de respeto hacia la individualidad y la libertad de la hija para escoger qué tipo de relación quiere con su madre"
Cada una en su espacio. Es cierto que la relación madre e hija tiene momentos difíciles, pero también puede ser una relación muy rica, resalta Oberlander, "mientras exista respeto en ambas partes y la madre no pretenda ser la "amiga" de su hija, sino mantenerse en su rol de madre, esta etapa de altibajos se puede superar y traer beneficios para un futuro"
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