sábado, 13 de octubre de 2012

Saber entender la rebeldía de los adolescentes no es difícil

La rebeldía es una etapa en la adolescencia que se caracteriza por una actitud violenta y opuesta a los límites establecidos. Pueden pasar por una fase en la que parece como si para ellos lo importante fuera sólo lo inmediato, y no se atreven a creer en nada más, porque tienen miedo a decepcionarse luego. Prefieren creer en poco y esperar en nada, porque así se sienten más seguros.

Hay padres que no han hecho la tarea de educación que tenían encomendada. Los hijos se van tornando rebeldes a medida que van ganando a los padres las pequeñas batallas que plantean cada día. Pero siempre hay tiempo de darse cuenta que los padres tienen la obligación ineludible e irrenunciable de seguir educando a sus hijos, aunque estos no lo quieran. Por lo menos mientras vivan bajo su techo familiar.

Es un proceso de tira y afloja, donde siempre gana el que más interés tiene en ganar, y pierde el que se deja ganar sin luchar lo suficiente. Los padres tienen la grave obligación moral de no dejarse ganar en la educación de los hijos.

Es imprescindible educar a los hijos para que la sociedad no les castigue cuando sean hombres. Si los padres no han dado a sus hijos la educación adecuada, o estos no la han asimilado, cada vez será más difícil convencerles de que tienen que cambiar y dejar a un lado esa rebeldía que empiezan a practicar.

No es imposible impedir a los hijos que hayan empezado a descarrilarse, se paren y no lo sigan haciendo, todo es cuestión que los padres estén bien formados, dediquen mucho tiempo y sobre todo mucho cariño hacia sus hijos, principalmente a los que han empezado con problemas.

En manos de los padres está salvarlos o condenarlos cara al futuro. Los padres no pueden limitarse solamente a darles buenos consejos y advertencias. Para obtener resultados satisfactorios para el presente y futuro de los hijos rebeldes, los padres tienen que empezar también una etapa de fuertes normas disciplinarias y sus correspondientes castigos.

Los padres tienen que explicarles las nuevas normas de la familia, horarios de entrada y salida de la casa, trabajos domésticos, tareas escolares, asistencia a la escuela, calificaciones escolares, relaciones con determinados amigos, manejo del dinero familiar y un largo etc. Indicarles también que si no las cumplen les va a poner unos fuertes castigos y que los van a hacer cumplir.

Si los padres no pueden o no saben hacer cumplir los castigos impuestos, las alternativas que les quedan son muy pocas: Llevarles a la fuerza a algún consejero social especializado en casos difíciles, llamar a la policía si la cosa se agrava, o mantenerlos en la casa todos los fines de semana, estando bajo su vigilancia. Tienen que empezar a hacer lo que en su día no hicieron, que es el darles disciplina en la educación.

La sociedad actual no acepta las rebeldías de los adolescentes, ni aunque sean contra sus padres. Los padres no pueden consentir que en la familia haya un mal ejemplo para los otros hermanos, deben aprender a negociar con sus hijos lo que estos tienen que hacer y lo que no tienen que hacer, explicándoles bien claramente que en esa edad de la adolescencia les quedan muy pocos años o quizás meses para que se puedan seguir permitiendo el lujo de tener opiniones propias (hijos) con manutención y cuidados ajenos (padres).

En cuanto cumplan los 18 años se les terminarán los privilegios de vivir en la casa familiar exigiendo de todo pero no dando nada. Entonces los hijos tendrán que elegir entre vivir en casa de los padres, con las comodidades que ello conlleva, seguir ejerciendo o no la rebeldía, obligatoriamente, yéndose de la casa familiar a vivir su propia vida.

Pero háganles saber que la calle es muy dura, principalmente a esas edades de la adolescencia y sin la protección de la familia, produce muchas posibilidades de terminar en la cárcel, en el hospital, en el cementerio o con una paternidad irresponsable y la vida destrozada para el futuro.

Es muy alto el precio que van a pagar por su rebeldía. La rebeldía lleva a los adolescentes por un camino de pandillas, alcohol, drogas y sexo que siempre termina mal, Los padres no se pueden olvidar que tienen la responsabilidad civil y económica de todo lo que hagan sus hijos mientras estén bajo su patria potestad, es decir hasta que cumplan los 18 años.

Es muy posible que en los tribunales de justicia exijan a los padres que cumplan las responsabilidades cuando los hijos cometen actos delictivos, incluso si no asisten regularmente a la escuela. Si el problema de la rebeldía de los hijos proviene de la convivencia con determinados amigos o pandillas, tienen que hablar con los padres de esos amigos e incluso prohibir a sus hijos que se relacionen con ellos.

Una de las mejores soluciones con los hijos rebeldes es acompañarles personalmente a la escuela y pasar a recogerlos, para que posteriormente se queden en casa, hagan las tareas y no salgan con sus amigos. Para cumplir este objetivo es muy posible que el padre o la madre tengan que modificar sus horarios de trabajo u otras ocupaciones, pero vale la pena hacerlo por el bien presente y futuro de los hijos.

Si cuando son adolescentes con menos de 18 años ya se enfrentan a sus padres, y estos no pueden con ellos, imagínense lo que sucederá a medida que vayan creciendo o cuando dejen su casa familiar.

No hay soluciones mágicas en la educación de los hijos, solamente hay mucha dedicación, estar bien formados e informados leyendo libros sobre educación, dedicarles mucho tiempo a los hijos hablando con ellos y saliendo a pasear, tener muchísima paciencia, ser muy rectos en el comportamiento y ejemplo personal, ser coherentes en lo que se dice y en lo que se hace, consultar con los mejores expertos, saber con quiénes andan, hablar con los padres de los amigos, vigilar a sus amigos, suprimir mucho del tiempo dedicado a la televisión, al internet y a todo lo que les aíslan del mundo familiar, comer y cenar todos juntos y sentados a la mesa, asistir a la Iglesia todos en familia, etc.

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