domingo, 28 de abril de 2013

Soltería, estar sin pareja no es un problema



Liliana ha ido a muchas despedidas de soltera, fiestas de matrimonio y ‘baby showers’. Hasta antes de que sobrepase la barrera de los 30 se la pasó muy bien y parecía tenerle cierto desapego al matrimonio y a las relaciones duraderas, o al menos así se esforzaba en hacer creer a sus amigas, la mayoría de ellas con un hogar ya formado.
Pero ahora las cosas han cambiado, ya no es la misma y hasta las bromas de sus familiares la han puesto a pensar seriamente ¿por qué hasta ahora no ha encontrado a su ‘otra mitad’?
Liliana tiene una vida social agitada, ella misma se encarga de tener algo para cada fin de semana, pero aún así los galanes no aparecen.
¿Será que estoy enviando las señales equivocadas? ¿luzco desesperada? ¿no soy lo suficientemente bonita? Se martiriza a menudo con las mismas preguntas.
A Karla le fue peor, no esperó a cumplir 38 para seguir siendo soltera, cuando apareció un hombre que demostró interés en ella, sin muchos rodeos, se casó. Con el tiempo descubrió que su ‘peor es nada’ tiene más defectos que virtudes.


Por su parte, Fabiola está atravesando una crisis emocional; siempre estuvo rodeada por hombres que la encontraban bonita y divertida, pero ahora que se divorció y lleva más de medio año sin pareja se ha sumido en una depresión terrible, no puede creer que esté sola con lo exitosa que solía ser con el sexo opuesto.
¿Nos empuja la sociedad a estar en pareja a toda costa y ser funcionales a un estereotipo familiar? ¿qué les pasa a quienes no logran encajar en ello? Estas y otras preguntas responden los especialistas.
No hay dónde perderse, dentro de los solteros básicamente se ven dos tipos: los que lo son por elección y los que quieren casarse pero no han podido.

Ser soltero no es una disfunción
Ser soltero no significa tener algún problema, es más bien una decisión. “Un fenómeno que he observado es que suelen ser personas que se enfocan más en sus estudios o trabajo”, explica la sicóloga y sexóloga Rosario Sim, para un artículo de revistaamiga.com. Y es que muchos solteros de nuestra época se concentran primero en la realización profesional, viajar por el mundo y tener otras vivencias en vez de unirse en matrimonio.
Y entre las ventajas de un soltero(a) menciona que tienen solvencia financiera, pues disponen de todo el dinero que ganan, pueden irse de viaje de un momento a otro, así como aceptar un trabajo en otra ciudad sin que sea tan complicado como cuando tienen hijos y esposo(a).
La sicóloga recomienda: “Si un soltero con el tiempo cambia de opinión y de estado civil, debería ser únicamente porque así lo quiso y no por la presión social. Si no, deben ser respetados y apreciados como cualquier otra persona”.

Presión social
La terapeuta familiar Paula Benedict considera que “existe una especie de mandato social por el cual las mujeres deben estar al servicio del matrimonio y de la reproducción, muy a pesar de los logros y reivindicaciones del feminismo”, dice la terapeuta, que agrega que “lamentablemente la mujer madura soltera, en lugar de ser valorada por sus éxitos, y que tiene un proyecto de vida distinto al convencional es juzgada y creen que por algo no pudo formar pareja. Incluso para otras mujeres puede ser vista como rival o con otra preferencia sexual”
La especialista indica también que se “la considera como una mujer sola, siendo esto totalmente errado, pues una mujer madura aunque permanezca soltera posee una red de relaciones familiares y de amistades al igual que cualquier otra persona, por tanto no está sola”.
Por su parte, el sexólogo Erland Roca manifiesta: “En este siglo las cosas han cambiado, la soltería ya no debe ser una preocupación. Ahora ellas están capacitadas tanto a nivel técnico como universitario, llegando a todas las profesiones que antes no podían llegar y muchas veces con más capacidad que los varones; entonces en lo económico no tienen por qué preocuparse, pero sí deben hacerlo en lo biológico, pues a partir de los 35 hay riesgo en el embarazo. De cualquier manera no hay una edad determinada para dejar de ser soltero; cuando existe la química y el entendimiento no hay cómo detener el proceso hasta llegar al matrimonio”.

La diferencia entre el hombre soltero y la mujer soltera
“Por la enseñanza que heredamos, concebimos que la mujer es de la casa y el hombre es para la calle. Por eso es que se valora diferente a un hombre borracho que a una mujer ebria. Tampoco se juzga igual a un hombre solo cuando está avanzada la noche que a una mujer sola en el mismo horario. Además, la idea de que la mujer es delicada y frágil impulsa la idea de sentirse protegida y la mayoría quiere formar un hogar, motivo por el cual es raro verla sola; no así a un hombre”, recalca Roca, a tiempo de hacer notar que se trata de una imposición social.

Hacia una actitud positiva
Encontrar pareja no es cuestión de suerte, Benedict sostiene que las mujeres, además de contar con sus propios atractivos físicos, son capaces de cautivar a sus parejas por su forma de ser, por su capacidad de ser amigas, por sus valores personales u otros atributos intangibles que aportan al enamoramiento y a la continuidad de una relación.

“Es importante considerar que encontrar a una persona ideal para compartir la vida no es un asunto tan sencillo, pues, además del atractivo físico o la juventud, es bastante complejo hallar a una persona que sea compatible y que al menos en parte alcance las expectativas deseables para convertirse en pareja”.

Roca habla desde su experiencia que ha recogido de sus pacientes: “Muchas veces las personas se creen feas a comparación con otras o de lo contrario, se encuentran demasiado bonitas, pero el día en que su comportamiento sea normal (ni muy dada ni muy recatada) y tenga la suficiente autoestima, encontrar pareja será solamente cuestión de tiempo y de actitud”.

Encontrar a alguien especial es un juego de probabilidades: cuanta más gente se conozca, se hace más posible que se encuentre a la ‘otra mitad’.

No se necesita ser un experto para saber que buscar en los lugares relacionados con las cosas que a uno le gustan es lo correcto, pues ahí habrá personas afines.
Lo importante es no forzar las cosas para dar gusto a los padres o a los amigos, porque ellos no son los que van a compartir el resto de la vida con el elegido.
Si estar casado no es parte de sus intereses, los especialistas recomiendan disfrutar de la soltería sin miedos ni sentimiento de culpa

NO HAY POR QUÉ PREOCUPARSE

Paula Benedict recomienda a las mujeres

Sin apresuramientos. Formar pareja a cualquier edad no es algo simple ni automático.

No vales por con quién estás. El propio valor personal no está dado por tener o no tener pareja, la propia valía es intrínseca a uno mismo.

No importa el qué dirán. El cumplimiento de las expectativas sociales sobre las mujeres no debe empujar a forzar una pareja a sabiendas de que es incompatible.

Otra felicidad. Desecha la idea de que la única forma de ser feliz es ser casada y con hijos. La experiencia a veces dice lo contrario.

Otras metas. Tener siempre un proyecto de vida personal independiente del estado civil.

Sin aislarse. Mantener las redes familiares y sociales activas para interactuar sana y creativamente.

Falsa solución. No pensar que tener un hijo es una alternativa para no estar sola, pues sería una enorme carga emocional para el hijo servir a ese fin.

Sentirse libre de emparejarse sin que medie un papel. Disfrutar de su vida como mujer, no olvidar que ser una mujer madura y soltera no significa prescindir de un compañero.

No casarse es también una opción válida

El significado del matrimonio ha ido cambiando con los tiempos. En los siglos pasados, explica Silvana Barrero en su libro Sola, solterita ¡y sin apuro!, la mujer tenía como único fin casarse, tener hijos y dedicarse a su casa. Antes del siglo XVI el amor ni siquiera formaba parte de dicho rol.
Los padres de las jóvenes casaderas debían "colocarlas" en las familias honorables, negociando el matrimonio según su belleza y virtud. La autora afirma que quien no conseguía casarse y no cumplía con su papel se la consideraba poco agraciada, fracasada y un lastre para su familia, que debía seguir manteniéndola. De estas costumbres se han heredado ciertas ideas y actitudes en sociedades en desarrollo y conservadoras como la nuestra.
Desde finales del siglo XIX la mujer pudo mantenerse sola y ser más autónoma. Ya para la segunda mitad del siglo XX las mujeres tuvieron la facultad de decidir con quién casarse y a qué edad, y a inicios del siglo XXI, para hombres y mujeres, no casarse es también una opción.
revistaamiga.com



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