La ciencia acaba de corroborar una vieja creencia sobre las personas que ostentan buen sentido del humor: que ellas son, en definitiva, más atractivas.
Tras un estudio sobre el tema publicado recientemente, Eric Bressler, investigador de la Universidad McMaster de Canadá, concluyó que el 62 por ciento de las mujeres eligen como pareja a hombres que las hacen reír, mientras que el 65 por ciento de los hombres prefieren a las mujeres que aprecian sus chistes.
El mismo atributo, explican los investigadores, no solo resulta definitivo para la conquista sino para construir una relación a largo plazo, mucho más fuerte y duradera.
El perfecto relajante
Citado por el diario El Mundo, de España, el psicólogo neoyorquino John Gottman, uno de los mayores expertos en terapia y relaciones de pareja, asegura ser capaz de predecir, con un alto porcentaje de acierto, si una pareja continuará unida o no por largo tiempo, solo escuchando sus conversaciones y el nivel de humor presente en ella.
Gottman hace parte de los expertos que sostienen que las relaciones de pareja se soportan en cuatro bases: el sexo, la economía, la comunicación y el humor.
Una visión similar tiene María Claudia Abello, psicóloga y educadora sexual, quien sostiene incluso que el humor, o goce, está por encima de lo sexual y lo económico. “Cuando se trabaja el goce en la pareja –dice– hasta de los problemas aprenden a reírse”.
Según ella, el goce consiste precisamente en apreciar las cosas sencillas de la vida, en ser capaces de sacar una sonrisa hasta en los momentos más difíciles, pero no como una fórmula mágica que funciona para todas las parejas, porque cada situación es íntima y particular.
Otros analistas, como la psicóloga Sandra Herrera, creen que la gracia alimenta la comunicación y el amor entre las parejas.
“Los momentos divertidos se convierten en una forma de neutralizar los problemas laborales, personales o de otra índole. Los matrimonios, casi siempre, decaen por las crisis económicas y la apuesta es que la sonrisa sea siempre un punto de encuentro para tener de presente más las cosas que unen que las que desunen”, indica.
No obstante, recomienda la prudencia en los momentos en que se usan los comentarios jocosos como un método para aliviar las tensiones.
Sugiere, por ejemplo, no hacer gala de ellos durante una discusión, porque en esos momentos las palabras pueden llegar a destruir. “Lo mejor es dejar que los ánimos se calmen y después sí romper el hielo con algún comentario divertido que puede ponerle freno a un mal instante”, aconseja.
Humor y bienestar
Herrera sostiene que, en general, las mujeres buscan en su pareja siempre lo que les mostró durante la conquista. “En terapia, oigo comentarios del tipo ‘cuando éramos novios eras mucho más chistoso’. La rutina y los hijos no pueden hacer que se pierda esta armonía. La sonrisa aviva a la pareja y eso se siente adentro y lo ven quienes están afuera”, añade.
Por su parte, Victoria Cabrera –con maestría en psicología y docente del Instituto para la Familia de la Universidad de la Sabana– dice que la relación entre el humor y el bienestar de las relaciones es tan importante que ha sido objeto de investigaciones en psicología y medicina.
Desde la primera ciencia, de acuerdo con Cabrera, se ha concluido que la capacidad de hacer reír facilita las relaciones, porque genera confianza y relaja. Y afirma que aun cuando las personas no tengan mucha chispa, “pueden recurrir a un comentario agradable o simplemente traer a colación una experiencia divertida que hayan vivido juntos”.
Por último, la también psicóloga María Helena López explica que aunque el buen sentido del humor es un ingrediente que proporciona bienestar y es un potente catalizador en los conflictos, no se debe caer en el extremo de convertirlo en una manera de criticar, ridiculizar o hacer quedar mal al otro.
Y advierte la importancia de no usar con el otro, términos peyorativos que, por ejemplo, hacen mofa de su aspecto físico, de su forma de ser o de su trabajo. Eso puede resultar bastante lesivo.
Cultivar la risa
Si la risa no es parte de su personalidad, lo mejor es cultivarla gradualmente; forjar un hábito que con el tiempo se convierta en una virtud, como sucede con el orden o la responsabilidad.
No caiga en el error de reírse todo el tiempo, pues el exceso puede sonar a tontería. Cuando un asunto es serio, es serio.
Si el momento de fricción no da para recurrir al humor, evite hacerlo para no empeorar las cosas. Si siente que está a punto de estallar, mejor retírese.
Reviva con su pareja momentos que fueron divertidos y graciosos. Nunca falla.
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