miércoles, 14 de septiembre de 2016

Orgullo virgen: así es el millón de españoles que renuncia al sexo

«Y ahora nos cuentas cómo fue la primera vez que lo hiciste». El equipo de rugby de la Escuela de Ingeniería de Caminos de la Universidad Complutense de Madrid -unos 40 varones de entre 18 y veintimuchos años- recibe a los novatos siempre con el mismo ritual. Se convocan unas cañas y ya animado el ambiente se invita al principiante a subir a una banqueta: «Y ahora tienes que contar tu primera vez con todo tipo de detalles».

A alguno se le debió de atragantar la cerveza cuando le tocó el turno a Manuel Flores, madrileño de 24 años, nuevo ala del equipo: «Yo no puedo contar mi primera vez porque todavía no he tenido primera vez», dijo alto y claro. «Pues te la inventas», improvisó alguien ante la inesperada respuesta del nuevo. «Ni me acuerdo de qué les conté, pero supongo que no tiene la misma gracia inventarlo que contarlo de verdad porque a los más divertidos les hacen repetir y a mí no me han hecho repetir nunca», recuerda con buen humor Manuel, católico practicante y muy orgulloso de su decisión (inquebrantable) de llegar virgen a la noche de bodas.

Un equivalente al episodio de la banqueta para el caso de Soledad Domínguezpodría ser su periódica visita al ginecólogo. «¿Mantiene relaciones sexuales regularmente?», pregunta de rutina el especialista. «No, ni regularmente ni sin regularmente, nunca», respondió Soledad sin sonrojo en la primera visita. «Llevo tres o cuatro años con él y, como ya sabe perfectamente lo que hay, ahora sólo me dice: '¿Seguimos igual?'. 'Seguimos igual'. Y ni me ve siquiera, pide que me hagan una ecografía abdomino-pélvica, pero no me explora, claro». Soledad tiene 42 años, trabaja de funcionaria en la Audiencia Provincial de Badajoz y se presenta en estas páginas con el convencimiento de que es asexual y de que se irá de este mundo con el virgo intacto.

A una vela de cumplir los 50 está Francisco Arza. Valenciano y un ávido lector, posee una biblioteca de 3.000 o 4.000 ejemplares en la que no encontrarán ningún título que sugiera ni remotamente un contenido erótico o sexual. Cimienta su virginidad en un discurso muy similar al de Soledad: no siente atracción física de ningún tipo, no le interesa el sexo ni lo más mínimo, ni siquiera curiosidad le da. «No sólo no me atrae nada sino que lo encuentro un poco animalesco, más vicio que otra cosa», dice.

El póquer de vírgenes que ha ligado PAPEL lo completa la jovencísima Rosa Amador, a la que entrevistamos en la pequeña Almedina (Ciudad Real). Rosa acaba de entrar en la mayoría de edad y es, de los cuatro, la que más alegremente puede pasear su condición de virgen por la vida. No es que Manuel, Soledad y Fran no expresen con libertad su castidad pero si lo hacen suelen recibir miradas que dicen «eres un bicho raro». Rosa no. Rosa es gitana y en su cultura es ley que la mujer llegue «moza» al matrimonio. «Es más que una tradición, es una honra para la familia, lo mismo para la de la novia que para la del novio», explica su madre, también de nombre Rosa, quien acompaña a la joven durante nuestro encuentro.

Hechas las presentaciones de los participantes en este reportaje que pretende sacar del armario a los 1.260.000 españoles de entre 18 y 49 años -más adelante se explicará el origen del dato- que nunca han tenido acceso carnal -que diría un cursi en busca de sinónimos de «virgen»- retrocedamos al inicio de esta aventura que arrancó el día del lejano febrero pasado en que el fotógrafo Luis Cobelo presentó en la redacción la propuesta. Traía una decena de imágenes que había tomado a vírgenes mexicanos. Contaba que fue relativamente fácil conseguir que posaran para su cámara. «¿Por qué no lo hacemos aquí?», lanzó. El reto era interesante. En España se había escrito mucho sobre la virginidad, evidentemente, pero ningún reportaje en que los protagonistas mostraran sus rostros y hablaran de ello con su verdadera identidad.

Pero nada más arrancar la búsqueda de protagonistas quedó en evidencia por qué no se había hecho antes. A diferencia de México o EEUU, concluimos categóricamente, ser virgen en España es un tabú. Muy pocos están dispuestos a colgarse públicamente la etiqueta, básicamente por vergüenza a qué dirá el vecino del cuarto o el quiosquero de la esquina. Lanzamos reclamos en blogs sobre sexualidad (gracias a sanatusexo.com y tusexualidad.info) y escribimos a españoles que buscaban en varios foros anillos de castidad para visibilizar su virginidad.

Nada. Tocamos las puertas de varios grupos de católicos. Nada.«Pensamos que participar en ese reportaje puede dar una visión simplificada y equivocada de la asexuallidad y es por ello que no estamos interesados en tomar parte», nos respondieron en Avenes, la asociación que agrupa a los asexuales en España. Y hasta tres chicas gitanas tuvimos que encontrar porque las dos primeras -ambas de 32 años-, con el estudio fotográfico reservado y todo en uno de los casos, cancelaron alegando un repentino problema de salud y nunca se ha vuelto a saber de ellas. ¿Se arrepintieron en el último momento? ¿Las vetaron en casa?

A Manuel, el chico universitario que juega al rugby, le preguntamos por qué ha accedido a participar en el reportaje. «Me lo he pensado mucho, no te creas, es algo muy íntimo», responde. Pero estoy aquí porque no me avergüenzo de cómo soy. No es que vaya por la vida diciendo "hola, soy Manuel y soy virgen", pero si me preguntan lo cuento sin tapujos».

¿Por qué eres virgen?
No es una respuesta fácil. En principio era por inercia, porque es lo que me habían inculcado. [Toda su familia, los padres y los cuatro hijos -él es el pequeño, los dos mayores son adoptados- pertenecen a la organización católica Comunión y Liberación]. Pero luego llega un momento en que te haces mayor, no tienes el control de tu entorno, puedes hacer lo que quieras, y entonces te planteas por qué. Y aunque ese por qué quizás no sea definitivo, puede que encuentre una razón más fuerte, creo que es porque me parece que el sexo no es algo tan imprescindible como vende todo el mundo. Si basas tu relación en algo superficial entiendo que el culmen de lo físico y el placer sean importantes, pero yo siempre me he sentido más trascendental. Quiero construir algo con otra persona y que sea verdadero, para toda la vida.

Y llegarás virgen a la noche de bodas...
Sí. Me gustaría que el día que me vaya a casar tanto ella como yo seamos vírgenes, nos entreguemos el uno al otro y sea algo especial. Si no, la boda no sería más que una fiesta en la que vas de elegante. La gente me dice: «¿Y por qué esperar hasta el matrimonio, si llevas años con una chica y parece la definitiva?». Y yo les respondo: «Si he esperado equis años por qué no voy a esperar unos más».

¿No sientes al menos curiosidad?
Curiosidad no, pero sí atracción, tentación. Hay veces que me gustaría hacerlo porque físicamente el cuerpo te lo pide, pero no me parece algo incontrolable.
Y dices que hablas abiertamente de tu virginidad con quien te pregunta...

Hablo muchísimo de ello. Desde que estoy en la Universidad sobre todo. En el equipo de rugby al principio les chocaba muchísimo, era un bicho raro, no, lo siguiente. Y cada vez que llega alguien nuevo, primero cree que es broma pero cuando ven que me mantengo en mi postura se sorprenden muchísimo. De lo que me doy cuenta es de que, aunque me respeten, no aceptan que sea diferente. Muchas veces me dicen: «Esta noche te vamos a emborrachar y a meter en un cuarto con tu novia». «Pues bueno, si te hace gracia, pero es mi libertad».

¿Y si luego no hay compatibilidad sexual?
Puede ser, pero yo no baso una relación en el sexo, para mí no es algo importante. Aunque eso fallase mi relación seguiría teniendo sentido.

No menos arduo que el rastreo de protagonistas ha sido la búsqueda de datos que cuantificaran el número de vírgenes. «Yo no conozco estadísticas al respecto», dice Antonio Fuertes, profesor de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca. «La virginidad no ha sido objeto de estudio y no sé si hay una explicación razonable a por qué. Lo que parece claro es que hemos estado más interesados en estudiar la actividad sexual que la no actividad porque la sociedad nos ha llevado en esa dirección».

Tenemos así que remontarnos a la Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales, realizada por el INE en 2003 para diseñar las políticas de prevención del sida y donde se recoge el «porcentaje de personas que han tenido relaciones sexuales alguna vez en su vida». Entonces era el 94,1% de los españoles de entre 18 y 49 años. Es decir que un 5,9% -el 5,4% en el caso de los hombres y el 6,6% en el de las mujeres- nunca había tenido un contacto sexual completo. Extrapolado el porcentaje al número de españoles que en 2003 se encontraban en ese margen de edad, resultan 1.260.000 vírgenes aproximadamente: 590.000 hombres y 670.000 mujeres.

El grueso de quienes nunca habían tenido una pareja sexual se concentraba, obviamente, en el tramo de 18 a 29 años (el 12,3%, un millón de personas), seguidos de los de entre 30 y 39 años ( 2,8%, unas 200.000 personas) y de los de 40 a 49 años (1,9 %, unas 100.000).

En esta última horquilla se encuentra nuestra segunda protagonista, Soledad Domínguez, de 42 años. Aficionada a la costura creativa, colecciona dedales -tiene más de 1.000-, cultiva un huerto urbano en el arriate de su ventana, es la presidenta de su comunidad, tiene abierta una cuenta de Facebook a su pececita Silvia, su único vicio es el chocolate -«todo el mundo dice que es sustitutivo del sexo y a lo mejor es cierto, porque a mí me encanta»-, y cree que el único nombre que le hubiera venido mejor que Soledad es Blanca, por la tonalidad de su piel.

Soledad, ¿por qué eres virgen?
No me interesa el sexo. Nada. Además, la sola idea me da arcadas. Y ya pensar que sea con un hombre, ¡vamos! La gente se ríe cuando lo digo: «¿Qué una cosa tan horrorosa como esa va a entrar dentro de mí? ¡Dios no lo permita!». Y hasta ahora no lo ha permitido.
¿Ni siquiera cuando eras más joven, adolescente, te atraía el sexo?

Yo entonces ni siquiera me planteaba que me gustaban las mujeres. Salía con mis amigas y me decían: «¿A ti no te gustaría tener novio?». «Sí, me gustaría desde el punto de vista de que quieres ir al cine con alguien, de que te apetece hacer un viaje con alguien... Pero luego llegará un momento en que esa persona quiera un acercamiento sexual y yo eso no lo quiero». «Pero eso va en el lote, no se puede tener lo uno sin lo otro», me decían. «Pues entonces, para ellos».
Te defines como una persona asexual, que no siente atracción ninguna por el sexo y, dentro de la asexualidad, como 'homorromántica'.

Es una persona asexual que quiere tener una relación sentimental, exclusivamente sentimental, con alguien, y que ese alguien sea de tu mismo sexo. ¿Difícil, eh? Yo creo que entro en el pajar y me pincho antes con la aguja, porque, claro, en el hipotético caso de que yo encontrara a una mujer asexual a la que le gustaran también las mujeres, además nos tendríamos que enamorar.

¿Has besado alguna vez a alguien?
No, nunca.
Según la citada encuesta del INE, la comunidad autónoma donde vive Soledad, Extremadura, se encuentra ligeramente por encima de la media con un 6,15% de su población virgen -siempre de entre 18 y 49 años- frente al 5,9% nacional. Las regiones con el mayor porcentaje de personas que nunca han mantenido relaciones son Ceuta y Melilla (8,5%) y Murcia (8,3%); y las que menos vírgenes tienen son Baleares (el 2,5%), y Cataluña (4,5%).

En Valencia (5% de vírgenes) reside Fran Arza. Tiene 49 años, nació en el Alahuin, en el Sáhara, donde su padre, militar, estaba destinado en 1966 y se formó como diseñador de moda especializado en vestuario teatral, aunque lo que realmente le gusta y a lo que dedica las horas del día es a pintar. Vive con su madre y nunca ha trabajado. Es vegetariano desde que nació. Y no sabe a qué sabe un beso.

¿Por qué eres virgen?
Al principio, de pequeño, creía que para tener sexualidad tenías que tener novia y como nunca se me dio la ocasión... Luego, con los años, me he dado cuenta de que el sexo no me interesa.

¿No tienes necesidad?
No tengo necesidad ni física ni mental.

¿Nunca has estado enamorado?
Enamorado alguna vez sí, aunque no me hayan hecho caso. Pero no me interesaba tener sexo con ellas. No quiero casarme, ni vivir en pareja, ni tener hijos ni vida familiar. Me gustaría tener una buena amiga con la que salir y compartir cosas y a las diez cada uno a su casa.

¿Y no sientes curiosidad?
Sé cómo es pero no me interesa.

Sabes cómo es ¿por las películas?
Algún pedazo de películas X he visto y personalmente me parece una guarrería, una cosa absurda que no refleja lo que es el amor, me parece un teatrillo.

Los clubes que pregonan la virginidad abundan en los países más puritanos del continente americano, como EEUU o México, pero en España sólo se ha registrado un caso. Se llamó Club de Castidad Europa y lo abrió el jienenseMarcos Gutiérrez en 1994. Los medios hicieron cola para entrevistar a este inédito grupo de jóvenes que defendía la monogamia, la familia y la virginidad hasta el matrimonio.

En 1997 se disolvieron afirmando sentirse superados por las feroces críticas recibidas. Dos décadas después, localizamos al impulsor de la iniciativa -de 60 años, físico de profesión- y le preguntamos qué le llevó a abrir una asociación pro castidad. Parece que fue más un juego que un intento serio de fomentar la abstinencia. «No hubo una motivación trascendental. Estaba tomando unas cervezas en un bar, vi un reportaje de Bill Clinton apoyando la castidad en las escuelas y decidimos crear el club aquí para apoyar que no se frivolizara tanto sobre el sexo y se fomentara la educación sexual en los colegios. En aquella época había muchos casos de sida...

A Clinton lo nombramos socio honorario. Recibimos muchas cartas apoyándonos pero también atacándonos y, al final, por aburrimiento, lo cerramos. Fue más bien un experimento».
«¿Por qué eres virgen, Rosa», preguntamos a la benjamina, 18 años, quien acaba de suspender su primera intentona con el teórico del carné de conducir y anda sopesando si retomar los estudios que dejó en 2º de ESO y acometer su sueño de ser abogada. Ella y sus primas son las únicas chicas gitanas de Almedina, 900 habitantes en el sureste de Ciudad Real. «Porque quiero esperar al matrimonio, como es nuestra tradición, así me lo ha enseñado mi madre desde pequeñita», responde.

Te someterás a la prueba del pañuelo, claro.
Sí.

¿Y en tu entorno piensan como tú?
Salgo con mis primas, que también son gitanas y dicen igual que yo, que hasta que no se casen nada.

No es lo habitual que las chicas españolas de tu edad esperar al matrimonio...
Lo sé y lo veo normal en el caso de ellas porque no son como nosotras, que tenemos más los pies en el suelo y sabemos lo que está bien y lo que está mal.

¿Y tu decisión es inquebrantable?
Sí, llegaré virgen al matrimonio.

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