Te ha pasado que por cansancio, estrés laboral o algún tipo de molestia física, lo único que esperas al finalizar la jornada es llegar como sea a la cama y tener un sueño reparador que te suministre las energías necesarias para el día siguiente?
Pues parece ser que a casi todos nos sucede, sin embargo hay un pequeño detalle: el amor de tu vida, ese con el que compartes la cama ronca, se mueve demasiado, se levanta muchas veces al baño, ve televisión hasta tarde, tiene constantes pesadillas y para colmo ocupa dos tercios de la cama y se lleva la frazada. ¿Qué hacer?, ¿resignarte?, ¿huir al sillón o al dormitorio de visitas es mala idea?
El psicólogo Óscar Urzagasti considera que “sería mal visto que la pareja se separe para descansar en camas diferentes. En este caso, los hijos o personas que viven con ellos pensarían que están peleados”. Para el especialista, la primera opción debe ser la comunicación, es decir formular el problema y tratar de hallar una solución conjunta y creativa. Cita como ejemplo la posibilidad de reemplazar la cama de dos plazas por una de tres. “Así cada quien tiene espacio para dormir a gusto sin sentir las incomodidades que pudiera causarle su compañero”.
Un artículo publicado en el diario El País de Madrid —Dormir en camas separadas ¿mejor para la pareja?’ — refiere que los cónyuges tienen diferencias, incluso peleas, hasta 167 veces al año en la intimidad de su habitación, o sea casi a razón de una día por medio. Entre otras, la causa número uno es “el robo” de la sábana o la colcha, seguida de los ronquidos y de las pugnas por regular la temperatura (por ejemplo pies muy calientes o muy fríos), según una encuesta.
El experto británico en sueño Neil Stanley, citado por dicho periódico, lo tiene hasta cuantificado. Asegura que las parejas que comparten la cama tienen un 50% más de posibilidades de tener conflictos que aquellas que deciden “divorciarse temporalmente” cuando llega la noche. El término alude a un acuerdo al que llegan para dormir separados.
Adaptación a los cambios
Con el paso del tiempo, las personas envejecen, cambian de hábitos y demandan nuevas cosas que no siempre son del agrado o necesidad del otro. Por ejemplo, uno gusta de leer antes de descansar, mientras que el otro no soporta la luz; uno se levanta muchas veces por la noche y el otro es extremadamente sensible y el mínimo ruido le despierta y le causa insomnio.
“El que una pareja duerma en unión significa que la relación está muy bien. Si una de las partes siente algún malestar o se levanta a beber agua, por ejemplo, es normal que la otra se preocupe y le pregunte si se siente bien o necesita ayuda”, explica la psicóloga Mónica Soliz.
“La cama marital no es sólo un lugar donde dormir. Representa proximidad, compartir, la definición misma de matrimonio”, afirma el columnista Tim Lott en el artículo publicado por el diario español.
Sin embargo, otros especialistas consideran que si los cónyuges están en condiciones de administrar con madurez la idea de dormir separados, sin que se dañe la relación, es posible darle prioridad al descanso reparador, sobre todo si uno o ambos se desempeñan en fuentes de trabajo bajo mucha presión.
Stanley propone optar por soluciones de compromiso, por ejemplo: de lunes a viernes dormir separados y los fines de semana juntos, o a la inversa. Armar dos camas en la misma habitación es otra opción y en tal caso habrá que ser muy respetuoso y tolerante con las prácticas del otro para que el consenso alcanzado dé los frutos esperados
El psicólogo Carlos Velásquez señala que un tema como éste tiene que ver también con la economía de los esposos o convivientes. “Habrá que ver si se tiene la posibilidad de tener dos habitaciones (una para cada miembro) o para comprar dos camas”, reflexiona.
Además, si se opta por ocupar diferentes espacios es posible que alguno se moleste y sienta que, en realidad, se trata de desamor. “¡No te preocupas por mí, pude ahogarme!”, “¡tenía miedo y ni siquiera me abrazaste!”, podrían ser los reclamos.
Dormir bien es crucial
Cuando dormimos somos tremendamente egoístas, no nos importa más que nuestro bienestar. Dormir bien es crucial para la salud física, mental y emocional de las personas.
Para la intimidad
Stanley señala que en la Roma antigua, la cama compartida era para el sexo, pero no para dormir. Las parejas se unían por minutos y luego cada quién partía a su cama.
La historia
El hábito de compartir la cama se remonta a los comienzos de la revolución industrial, cuando las familias se trasladaron en masa a ciudades donde disponían de menos espacio para cada uno.
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