El punto G. Ese que tantos espionajes eróticos ha causado entre hombres y mujeres a la hora de mantener relaciones sexuales, no existe. Es lo que mantienen los investigadores de la Universidad Tor Vergata de Roma que afirman que el orgasmo femenino es mucho más complejo.
Las mujeres tenemos orgasmos CUV o, lo que es lo mismo, orgasmos clitoriuretrovaginales complejos. Es la conclusión a la que han llegado un grupo de científicos italianos que aseguran que el punto G femenino es poco menos que un invento, siempre oscilante entre el mito y la realidad y que, creíamos, era responsable de nuestros mejores orgasmos. Y es que, alcanzar el clímax femenino es un proceso complejo que implica más partes de nuestro sistema reproductor.
La legendaria región vaginal conocida como punto G, considerada altamente erógena y a la que se atribuyen poderes casi mágicos a la hora de conseguir orgasmos, ha resultado ser un mito, como muchas se temían.
Discusión
En realidad el denominado punto Gräfenberg es objeto de discusión desde los años 40. Está supuestamente en un lugar de la pared vaginal, localizado detrás del pubis y alrededor de la uretra. Sin embargo, son muchos los estudios, sexólogos e investigadores que han considerado que no está comprobado y que su supuesto papel como centro del placer sexual femenino es más que subjetivo. Ahora este equipo de científicos italianos, franceses y mexicanos, desmienten rotundamente su existencia y, en su lugar, han hallado una zona mucho más amplia y compleja que, en teoría, permite experimentar un gran placer sexual.
El hallazgo
Es lo que han bautizado como zona CUV, una región erógena formada por clítoris, uretra y vagina y que incluye tejidos, músculos, glándulas y útero. “La conjunción del clítoris, la uretra y la pared vaginal estimulados adecuadamente durante la penetración podría inducir la respuesta orgásmica”, explicó el endorinólogo y sexólogo, Emmanuele A. Jannini, profesor de la universidad y director del estudio.
La investigación también permitió descubrir que en la zona CUV existen ciertos marcadores químicos que procesan las sustancias responsables de la excitación, hecho que podría relacionarse con un hallazgo previo del mismo Jannini, mediante el cual se determinó que el tejido localizado entre la uretra y la vagina es más grueso en las mujeres que decían haber experimentado una excitación del punto G.
Los investigadores, gracias a modernas técnicas de imagen, han podido visualizar las interacciones de los genitales femeninos durante la masturbación o coito, y han concluido que las zonas íntimas de la mujer no son tejidos pasivos, sino estructuras altamente dinámicas y sensibles. De hecho, los autores del estudio aprovechan para condenar a aquellos ginecólogos y cirujanos que cortan y cosen sin respeto, maltratando los nervios, músculos y componentes vasculares de una región anatómica tan altamente sensible.
“La vagina es un tejido activo y sexualmente importante que debe ser respetado. Es algo más complejo que un solo punto”, asegura Jannini. Por ello, recomienda el conocimiento de la anatomía y fisiología de la zona CUV antes de someterla a un procedimiento quirúrgico. Algo que parece de bastante sentido común, por otro lado.
Gräfenberg
El Punto G fue conocido por primera vez en los años 40, cuando el ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg y el estadounidense Robert Dickinson dieron con una zona de “especial sensibilidad erógena” la que se encontraba “en la superficie suburetral del muro vaginal anterior”.
Posteriormente en los 80, la sexóloga Beverly Whipple encontró una región en la que el 90% de las mujeres sentían mayor sensibilidad, la que fue bautizada como Punto G, por el primer estudio realizado por Gräfenberg.
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