domingo, 27 de mayo de 2012

¿Qué es ser madre?

Seguro que están diciendo: ser madre es criar hijos, ser madre es lo más bello, es la labor más hermosa, es una bendición, etc., etc., etc.

Estamos de acuerdo, todo eso y más. Pero también ser madre: Es perder el modo de caminar. Es olvidar que hay que dormir. Es ser chef de menú complaciente.

Es ser enfermera, pediatra, odontólogo, dermatólogo, terapeuta, psicólogo, político, sacerdote, maestra, vidente, chofer, deportista, hada madrina, bruja, policía, gendarme, vigilante, árbitro y Ministro de mantenimiento y conservación ambiental. Cada día le agregamos más profesiones a esta lista y sin haber tomado un solo curso.

Todo se intensifica: La responsabilidad, las preocupaciones, las angustias, el tiempo: las horas y los días son más cortos o más largos, realmente no lo sabemos.

Somos el clon de: Superman, Flash Gordon, la Mole, la Mujer Maravilla y Barney, todos juntos.

Ser madre ha significado cambiar mi estilo de vida y cambiarlo con frecuencia, eso dependiendo de las edades y las necesidades de mis hijos. Tal vez pensarán: Esta se la da de madre entregada y sacrificada. Están equivocados, todavía no les he hablado de la entrega y el sacrificio.

Como madres, no tenemos tiempo de pensar en el sacrificio y la entrega, eso sucede espontáneamente. Los cambios vienen por sí solos, desde que los bebés entran en el vientre, los cambios llegan, solitos, nos adaptamos sin darnos cuenta.

Protestamos, muchas veces, protestamos y luego nos olvidamos para volver a protestar, después sonreímos y seguimos adelante, con pasos cortos, llevándolos de la mano rumbo al norte, subiendo cuestas, a cuestas, llenas de un amor profundo e intenso, llenas de grandes alegrías y aspiraciones.

Ya no podemos pensar en función de nosotras mismas, todo depende de nuestros hijos, la mínima cosa que hagamos, depende de ellos.

Fiestas, cines, playas, trabajos fuera de casa, el dinero, dormir, vacaciones, hasta el tamaño del vehículo depende de la cantidad de hijos, todo, absolutamente todo, está condicionado, ya sea que vamos solas, ya sea que vamos con ellos.

Si vamos solas, cosa que es extremadamente difícil y complicada, debemos tener en cuenta un cúmulo de factores que cumplan con su bienestar y si nos los llevamos con nosotras, debemos tener en cuenta un cúmulo de factores que cumplan con su bienestar.

Cualquier cosa en detrimento de los hijos, es culpa de la madre, -que más mala no pudo ser- y sin contar el susto y el remordimiento propio.

Hay el pensamiento y sentir generalizado, de calificar las cosas de esta manera: Si los hijos resultaron problemáticos o peor aún terminaron siendo delincuentes, es culpa de la madre, no supo criar a sus hijos, no fue una madre dedicada, pero si los hijos resultaron hermosos y promisorios, entonces la madre tuvo la gran suerte de que le salieran hijos tan buenos.

¡Qué hijos tan buenos te dio Dios!

¿Y los hijos malos?, ¿quién los envió? Entonces los hijos buenos, son producto del beneficio divino y los hijos malos son productos de una mala madre. Además esa es una óptica ajena, difícilmente tenemos hijos malos:

¿Cuál hijo malo?, será el tuyo que es malo.

Se es madre con toda la buena intención de serlo, con todo un inmenso amor que no sabíamos que teníamos escondido y que cada día va creciendo y creciendo, a pesar del cansancio, de los desvelos, de los sustos, angustias y preocupaciones. El hijo es la extensión del corazón de una mujer.

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