sábado, 2 de abril de 2016

¿Eres sapiosexual?



¿Nueva forma de sexualidad? El término puede ser relativamente nuevo, pero no la condición del sapiosexual. De hecho, a los especialistas no les sorprende para nada esta atracción, más aún cuando recuerdan que el principal órgano erótico y sexual del ser humano es el cerebro.

¿Por qué se produce la atracción? Cuando alguien nos atrae, lo último que hacemos es preguntarnos eso. En realidad, son varios los factores intervinientes en este proceso, en el que se entrecruzan la afinidad, la simpatía y la seducción.

Lo primero que viene a la mente para intentar explicarla es la belleza o el encanto físico. Pero hay más detonantes de la atracción; la psicología social recoge por ejemplo estas: las creencias, las aptitudes compartidas, la familiaridad, la semejanza, la proximidad, la reciprocidad, incluso ciertas condiciones de ansiedad y estrés.

La inteligencia
Una conversación interesante, la fascinación con alguien que se especializa en el tratamiento de determinados temas, puede también desembocar en una situación de enamoramiento o, para no ser tan concluyentes, de embelesamiento.

“Sapiosexual” (del latín: “sapiens”, “sabio”) es el neologismo utilizado para describir a aquellas personas, tanto hombres como mujeres, que sienten atracción sexual por la inteligencia del otro. Así, la “sapiosexualidad” es una forma de sexualidad, de atracción erótica. La inteligencia como objeto de deseo.

¿Nueva forma de sexualidad? El término puede ser relativamente nuevo, pero no la condición del sapiosexual. De hecho, a los especialistas no les sorprende para nada esta atracción, más aún cuando recuerdan que el principal órgano erótico y sexual del ser humano es el cerebro.

¿Cómo saber si eres o no sapiosexual? Si te atrae más la inteligencia de un hombre o de una mujer que su físico, probablemente lo seas…
En busca de explicaciones de esta categoría, ECOS recurre a los conocimientos de dos psicólogas bolivianas, una de Cochabamba y otra de Santa Cruz de la Sierra.

La cochabambina Isabel La Fuente aclara que “los sapiosexuales, si bien no son una categoría social como tal o algún tipo de personalidad sexual, sí suelen ser personas que se sienten atraídas por otras por la forma de pensar, analizar la realidad, por la conversación que tienen, y de ahí que el término añada además la relación con la inteligencia, aunque hace más bien referencia a la ‘sabiduría’ de alguien”.

En su criterio, el vocablo ‘sapiosexual’ suele referenciar a las personas que comienzan una relación sexual después de haber comenzado una de tipo más bien “intelectual”.

Según la cruceña Albanella Chávez, estamos hablando de “personas, tanto hombres como mujeres, que buscan y hallan mayor atractivo en la inteligencia, habilidades sociales, la elocuencia de una persona antes que únicamente el aspecto físico. Por ello, consideran que la admiración y la sorpresa son elementos imprescindibles para una conexión emocional. Por ello, en muchos casos, prefieren las relaciones estables, que potencien el desarrollo personal, a aquellas efímeras”.

En Internet circula también esta definición de sapiosexual: “Quien se excita con las conversaciones inteligentes, huye del cortejo rutinario y se enciende con mentes audaces”.

¿A qué se atribuye?
La Fuente atribuye este “enamoramiento” de la inteligencia a la priorización del bagaje cultural, la información, el conocimiento que el otro tiene, puesto que “lo que privilegian es el tipo de conversaciones de las personas con un amplio conocimiento y es esto lo que hace que se vean atractivas sexualmente ante sus ojos”.

Luego, apunta que los sapiosexuales son personas que se ufanan de ser cultas, intelectuales, y que buscan eso en sus parejas, tratan de rodearse de quienes creen inteligentes o sabias. Refuerza su idea así: “Lo que les atrae es lo que se teje alrededor del sujeto amado, un aire de misterio y cultura, conocimiento, sabiduría e incluso algo de pedantería. Esa postura del que ‘sabe’ es lo que enamora”.

El concepto de cultura también aparece en la explicación de Chávez. Ella considera que hay muchos factores a tomar en cuenta, y cita a la televisión y a las películas, donde se resalta la figura con una dimensión intelectual preponderante. “A pesar de que especialmente en nuestra sociedad el aspecto físico se ha vuelto un valor agregado muy importante, igualmente los referentes culturales a nivel mundial de los que se busca información, se leen biografías y estudios, y se busca emular, también aumentan”.

¿Más mujeres?
Miren Larrazabal, psicóloga clínica y sexóloga y presidenta de la Federacion Española de Sociedades de Sexología (FESS), explica para el diario ABC que “parece que hay más frecuencia (de sapiosexuales) en las mujeres por una diferencia de género. Parece que nosotras, cuando nos preguntan cuáles son los valores que buscamos en la atracción, aparte del físico, valoramos mucho la inteligencia. Esto no quiere decir que los hombres la valoren menos, pero responden antes con otras variables que parecen prioritarias”.

En este punto, la psicóloga boliviana Albanella Chávez confirma que “supuestamente hay más mujeres que hombres. ¿La razón? Puede ser por temas ligados a la brecha de género en cuanto al reconocimiento intelectual”.

Para La Fuente, “ambos, varón y mujer pueden ser sapiosexuales en igualdad de proporción, no obstante se cree que hay más mujeres porque a nivel sexual somos más auditivas que visuales, es decir que el erotismo en nosotras nace en el oído, en lo que escuchamos del otro, y no tanto en lo que vemos”.

Las hormonas del amor
Un sapiosexual, de acuerdo con el criterio profesional de Isabel La Fuente, no se sentirá atraído sexualmente por cualquier persona “sabia”, sino por aquella que sabe de los temas que a esa persona le interesan en particular. “Esto hace que, ante los ojos del sapiosexual, el otro vaya apareciendo como alguien atractivo, es decir que de alguna manera es idealizado como ‘perfecto’, poseedor no solo de sabiduría sino también de ‘guapedad’, aunque en realidad no lo sea”.

Así es que se estimulan en el cerebro del sapiosexual las hormonas del “amor” (serotonina, oxitocina y feromonas) que dan lugar al deseo y la atracción sexual.

Lo nuevo de lo viejo
En realidad, la conversación siempre ha sido el mejor mecanismo de seducción, no es que en el último tiempo se haya producido un cierto “debilitamiento” de la atracción física respecto a un interés más intelectual.

La doctora Chávez hace notar que las relaciones sexuales son un fenómeno social que gracias a la globalización tiene elementos vinculados ya no tanto con la dimensión puramente genital. Y para ello pone de ejemplos al sexo tántrico o, en otro sentido, las fantasías sexuales y el desarrollo tecnológico que puede verse en los juguetes sexuales.

Volviendo al pasado, agrega ella, “una figura relacionada podemos encontrarla en la Grecia clásica con la relación homoerótica que establecían filósofos y sus aprendices, siendo allí la categoría determinante el nivel intelectual. Lo que entendemos como sexualidad y relaciones afectivas, eróticas u amorosas cambia de forma dinámica y seguirá cambiando en función de muchos aspectos; entre ellos: avances políticos en la garantía y el ejercicio de los derechos o que los llamados juguetes o accesorios sexuales se hagan cada vez más accesibles y diversos, tanto en sentido económico como para personas con capacidades especiales”.

En este punto, La Fuente sostiene lo sapiosexual “no es algo nuevo, ni de los últimos años, solo que es cierto que ahora hay mucha impostura (está de moda), y debido al surgimiento de nuevas formas de subculturas y tribus urbanas se han gestado grupos de personas que, basándose en series de televisión (y un poco por oposición también), han comenzado a asirse de un estandarte como ‘la cultura’, ‘la inteligencia’, creyéndose mejores que otros grupos, más cultos, más sofisticados”.

Eso, agrega esta psicóloga, más que cambiar las reglas de la estructura sexual, lo que hace nada más es crear identidades grupales, casi tribales, porque muchos se asumen como sapiosexuales para ser identificados por otros como “cultos”, como “sofisticados”. El mensaje de fondo es, en su criterio, “yo no me fijo en lo físico porque yo también soy sabio, inteligente, culto, y por eso me atraen los sabios, porque yo también tengo la suficiente inteligencia para entender lo que dicen”. Y así se crean una especie de guetos sociosexuales que terminan, por oposición, diferenciando a unos de otros.

Lo sexual y lo social
A manera de síntesis, Isabel La Fuente cita que se debe tomar en cuenta que lo sexual y lo social están íntimamente relacionados. “Estamos, por decirlo de alguna manera, socialmente programados para sentirnos atraídos por cierto tipo de personas. Más que programados, condicionados, movidos a que nos atraigan personas que se parezcan mucho a nosotros, a nuestro círculo cercano, social, porque los otros, nuestros parientes y amigos se convierten en garantes del orden social, y nos obligan (con sus comentarios, gestos, aprobaciones y desaprobaciones) a mantener el poder social (a veces también económico) dentro de un mismo círculo”.

Dice que por eso muchas veces terminan gustándonos, atrayéndonos personas a las que consideramos “similares”. Entonces, depende mucho de la imagen que uno tiene de sí mismo, de la imagen que uno quiere que la gente que le importa tenga de sí, para que uno elija también como compañero/a sexual a determinadas personas, para sentirse atraída/o por determinado tipo de personas.

Entretanto, Albanella Chávez cierra la entrevista con una frase: “Sea cual sea la forma que tome el placer o la afectividad, no hay que olvidar su función principal: la plenitud del gozo y el disfrute”.

Cinco claves para saber si eres sapiosexual
1. Elección a largo plazo. Los sapiosexuales asumen que no se guían por cuestiones físicas o de otra índole, sino que valoran la inteligencia y sienten placer ante eso. Un punto interesante es que este aspecto no se orienta, necesariamente, a relaciones casuales. Hay una tendencia a usar este concepto ante elecciones de largo plazo.
2. Juegos previos de alto contenido intelectual. Como parte del ritmo lúdico que toma un encuentro romántico un/a sapiosexual es capaz de generar conversaciones filosóficas, políticas o psicológicas. Forma parte de la evolución lógica en una dinámica en el que la intensidad del eros va de la mano de la variedad de temas que puedan abordarse en un intercambio de ideas.
3. En busca de la estabilidad. La atracción de los sapiosexuales podría estar basada en una variable biológica heredada a través de la cual se buscan determinados factores: una pareja fuerte, segura, confiada y que —de alguna manera— asegure estabilidad en el futuro.
4. La sapiosexualidad no es un fetiche. Es importante destacar que esta orientación no es sinónimo de fetiche sexual. Sin embargo, cuando una persona exagera esta preferencia, sin poder controlar sus impulsos, o que solo logra interés sexual a través de este rasgo, posiblemente pase a ser una patología o un fetiche sexual, como puede ser la exageración inadecuada de cualquier aspecto de las relaciones humanas.
5. ¿Ninfómano/as de la mente? La psicología sostiene que los/las sapiosexuales son estimulados/as o desafiados/as por la manera en que la otra persona piensa. Se enamoran básicamente de la mente del otro, por lo que a veces estos individuos también han sido llamados ‘nymphobrainiacs’ (como ‘ninfómanos del cerebro’, en español), aunque esta denominación puede sonar un poco extrema.
Fuente: Life Style


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