Rondan los 37 años, son independientes, profesionales, tienen una situación laboral estable y poder adquisitivo medio-alto; son mujeres fuertes y tienen claro que quieren ser madres, pero el reloj biológico acecha y no tienen pareja… éste es el perfil de las mujeres que deciden tener hijos solas a través de las técnicas de reproducción asistida, y gracias a los avances de la ciencia hoy pueden cumplir el sueño de la maternidad.
Y es que los cambios sociales que han tenido lugar durante el último tiempo, en especial en el mundo laboral, han hecho que muchas mujeres que se acercan al final de su edad reproductiva y no tienen una pareja estable, tomen este camino.
En este contexto, el cambio de mentalidad de la sociedad respecto a las madres solteras, junto a la emancipación económica de la mujer y el cambio de las estructuras familiares (incluyendo el incremento de familias monoparentales) ha influido en el incremento de estos casos. Asimismo, hoy existe mayor aceptación de estas madres por parte de la sociedad actual; se ha cambiado el rechazo por la comprensión, aceptación y admiración hacia estas mujeres.
Por todo ello, hoy las mujeres que entienden que estar solas no supone una renuncia a la maternidad va en aumento y expertos están convencidos de que este fenómeno es cada vez más común debido a los cambios sociales que se producen, y siguen produciendo, en el rol de las mujeres.
Reproducción asistida:
regalo de la ciencia
Inseminación, fecundación in vitro, fecundación in vitro con óvulos de donante… son opciones que la mujer tiene dependiendo de la edad y características de cada una y con resultados cada vez mejores.
Sin embargo, la inseminación es la técnica más utilizada en el caso de mamás solteras pues la infertilidad no suele ser un problema para estas mujeres.
“Al ser mujeres que no han querido embarazarse, la mayoría de ellas no tiene problemas de infertilidad, por lo que no es necesaria una fertilización in vitro. Sin embargo, hay un grupo muy reducido que si tiene infertilidad o una obstrucción de trompas. A ellas sí se les hace una fertilización in vitro”, explica Mario Saavedra, Ginecólogo Obstetra de la clínica Los Olivos.
Sea cual fuere la técnica elegida, “se debe explicar el porcentaje de éxito que tiene la mujer de acuerdo al procedimiento que se realizará. Muchas veces se hace un segundo o tercer procedimiento o hasta que se consiga el embarazo”, expresa Saavedra.
De igual manera, el ginecólogo Juan Antonio García Velasco, especialista en reproducción por la Universidad de Yale (EE. UU.) y autor del libro “Quiero ser madre: los secretos de la fertilidad”, clasifica el enfoque reproductivo más adecuado en su libro en función del perfil de la mujer. En el caso de las madres solteras, “el grupo que más ha crecido”, el enfoque reproductivo más adecuado es la inseminación artificial con espermatozoides de donante.
En cuanto a madres tardías, al final de la treintena o al principio de los 40, el tratamiento elegido suele ser la fecundación in vitro. En éste procedimiento la tasa de éxito es de 40 a 50 por ciento por intento; y 90 por ciento en cuatro intentos. El porcentaje de éxito cae al 20 a 30 por ciento a los 40 años, y luego de los 44 años, la tasa es de 5 por ciento.
El donante
Al no tener pareja, el gameto masculino procede del semen de un donante. Esta donación es completamente anónima y manejada por un andrólogo.
“No hay un banco de esperma, pero hay donantes. Los donantes son personas sanas, jóvenes, clasificados para poder donar y que no tienen antecedentes de malformaciones o vicios. Son sometidos a un chequeo general cada cierto tiempo”, asegura Saavedra, que lamenta que no haya leyes respecto al tema de la reproducción asistida en Bolivia. “Existe la necesidad de regular bancos de semen y donantes para garantizar la calidad”, dice.
La historia de una mujer
“Tuve a mi bebé hace un año, cuando tenía 39. Siempre quise ser madre, era lo que más quería. Pero no tenía pareja, y ni estaba cerca a tenerla… pero seguía esperando, con la esperanza de encontrar a alguien y ser mamá. Pero bueno… me di cuenta que tenía 38 años, y que si no hacía nada ahora, ya no sería mamá y me arrepentiría toda mi vida”. De esta manera, Sonia (nombre ficticio) decidió tomar el camino de la maternidad sin pareja. Sin embargo, aunque no tenía el apoyo de un hombre en su vida, si tenía el de su familia.
Antes de expresar su decisión, Sonia se informó de las diferentes técnicas de inseminación artificial, hizo cuentas y meditó lo que iba a suponer esta decisión en su vida y en la de su futuro hijo. Lo comentó con sus amigos y familia. Lo más difícil fue la reacción de sus padres. “Al principio no sabían que decir… creo que no entendían. Tenían sus dudas, pero el momento que nació mi hija, todo cambió”, cuenta Sonia.
Un aspecto de las mujeres que acuden a la consulta para convertirse en mamás solteras, es que tienen las ideas muy claras y todo muy bien meditado. En la mayoría de los casos, son mujeres que cuentan con el apoyo de su familia o que disponen de los medios suficientes para tener un bebé.
Una vez que Sonia decidió convertirse en madre a pesar de no tener pareja, el mayor apoyo vino de parte de su mejor amiga (ya madre de dos hijos) y de su familia, aunque su papá no entendía bien lo que pasaba por la mente de su hija.
El proceso para Sonia fue rápido, aunque no es la regla. Antes de comenzar se hizo todos los examenes correspondientes. “El primer intento por inseminación artificial fue negativo. Pero a la segunda logré embarazarme. Nunca me olvidaré ese día. Ocho meses después, nació mi hija”, dice.
Durante el embarazo, Sonia admite que tuvo el apoyo incondicional y la compañía de su familia. Aunque fue un proceso maravilloso para ella, admite que vivió algunos momentos difíciles, como el miedo a todo lo que involucraba este cambio en su vida, pues “a mayor edad, no sólo hay mayor riesgo, pero una está más consciente de todo lo que supone ser madre, además del miedo que sientes por el parto y el bebé”, admite.
Una vez con su bebé en brazos, empezaba una nueva etapa para Sonia.
“El procedimiento para que se logre el embarazo es fácil. Lo más duro y el reto más grande para estas mujeres es criar a un niño sola, sin padre y luego explicarle al niño quién es su papá”, dice el Dr. Saavedra.
Para Sonia, lo único que le diferencia con el resto de madres es que no tiene una pareja a su lado aunque “comparte las mismas preocupaciones que mis amigas”.
Económicamente sí supone un mayor esfuerzo. Sin embargo, lo más difícil fue, en su opinión, “la espera y el primer intento fracasado”. “Fue angustiante, y eso fue lo que más me afectó… pero valió la pena”, asegura.
Sonia no ha sentido en ningún momento rechazo social por tener un hijo sola, sólo la curiosidad y admiración de amigas que saben lo que supone ser madre.
¿Pero, qué pasará cuando su hija crezca y pregunte por su padre? “Le contaré de forma que lo entienda. Pero yo creo que, si su vida es normal, no tiene por qué tener ningún conflicto personal. En lugar de tener a un padre como figura masculina, puede tener a otras figuras como mi hermano o mi padre”, explica.
A quienes no se atreven a dar el paso por estar solas les dice que es algo “maravilloso”. Eso sí, también advierte que es “duro”. “Todo esfuerzo vale la pena. Es la mejor decisión que tomé”, afirma.
EL SECRETO ESTÁ EN TUS ÓVULOS
En la actualidad, la mujer aparenta una década menos, ya sea en su vida social y laboral o en su aspecto y expectativas. Pero chocamos con la realidad cuando los óvulos, que no entienden de entrenadores personales, cirugías y liftings, envejecen. Y no hay ni un retoque o cirugía que retrocedan el tiempo. Sin embargo, gracias a los avances tecnológicos, la ciencia se burla de la biología y hace posible que la maternidad más allá de los 40 años sea posible. Aunque no podemos rejuvenecer nuestros óvulos, sí podemos congelarlos y rescatarlos años después. Es lo que se conoce como “preservación social de la fertilidad”.
De acuerdo a García, las “mujeres que valoran tener hijos más adelante y no quieren perder sus ovocitos pueden congelarlos por vitrificación, la técnica más novedosa en la actualidad”. No se estropean con los años y se recupera hasta el 90-95 por ciento.
El fin de los años dorados
La edad en la que los óvulos pierden su “calidad” es entre los 35-37 años: a los 35 aún se consiguen buenas tasas de embarazo, a los 37 comienzan los problemas y se agudizan a partir de los 40. Aunque no es facil aceptarlo, a los 35 años las mujeres solo tenemos el 10 por ciento de los óvulos con los que nacimos. Y, cuantos menos van quedando, peor es la calidad. “Mientras más jóvenes sean los óvulos de las mujeres, más posibilidades hay. Mientras va aumentando la edad de la mujer, el porcentaje de éxito va disminuyendo”, explica Saavedra.
Desde que la vitrificación de óvulos es una realidad, tenemos la oportunidad de extraer nuestros óvulos cuando todavía son jóvenes y mantenerlos congelados hasta el día en que la decidamos ser madres. Esta es una opción viable para las mujeres sanas que quieren postergar la maternidad, en pareja o en solitario.
En el procedimiento, habitualmente se sacan alrededor de 10 o 12 óvulos, de los que se congelan los que están maduros. A partir de ese momento, quedan a la espera de que se lleguen o no a utilizar. De alguna manera, es como tener un “seguro de fertilidad”: cuando lo desee, la mujer puede intentar tener hijos sin recurrir a estos óvulos, pero sabiendo que, si no lo logra, ahí está la opción.
Lo que toda mujer debe saber
Es importante que la mujer esté consiente que los óvulos envejecen. Si todas las mujeres supiesen cómo es su fisiología, algunas decidirían tener hijos antes y otras podrían optar por congelarlos. Y es que este es un tema de la sociedad actual… cada vez más mujeres posponen la maternidad, pero no quieren perder la esperanza de ser madres. Por otro lado, existe una falsa creencia: pensamos que podemos dejar pasar el tiempo, porque si hay problemas, la fecundación in vitro podrá resolverlos, y no es verdad, pues la FIV tiene un rendimiento muy pobre por encima de los 40 años, muy inferior al que se consigue cuando los óvulos proceden de una mujer joven, ya sean los suyos congelados o los de una donante.
El futuro del sexo para reproducirse
El sexo para reproducirse puede convertirse en cosa del pasado. Una científica, escritora y presentadora (como se define ella misma en su web) británica, Aarathi Prasad, considera que estamos a punto de llegar a una situación en la que el sexo no sea parte de la reproducción, o que no necesitamos sexo para tener hijos. Así lo ha contado en su primer libro, “Like a Virgin. How science is redifining the rules of sex”. Asimismo, ha puesto sobre la mesa el conflicto de la mujer actual, en el que se divide entre la maternidad y su futuro profesional. Y es que la naturaleza no sigue las mismas leyes que las de la sociedad actual y una mujer de 35 años está entrando a su edad de jubilación si desea ser madre. “Los chicos y las chicas van juntos a la misma escuelas, estudian en las mismas universidades y se dedican por igual a sus carreras. Mientras esto no significa un gran problema para los hombres a la hora de ser padres, sí que presenta dificultades para las mujeres, en cuanto hasta cuándo estarán disponibles para formar una familia”, explica la autora, afirmando que le preocupa que no se hable sobre esto en los colegios, como parte de la educación sexual. “Muchas de esas chicas, cuando quieran tener hijos, tendrán problemas para quedarse embarazadas”, lamenta Prasad.
NÚMEROS
63-75%
las posibilidades de embarazo con TRA para mujeres menores de 31 años que utilizan sus propios ovocitos tras haberse hecho todos los ciclos necesarios.
19-28%
las posibilidades de embarazo con TRA para mujeres entre 41 y 42 años de edad.
85%
de embarazos con técnicas de reproducción asistida son exitosos en mujeres menores de 31 años. La tasa es parecida a la de la propia naturaleza tras un año de mantener relaciones sexuales sin protección.
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