lunes, 5 de diciembre de 2011

Enemigos del matrimonio , orgullo y soberbia

Son problemas que si no se solucionan a tiempo acaban por destruir el matrimonio. Dentro de la relación de pareja es necesario dejar de lado el egoísmo, la excesiva autoestima y el amor propio desmedido para dar lugar a la otra persona. Es mejor dar que recibir

Sergio y Mariela llegaron a la separación simplemente porque los dos eran demasiado orgullosos. Ninguno quería dar su brazo a torcer y siempre anteponían sus intereses y opiniones personales antes que las del otro.
Después de estar separados un tiempo, decidieron retomar su relación y buscaron ayuda. Recibieron terapia en pareja y aprendieron a valorarse uno al otro y a respetar sus opiniones.
“Gracias a Dios dejamos de lado nuestro orgullo, soberbia y egoísmo y aprendimos que es mejor dar que recibir, sin esperar nada a cambio”, cuenta Mariela.

Excesiva autoestima
Susana Álvarez, directora del ministerio de matrimonios Unidos por Siempre, asegura que el orgullo, la soberbia y la arrogancia, son sinónimos de excesiva estima, o amor propio, que busca la atención y renombre, menospreciando a los demás, sintiéndose superior a ellos, mostrando que no necesita de nadie y que puede autoabastecerse solo.
“Hoy en día las parejas no reconocen la necesidad de que Dios sea el centro de su relación, por eso el resultado ha sido una pérdida de valores y prioridades dentro del matrimonio”, señala.
Agrega que el egoísmo, la independencia, el orgullo, la soberbia y la arrogancia, han destruido la naturaleza divina de la unidad de pareja que antes era darse, amarse y honrarse.

Características
La sicóloga Claudia Tórrez explica que entre las características que distinguen a las personas orgullosas y soberbias es que son susceptibles y no toleran la más mínima crítica. Por otro lado, en una reunión, muestran muchas dificultades para pasar desapercibidos y tienen una tendencia a hablar siempre de ellas, de lo que hicieron y de sus planes. De otra forma, pierden el interés en la conversación.
Ante estas características, prosigue, resulta muy complicado intentar conciliar con la otra persona. “Quien está enfermo de orgullo y de soberbia necesita el reconocimiento explícito o implícito de sus cualidades y logros, por lo que resulta imposible la convivencia, ya que como se dice estas personas reclaman pleitesía, sumisión y acatamiento en forma permanente”, concluye.
A veces estos problemas se presentan porque hay ciertas heridas en el alma y raíces de amargura causadas por situaciones traumáticas que se dan especialmente en la infancia, que bloquean y endurecen el corazón de las personas, volviéndolas incapaces de perdonar y de pedir perdón. “Todo el dolor que no pueden resolver, a alguien se lo quieren cobrar”.

Consecuencias
Para la sicóloga Maricel Córdoba, el momento más crítico que puede haber dentro del matrimonio es cuando los egos entran en competencia, debido a que anulan completamente la humildad y el diálogo. Es ahí cuando la relación se convierte en una verdadera bomba de tiempo, donde ambos tienen ataques emocionales expresados de diferentes formas.
Por ejemplo, expresa, en el hombre se crea la necesidad de buscar un remplazo inmediato ante las carencias, es por eso que este somatiza menos, ya sea porque toma este acto como la opción de huir o porque posiblemente para él ya sea una costumbre, mientras que la mujer, por ser más emocional, tiende a deprimirse, a entrar en un conflicto consigo misma y aparecen síntomas como trastorno de ansiedad, hipocondría, también la obesidad, hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares, cáncer, etc. “Todo lo que podríamos llamar estrés sicosomático o relax”, subraya.

Una barrera destructiva
En el caso de las parejas, afirma Susana, el orgullo hace escarnio de sus vidas por cuanto no pueden unirse de una manera total, porque hay una barrera que impide que puedan perdonarse y las ofensas repetidas provocan heridas que finalmente terminan por destruir o distanciar a la pareja.
“Afrontar estos problemas es de dos. Esto quiere decir que juntos deben buscar a Dios para que elimine de sus vidas estas ataduras llamadas orgullo y soberbia”, remarca Susana.
Claudia cree que las personas orgullosas solo son capaces de ver lo bueno que tienen y que consiguieron con su esfuerzo, pero son incapaces de asumir o reconocer sus defectos. Tampoco pueden dirigir la mirada hacia los otros para ver lo valioso que tienen, porque están encerrados en sí mismos.
“Una persona que se considera el centro de atención, es incapaz de buscar ayuda o de ver las actitudes positivas del otro. Todo esto hace que se vaya encerrando, aislando y alejando cada vez más de los otros”, asevera.

¡Cuidado con la desconfianza!
La actitud orgullosa genera resentimientos que se van acumulando y vuelven tensa las relaciones. “Muchas veces alguno de los cónyuges tiende a mentir porque no confía en la reacción del otro. ¡Cuidado con esto! Si no tienen la confianza de hablar abiertamente con su esposo, alguien no adecuado lo hará”, advierte Claudia.
Esa actitud negativa, indica la especialista, es heredada al nacer y se alimenta del medio ambiente en el que crecemos. El modelaje machista de los adultos que forma a las personas, el materialismo y una vida sin principios espirituales acentúan el orgullo en la vida de las personas.

Relaciones de pareja
Maricel explica que las relaciones de pareja se pueden dar por necesidad, admiración, capricho, soledad, costumbre o vanidad social. Lo que indican que en su mayoría no están ligadas por el verdadero sentimiento del amor, es porque el conjunto social ha decretado que las personas busquen más que un complemento afectivo, un medio de vida proporcionado por alguien que tenga estabilidad económica, sin importar la emocional.

Confusión de sentimientos
Es posible, acota, que algunas parejas se unan convencidas de un gran amor, porque también existe la ilusión y el idealismo, además de las pasiones desbordadas que son en esta última en las que más errores cometen los seres humanos a confundir este sentimiento con el amor.
“Lo que no podemos negar es que la atracción física, la sexual y lo emocional son un complemento ideal. Donde existen estas tres cosas puede haber un amor duradero”, dice.
A su vez, Susana remarca que el hombre es pecador por naturaleza y práctica. “Todos mantenemos en nuestro corazón la semilla del orgullo que hace que no podamos convivir en familia, pero Dios ha venido a darnos vida en abudancia, destruyendo el pecado en nosotros y dándonos la posibilidad de arrepentirnos e iniciar una nueva vida”, manifiesta.

¿Cómo afrontarlos?
El orgullo y la soberbia en cualquier relación afecta y puede destruir los lazos de amor. ¿Que hacer para evitarlos? ¿Las mujeres deben dar el primer paso para poder mantener la armonía del matrimonio? Susana considera que cualquiera de los dos pueden ayudar en su relación buscando consejería. “Dios es el único que puede caodyuvar a sacar el veneno destructivo del orgullo y la soberbia, pero existe otro elemento muy importante y es la humildad, pidiendo perdón. No es fácil pero todo es posible”, afirma.
De igual forma Claudia opina que el orgullo y la soberbia se pueden controlar entendiendo que nada se consigue, al ganar una discusión si se lastima al cónyuge. Es necesario adquirir una actitud de humildad para reconocer los errores, entender y aceptar que no siempre se tiene la razón, practicando el perdón, tanto para darlo como para recibirlo.
“El orgullo y la soberbia generan actitudes de intolerancia y por eso siempre están a la defensiva. Empero, el antídoto más eficaz contra estos problemas es una actitud de humildad”, dice.

Mal manejo
Parece mentira, dice Maricel, que el orgullo y la soberbia sean el producto de un matrimonio mal manejado, de una enemistad bajo un mismo techo cuyas raíces envuelven y dañan, sobre todo, a los hijos.
Es por esta razón, apunta Maricel, que las parejas que ya tienen un matrimonio deben trabajar en su inteligencia emocional, comprensión, aceptación y respeto.
Y aquellos que van a dar este paso deben evaluarse si están haciendo la elección correcta o si su sentimiento es tan fuerte como para pasar su vida al lado de la otra persona.

Definición

• La soberbia se puede definir como la pasión desenfrenada por uno mismo. Una actitud que consiste en la propia adoración, en la idolatría personal.

• El orgullo, en cambio, puede referirse al sentimiento valioso que se manifiesta por algo que uno hizo, como un trabajo o un esfuerzo. Sentir esto no es malo en sí mismo, pero cuando el reconocimiento es excesivo, el sentimiento resulta negativo. En Sicología se denomina “narcisismo” a la manifestación exagerada de estos síntomas.


¿Cómo afectan estos problemas a la pareja?
• Cuando no se aceptan los errores, se generan discusiones difíciles.

• Cuando no se acepta que el cónyuge puede tener razón, se lesiona su autoestima.

• Cuando no somos capaces de pedir perdón, se endurecen las relaciones.

• Cuando no podemos perdonar los errores del cónyuge, se generan resentimientos.

• Cuando asumimos una actitud de indiferencia con nuestro cónyuge, a relación tiende a enfriarse.

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