Sandra y Luis, ambos en sus 30s, trabajaban en una empresa de marketing y durante dos años fueron amigos; se sentaban juntos en las reuniones, compartían ideas para atraer a clientes y, en ocasiones, tomaban una copa de vino saliendo del trabajo y hablaban de sus propias parejas. Sandra terminó meses atrás con un chico de años, mientras que Luis, a pesar de las típicas peleítas de un matrimonio, estaba felizmente casado. Sandra conoció a la esposa de Luis hace cuatro años; la veía en la oficina y en fiestas de la empresa y le caía muy bien. Sin embargo, la atracción que había entre ella y Luis era innegable. Siempre estuvo allí, pero para ellos era algo platónico, pues ella nunca pensó (y más bien criticaba) meterse con un hombre casado y ser la otra mujer.
Una noche, los dos decidieron tomar un trago luego de una reunión pesada… en ese momento, todo cambió. Él le dio un beso y ella cayó rendida. Y así, en un segundo, Sandra, una mujer exitosa, atractiva, sensible, inteligente e independiente, comenzó lo que sería un affaire con un hombre casado, tomando ese rol que ella nunca en su vida imaginó tomar: la “otra mujer”.
Los medios tradicionalmente representan a la otra mujer como una psicópata solitaria (Glenn Close en Atracción Fatal), una joven lolita desesperada por la aprobación masculina (Mena Suvari en American Beauty) o una mujer que busca dinero o elevar su estatus social. Pero hoy, la otra mujer ya no encaja dentro estos estereotipos.
La pregunta es, si la otra mujer no es esa villana o una paria social, ¿quién es? De acuerdo a una encuesta realizada por la publicación Women´s Health, puedes ser tú: aunque 79 por ciento de las encuestadas dijeron que tener un affaire con un hombre casado nunca es aceptable, un sorprendente 46 por ciento admitió haberlo hecho (y más de la mitad dijo que no se arrepentía).
Aun más intrigante, cuando se les preguntó a las encuestadas si preferían ser la amante o la esposa engañada, más de 62 por ciento optó por ser la amante.
¿Qué revelan estos datos? ¿Significa que ser la otra mujer está perdiendo ese estigma que tenía? ¿Qué está sucediendo? Como mujeres, ¿no deberíamos cuidarnos y respetarnos, en lugar de “robar” el hombre de otra? Investigamos qué es lo que sucede.
¿Qué quiere ella?
Se sigue asumiendo que la otra mujer tiene un plan premeditado para desplazar a la “señora de la casa” y convertirse en la esposa número dos. Mientras que este estereotipo se aplica a algunas mujeres (pues se cree que muchas mujeres buscan algo permanente) de hecho, hoy muchas mujeres caen en un affaire precisamente porque no quieren algo permanente o porque se enamoran sin pensarlo. Casi el 62 por ciento de las encuestadas que han tenido affaires con hombres casados dicen que su “enamoramiento prohibido” no era parte de un plan malévolo para quitarle el esposo a una mujer… Ellas se enamoraron, aunque no querían hacerlo.
Por otro lado, hay casos en los que el matrimonio “en crisis” de un hombre puede ser el catalizador para la relación prohibida. Y es que, muchas veces el hombre habla y se queja sobre su matrimonio y su esposa a su amante. En estos casos, la amante suele “justificar” el affaire.
“La oportunidad de jugar a la “salvadora” es una razón común por la que una mujer termina en un affaire con un hombre casado”, dice Mira Kirshenbaum, terapeuta de parejas y autora de When Good People Have Affairs. “A veces una mujer “decide” que el hombre está con una pareja que aniquila su potencial, y ella quiere ayudar y liberarlo”, explica la experta.
Desde esta perspectiva, ellas ven el affaire más como “una causa noble” que una transgresión moral. Pero, la realidad es otra: por lo general el hombre no está desdichado en su matrimonio, como él le hace creer a su amante.
Otro inesperado incentivo para entrar a un affaire, de acuerdo a algunas mujeres encuestadas, es que los hombres casados tratan súper bien a la “otra mujer”. Y es que el tiempo que tienen juntos es tan clandestino que siempre se siente especial.
Una cuestión evolutiva
Sea cual fuera la razón que lleva a una mujer a un affaire, varias investigaciones explican el porqué de este comportamiento. Los científicos dicen que “robar parejas” sucede en todas las sociedades del mundo. Incluso afirman que es el origen de 10 a 15 por ciento de todas las relaciones románticas, de acuerdo a una encuesta realizada en 17,000 personas de todo el mundo.
“Desde una perspectiva histórica, las mujeres compiten entre ellas para conseguir la mejor pareja”, dice David M. Buss, psicólogo evolutivo y autor de The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating. “Robar parejas es una estrategia efectiva porque hay pocos hombres de “mayor calidad”, por lo que las mujeres compiten para acceder a ellos”, asegura.
En otras palabras, cuando se trata de elegir una pareja, la evolución nos ha condicionado a buscar al “número uno”, sin importar la” hermandad” que existe entre mujeres.
Asimismo, un estudio publicado en la Journal of Experimental Social Psychology, confirmó que las mujeres solteras se sienten más atraídas a los hombres que tienen una relación seria. En el estudio, dirigido por las psicólogas Melissa Burkley y Jessica Parker, se preguntó a hombres y mujeres sobre su pareja ideal. Luego, se les mostró una foto de una persona atractiva del sexo opuesto (su supuesta “pareja ideal”). Sin embargo, la foto era la misma para todos. A la mitad de los sujetos se les dijo que esa persona estaba en una relación, mientras que la otra mitad creía que era soltero. Luego, se les preguntó cuan interesadas estaban en esa pareja. Cuando se les decía a las mujeres solteras que ese hombre era soltero, 59 por ciento de ellas estaba interesada en él; mientras que cuando se les dijo que ese mismo hombre estaba en una relación seria, 90 por ciento dijo que estaba interesada. ¿Conclusión? ¡A las solteras nos gustan más los hombres “tomados”! La pregunta es, ¿por qué? Los expertos explican que es porque un hombre en una relación seria ha demostrado su habilidad para comprometerse y que sus cualidades han sido “pre examinadas” y aprobadas por otra mujer.
Pelea entre mujeres
Pero no sólo estamos más interesadas en el “hombre de otra”, pero somos más efectivas “robando” parejas que los hombres, de acuerdo a un estudio realizado por Buss and Schmitt. Y es que, es menos peligroso para las mujeres que para los hombres, pues la manera en la que la mujer “pelea” es hablando mal de la “otra”. Llamar a una mujer “la otra” es la manera en la que la esposa condena al ostracismo a la amante, y posiblemente, de esta manera hace que su esposo infiel también le dé la espalda a la “otra”.
“Humillar y rebajar a la competencia funciona precisamente porque el hombre aprecia la fidelidad sexual en una pareja seria”, explicaron los autores del estudio. “Estas tácticas debilitan el valor como pareja que tiene la rival femenina”.
Hay recordar que las mujeres debemos ser virtuosas. “Cuando un hombre engaña, está siendo fiel a esa imagen de ser desconfiable. Sin embargo, cuando una mujer engaña está traicionando la idea que afirma que la mujer es intrínsecamente fiel… Claramente, ni un estereotipo es verdadero”, explica Kirshenbaum.
Sagrado matrimonio
Angelina Jolie era todo menos una “cualquiera” cuando le quitó Brad Pitt a Jennifer Aniston y hoy es vista por muchos como una santa, no como una “rompe hogares”. Lo mismo sucedió con Carla Bruni, hoy considerada la nueva “Jackie O”. Ciertas etiquetas hubieran sido inconcebibles años atrás. La pregunta es, ¿por qué las “otras mujeres” ya no son las villanas o las “cualquieras”? De acuerdo a algunos expertos, es así porque nuestra forma de ver el matrimonio ha cambiado: los porcentajes de divorcio son más altos que nunca antes y varios estudios han demostrado que alrededor de la mitad de los hombres y mujeres casados han engañado.
Estas estadísticas explican por qué ya no insultamos, etiquetamos o marginamos a muchas “amantes” como si fueran el diablo. En la actualidad, como cultura, entendemos que las relaciones son complicadas y que cambian con el paso del tiempo.
“Ya no esperamos que todos los matrimonios duren para toda la vida. Así que cuando una mujer se involucra con un hombre casado, o viceversa, no nos sorprende de la misma manera que nos sorprendía antes”, explica Kirshenbaum.
Vale aclarar que ser infiel o “ser la otra” no está justificado y no es una acción moral, pero tenemos que admitir que la perspectiva ha cambiado, lo queramos o no. Aunque siempre será visto como una acción inmoral, no podemos decir que esa mujer es una mala persona… es más… no lo hacemos.
Sin embargo, meterte en un matrimonio, nunca (bueno… casi nunca) termina en un final feliz. De acuerdo a los expertos, Schmitt, Buss y Kirshenbaum, las relaciones que nacen de affaires extramaritales son muy inestables. Una encuesta realizada en 4,126 hombres ejecutivos, encontró que solo el tres por ciento de los hombres que han dejado a sus esposas han tenido una relación seria con la amante. No son buenas noticias para las mujeres que esperan felicidad hasta que la muerte los separe con un hombre “prestado”.
NUMEROS
De 1,400 mujeres fueron encuestadas por la revista Women´s Health. Esto es lo que piensan sobre la infidelidad.
46.3%
dice que se ha involucrado románticamente con un hombre casado.
62.6%
prefiere ser la amante, no la mujer engañada.
67.8%
admitió que el “coqueteo prohibido” fue espontaneo y que no pensaban caer en un affaire.
CIFRAS
29.9%
de los affaires duró varios meses; 22.9% duro más de un año; 20% duró unas cuantas semanas.
13.7%
siguieron juntos.
86.3%
de las relaciones terminaron.
57.9%
dice que no se arrepiente. 42.1% dice que sí.
20.8%
de las mujeres fieles admiten que podría suceder.
68.5%
admite que alguna de sus amigas ha estado involucrada con un hombre comprometido.
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