La cabeza de Esteban da vueltas sin parar, mientras hace sus deberes. “Nunca lograré aprobar este examen de historia. Mi padre tiene razón, soy como él, nunca llegaré lejos en la vida”. Se mira al espejo y piensa en lo flaco que está. “Seguro que el entrenador de fútbol no me deja ni intentarlo cuando vea lo poca cosa que soy”, se dice.
Julio está estudiando para el mismo examen que Esteban, y no es un amante de esa asignatura, pero tiene una actitud diferente. “¡Bueno, historia otra vez! Menos mal que me luciré en matemáticas, la asignatura que me gusta de verdad”. Cuando Julio piensa en su aspecto, también es más positivo. Aunque es más bajo y delgado que su compañero, es menos proclive a culpar o criticar su cuerpo. “Tal vez esté delgado, pero corro bien. Seré un buen apoyo para el equipo”, piensa.
La sicóloga Liliana Zabala señala que el amor propio es un sentimiento que las personas deben construir día a día y, en esto, la familia es la principal aliada. “Los padres, a través del amor, la aceptación y los cuidados que les dan a sus hijos, les demuestran lo valiosos que son para ellos y ayudan a que el niño vaya construyendo su autoestima”, explica.
La figura del padre, agrega la terapeuta, es como la columna vertebral para los niños, es el sostén de su ser, mientras que la madre brinda su acogida maternal con sus mimos y adulos mediante el beso y los abrazos a diario. Cuando no se lo vivencia así, en la adultez genera conflictos en la persona y con quien le rodea, sobre todo con su pareja a quien usa para desplazar sus traumas de la infancia.
Afirma que un individuo sin amor propio tiene serios conflictos internos a escala de procesos sicoafectivos, ni ella se valora ni lo hace con su entorno. Por ejemplo, los hijos son los que más sufren porque los utiliza como chantaje con la pareja.
“Esa persona busca que la amen sí o sí, porque tiene carencias desde su niñez y a raíz de esto busca amores conflictivos porque para estas personas amar es sufrir, ahí está el plus de goce para estas personas. Así lo vivenciaron en su infancia, por la ausencia de la figura paternal, o uno de ellos”, resalta. Asimismo, la sicopedagoga Nadia Rocabado coincide en que desde temprana edad se va formando el amor propio que tiene como base el seno familiar, ya que este es quien define en la persona la calidad del mismo.
“Si los padres proporcionan a sus hijos un trato cálido, amor, cuidados y aceptación, le están transmitiendo un mensaje de que son personas valiosas, que a futuro si el entorno le sigue proporcionando seguridad y respeto, va definiendo su amor propio y por ende su autoestima, que a su vez están bastante relacionados con el autoconocimiento y autoconcepto de sí mismo: estos dos últimos elementos nos ayudan a descubrir y a definir nuestras habilidades, aptitudes, intereses, valores, limitaciones, defectos como persona”, manifiesta.
Algunas características
Tórrez afirma que las personas que no tienen amor propio, constantemente se mandan mensajes internos negativos, desprecian sus virtudes, son demasiado autocríticas, no toman en cuenta los halagos, pero sí las críticas, optan por las decisiones de los otros, aunque crean que su opinión es mejor, actúan a la defensiva, se sienten despreciadas, con frecuencia piensan que tienen menos valor que los demás, no están conformes con su cuerpo y desearían ser otras personas.
Por su parte, Zabala agrega que son personas conflictivas, agresivas, generan problemas en su entorno familiar y social, sus frustraciones las descargan en sus hijos, son criticonas, manipuladoras y chantajistas, generalmente se buscan parejas conflictivas.
Además, prosigue, se estancan y no miran el futuro. Todo les parece problema, se involucran en la vida ajena, porque creen saberlo todo. Son personas que se victimizan todo el tiempo para llamar la atención y, generalmente, culpan a sus padres y a otros de sus frustraciones.
En criterio de Rocabado, si una persona no tiene amor propio, aquello se refleja en todas las áreas de su vida, desde su apariencia, en los estudios siempre fracasando por más que se esfuerce, en las relaciones amorosas involucrándose con personas que siempre van a tender a hacerlo menos, incluso a llegar a ser abusivos; en el trabajo no pudiendo tener un buen desempeño, permitiendo que el jefe o los colegas abusen de él o ella. Si el individuo tiene una sobrevaloración de su amor propio se va a reflejar también en todas las áreas de su vida: en el colegio no tendrá amigos, es más, cosechará enemigos o intereses, fracasara en las relaciones amorosas y en el matrimonio; en el ámbito laboral crea enemistades.
Con ojos de amor
Tórrez señala que para tener amor propio hay que quererse uno mismo, lo que acarreará grandes beneficios. Además, al mejorar el autoconcepto, las relaciones personales serán mejores y tendrán buenas opciones de empleo.
Es necesario también, asegura, invertir tiempo en el mundo interior y quererse sin condiciones. Para ello, hay que aprender a tratarse a sí mismo como lo hacen con ese mejor amigo que consideran fundamental en sus vidas.
Al igual que una relación de pareja, el amor propio hacia uno mismo muestra la complejidad de un largo camino, el proceso de autodescubrimiento es interminable. “Debemos pensar: hoy es el momento de asumir la asignatura pendiente, de quererse uno mismo sin excusas. El problema es interno y no externo”, subraya.
Las especialistas coinciden en que es importante que cualquier persona ponga mucho interés en mirarse a sí misma con ojos de amor y que muchas veces la culpa, la excesiva exigencia y los juicios de valor negativos que surgen de un pobre concepto personal, pueden boicotear la felicidad y el éxito que está dentro de uno mismo. “Cuando nuestro amor propio está dañado, no podemos dar lo que no tenemos. Para que hoy tengamos la percepción de cómo somos con defectos y virtudes, debemos aprender las características que cada uno tiene para ser aceptado, en primer lugar, por nuestros padres. Luego de esta primera aceptación, la persona se siente aceptada por el mundo; entonces, ya podemos amarnos como somos y construir nuestro amor propio y autoestima”, apunta Zabala.
Consejos a los padres
Rocabado remarca que si los padres quieren que su hijo tenga un sano amor propio y una alta autoestima, deben evitar menospreciar el esfuerzo con calificativos como tonto, burro, incompetente, flojo o cochino.
“Es cierto que esas palabras salen en ocasiones, pero se debe evitar que eso sea algo rutinario, porque todo lo que salga de la boca del padre o la madre, el hijo lo asumirá como parte de él. Los progenitores deben aceptar a su hijo como es, con sus virtudes y defectos”, indica la sicopedagoga.
Añade que a las hijas no deben criarlas con la idea de que en un futuro se tienen que casar sí o sí, o que tienen que ser unas excelentes amas de casa porque si no, no conseguirán marido. Vale decir, afirma la sicopedagoga, “no eduquen a las niñas para depender de un hombre”
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