jueves, 11 de abril de 2013

Aprenda a detectar el problema de dislexia en su niño


La dislexia se caracteriza por el intercambio de una letra por otra como el de la B por la D.

La dislexia es un problema que afecta cada vez a más niños y niñas en nuestro país, este trastorno específico del desarrollo, consiste en la dificultad por distinguir letras o grupos de letras, así como su orden y ritmo en las palabras y frases, entonces los conceptos se vuelven poco comprensibles, para los niños y niñas de modo tal que la lectura comprensiva da un resultado inferior a lo esperado para cada edad o grado.

Según algunas estadísticas, la dislexia afecta en mayor o menor grado a un 10 o un 15 por ciento de la población escolar y adulta. La dislexia se presenta en muchos grados, desde pequeños problemas superables a corto plazo, hasta una dificultad que se arrastra hasta la edad adulta y que se aproxima como en un continuo hacia la disfasia, que es un problema más grave y profundo de todas las áreas de lenguaje,

El comportamiento del niño disléxico se ve afectado en general, ya que se observan: 1.- Problemas de lateralización (dificultad para orientarse en cuanto a izquierda); 2.- Desorientación espacio-temporal (le cuesta ordenar los días de la semana); 3.- Problemas de percepción (conflicto para seguir el ritmo de los sonidos) y 4.- Alteraciones en su psicomotricidad (confusiones en la pronunciación de palabras que se asemejan por su fonética).

Sin que exista un problema visual o auditivo y mucho menos de coeficiente intelectual.

M. Thomson, la define como “es una grave dificultad con la forma escrita del lenguaje, que es una independiente de cualquier causa intelectual, cultural y emocional”. Se caracteriza porque las adquisiciones del individuo en el ámbito de la lectura y el deletreo, están por debajo del nivel esperado en función de su inteligencia y de su edad cronológica.

Realizar este diagnóstico es fundamental como máximo hasta el segundo grado de primaria, para realizar una pronta intervención evitando que se mantengan las inversiones y omisiones que impiden alcanzar un buen nivel de lectura, escritura; comprensión lectora y retención de la información.

Al iniciarse la escolaridad se pueden presentar algunas de estas situaciones, pero de acuerdo con el desarrollo en aula deberá corregirse, caso contrario se deben tomar cartas sobre el asunto buscando una evaluación pertinente y especializada. El método elegido para el aprendizaje de la lectura influirá en la aparición de este trastorno. No hay métodos buenos ni malos, cualquier método es bueno si se aplica adecuadamente.

En la familia se debe estar atentos a algunas conductas como desarmonía, para seguir ritmos con palmadas, dificultad para reconocer izquierda, derecha, lejos, cerca, pre-escritura desigual en tamaño y presión de los trazos realizados, contar de manera desordenada hechos o actividades que haya realizado, escribir número o letras al revés como un efecto de espejo, dependiendo de la edad.

Existen varias estrategias que pueden coadyuvar para prevenir este problema y que se pueden realizar desde la casa como: repetir rimas infantiles, repasar las calles cercanas al hogar, ayudar en la casa especialmente en la limpieza y el orden. Es importante que se acabe una actividad antes de iniciar otra, que se dé en un plazo límite y se haga el esfuerzo por concluirla en dicho tiempo.

Ofrecer opciones ante situaciones de la vida diaria, por ejemplo: ¿qué prefieres vestir, comer, jugar, etc.? Dejar que decidan por sí mismos y confiar en sus decisiones harán que se incremente la seguridad y confianza en sí mismos.

Recordemos que en muchos casos los pequeños fracasos pueden llevar a tener una baja autoestima e inseguridad en lo que se hace y en la toma de decisiones, el niño y niña debe sentirse capaz y saber que lo que aporta es valioso para los demás. El propósito de los padres es que los niños desarrollen auto-respeto así como fe, en que sus habilidades les ayudarán a superar los retos de la vida.

Dejar que cometa errores enseña lecciones invaluables, para desarrollar la confianza en los niños, el papel de los padres es guiar a los hijos y no obligarlos a seguir un modelo ya planificado de lo que “queremos que sea”. El solo hecho de decir «yo lo hago por ti» puede crear dependencia y disminuir la confianza en los niños. Lo ideal es balancear la necesidad de proteger con la necesidad de los niños para realizar nuevas tareas y retos.

Cuando el niño obtiene un logro es fundamental reconocer y celebrar lo que a la vista del adulto es sencillo, pero para el niño representó un gran esfuerzo para recordar, representar, realizar una acción que no podía hacerla bien. Pero entre una buena autoestima y la soberbia hay una delgada línea, celebrar los logros de un hijo no significa hacerle pensar que los otros se equivocaron y que él es perfecto.

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