Las palabras “amiga” o “amigo” se utilizan con mucha frecuencia, pero no significan lo mismo para todas las personas y, a menudo, tampoco reflejan la dimensión real de un determinado vínculo social. Algunas personas afirman tener infinidad de amigos. En cambio a otras les sobran los dedos de una mano para contarlos. Para otras la amistad verdadera, como tantas otras facetas de la vida actual, también está en crisis e incluso en peligro de desaparecer.
Para el sociólogo italiano Francesco Alberoni, el término amigo se utiliza para designar “al socio, al conocido, a la persona simpática, al colega, a todos aquellos que está cerca de nosotros”. En algunos círculos, este vocablo también se emplea informalmente para señalar a los novios o amantes.
Los conocidos, según el autor del libro “La amistad”, son “personas que no nos resultan extrañas, sabemos qué piensan, qué problemas tienen, con las que nos sentimos afines y a quienes nos dirigimos en busca de ayuda y se la brindamos con gusto, pero no acaban de inspirarnos una confianza profunda y no les contamos nuestros secretos”.
Por su parte, según Alberoni, el término ‘amigo’ se refiere a “un amigo personal, a quien queremos y que nos quiere bien, se preocupa por nuestra felicidad y, por este motivo, se convierte en un componente esencial de nuestra vida. Este tipo de amistad pertenece a una clase restringida de relaciones interpersonales que se incluye en las relaciones de amor, entre personas”.
Para la psicóloga clínica Mónica Dosil, directora de ISEP Clínic Castelldefels, en Cataluña (noreste de España), “el estilo de vida moderna, la crisis económica y las nuevas tecnologías están provocando relaciones rápidas e inconsistentes y, de alguna manera, poniendo la amistad en riesgo de extinción”.
“La necesidad de contacto entre las personas se ha amplificado, pero la sociedad en la que vivimos, impulsora de la búsqueda de sensaciones y promotora de satisfacciones inmediatas, se está configurando como un agente distorsionador de las relaciones más profundas y duraderas”, dice la experta de una de las mayores redes de atención psicológica (www.isepclinic.es).
Cultivando la empatía
Para Dosil, “las nuevas tecnologías favorecen continuamente las nuevas relaciones, y cuando aparece un conflicto entre dos, ahora lo fácil es cambiar de amigos, ya que solventar el conflicto implica demasiado esfuerzo personal y resulta desgastante”.
Para que una amistad sea sólida y perdure es fundamental la empatía, que según la psicóloga “es la reina de los rasgos positivos de personalidad, ya que nos permite escuchar de forma activa y mostrar un sincero interés, nos posiciona en la piel del otro e implica afecto para uno mismo y para los demás”.
Otro valor para la amistad es “la disponibilidad de tiempo y dedicación, teniendo en cuenta que el ser capaz de escuchar no es suficiente y uno debe implicarse ofreciendo parte de su intimidad, mientras el egocentrismo es su lacra, ya que es el uso de las personas para hablar de uno mismo y aquel lugar donde la palabra compartir pierde su significado”, señala Dosil.
A quien quiere ampliar su círculo de amistades sanas, pero es tímido, la experta de ISEP aconseja aprovechar las nuevas tecnologías “en positivo”, accediendo vía internet a asociaciones y grupos que ofrecen la posibilidad de realizar actividades para gente con objetivos comunes”.
Tomar clases de guitarra, natación, baile o inglés “posibilita realizar un aprendizaje mientras nos vinculamos con la gente que comparte la disciplina”, señala Dosil, que también sugiere “implicarse más en el terreno laboral con las personas y promover la apertura de las relaciones para que surjan oportunidades para compartir otro terreno distinto al profesional”.
“Existen muchas escuelas, academias y centros que ofrecen charlas gratuitas sobre diferentes temáticas, que aproximan a gente con intereses comunes”, agrega la experta.
“Tener claro el objetivo, nos lleva a conseguirlo. Si somos conscientes que es el momento de conocer gente y estamos abiertos a ello las oportunidades se dará. Para ello es necesario una actitud positiva”, según Dosil.
Apertura personal
Según la experta, “para abrirse a los demás y estar receptiva a la gente, cada persona debería trabajar sobre su propia personalidad para favorecer su apertura, ya que si uno es cerrado no podrá abrirse a nadie, y si es frío no podrá ofrecer calidez”.
“La calidad de nuestras amistades es directamente proporcional a nuestra calidad humana: si somos cálidos tenemos relaciones cálidas, si somos más distantes nuestras relaciones van en esa línea. Si queremos relaciones de calidad debemos promoverlas nosotros”, dice la experta.
La directora de ISEP aconseja también tener cuidado con las personas tóxicas: “los más preocupantes son aquellos que se quejan continuadamente, sin ser conscientes de que lo hacen, y que usan a cualquiera para explicar sus problemas”.
También conviene evitar a los aduladores y manipuladores que, según Dosil, son “personas que se vinculan en función de sus propios objetivos. Su principal motivación no está basada en el afecto; ellos hacen uso de las relaciones para satisfacerse. Para ellos el otro sólo es importante si les solventa alguna necesidad”.
Para que una amistad se mantenga y prospere, Dosil recomienda cultivar una relativa continuidad en el contacto, ocupándonos y preocupándonos de los amigos, comunicándonos con ellos de manera efectiva y brindarles afecto, procurando “saber de ellos con periodicidad”.
Y es que “muchas relaciones se pierden porque una vez fallaron”. En opinión de la especialista, el perdón unidireccional no tiene lugar dentro de una amistad sana porque ninguna de las dos personas que la componen está por encima del otro.
“En las relaciones de amistad el valor es la comprensión. Debe comprenderse la no rivalidad. Si nos ha dañado algo de lo que nuestro amigo ha hecho o dejado de hacer, hemos de preguntarnos por qué solo pensamos en la parte de responsabilidad del otro y no en la nuestra. Comprender y compartirlo con nuestro amigo nos llevara al éxito personal y a un hermoso vínculo de amistad”, finaliza la experta de ISEP.
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