domingo, 4 de diciembre de 2011

Relación de pareja ¡Qué difícil es a veces entenderse!

Las diferencias que algunas personas experimentan en la relación con su familia, especialmente con la madre política y la comunicación con la pareja traen la imagen de las pugnas territoriales que vemos en algunos documentales del National Geographic. Sin duda entran en escena un sin número de complejidades y cada cual tiene su anécdota, sólo que los múltiples ejemplos, de sobra conocidos y compartidos en tertulias y confidencias, no nos acercan a una mejora sustancial de la calidad de vida. Refiriéndonos a la vida que queremos, a la que somos capaces de imaginar y que también es causa de desilusión cuando la comparamos con lo que tenemos.

¡Cuidado! La forma en que se aborda el tema puede contribuir a perpetuar la situación

Sabemos que la posibilidad de resolver una circunstancia no pasa precisamente por la recreación constante de la misma. Cuando comparto mi anécdota la perpetúo y reafirmo la realidad que supuestamente desearía cambiar; si además se añade el asentimiento de mi confidente, la encerrona emocional está asegurada; lo único que se obtiene es un sentimiento de impotencia ante la inexorable desgracia que nos ha caído en suerte. Ello equivale a encerrarse y tirar la llave por la ventana.

¿Qué nos une?

Sigamos pues por otro camino dirigiendo nuestra mirada hacia los territorios emocionales donde crece la relación de pareja y las dinámicas que genera en los seres queridos más allegados. La pareja nace gracias al enamoramiento, que como tal no incluye siempre el amor incondicional. Podríamos otorgarle, eso sí, la categoría de síndrome, de impulso reactivo, de compulsión, por suerte, temporal y de gran valor, puesto que su poder nos une, posibilitando que, vencidos en su arrebato, nos entreguemos al curso de la vida sin demasiada consciencia de lo que se está moviendo en las profundidades de nuestra propia personalidad. De permanecer en su ceguera y en su ritmo cardíaco seguramente moriríamos de infarto o permaneceríamos atrapados en la incapacidad de entrar con madurez en el amor adulto.

¿Qué ocurre cuando sobreviene la siguiente etapa?

Lo que le sigue es menos llamativo y más transformador. La vida en pareja, entendida como un proyecto común de transformación, evolución y crecimiento personal, nos impulsa hacia otro lugar en el que ya no es necesario luchar para dominar en la relación, o tener que defendernos de nada, entramos en un periodo de igualdad real. El espacio en la relación de pareja se convierte en un lugar seguro, en el que te puedes mover y relajar. No hace falta estar compitiendo constantemente. Nadie está por encima o por debajo de nadie. De la unión integradora de dos seres humanos diferentes, se obtienen una suma superior a la de sus valores como seres individuales.

En este momento desaparecen las luchas de poder, las descalificaciones o los reproches; y lo que yo no alcanzo ver, está muy claro para mi compañero/a de viaje. A partir de ese momento la relación empieza a enriquecerse y a crecer. Si no, pregúntate a ti mismo:

¿Te transformó la vida de pareja?

Nadie va a responder a esa pregunta negativamente; no se trata de ser más o menos feliz, esa es otra cuestión, sino, de aprender y evolucionar.

Esto está asegurado porque vivir en pareja es un acelerador de crecimiento que atañe e implica al sistema familiar de ambos, favoreciendo que

todos y cada uno experimenten, con intensidad, las reacciones que se derivan del roce y el trato entre sus miembros. Por esa razón, todo, absolutamente todo, desde lo que nos aflige hasta lo que nos proporciona alegría tiene que ver con algo que late en lo más profundo de nosotros mismos, aguardando el estímulo que lo active: ¿Lo que me enfada de ti? ¡Tiene que ver conmigo! ¿Lo que te molesta de mí? ¡Está en ti! ¿Lo que me complace de ti? ¡Está en mí!. Descubrir este efecto espejo en el otro, es la gran aventura que nos permite evolucionar y el reto para crecer juntos.

AMOR se escribe con mayúsculas

Y nos damos cuenta de la grandeza de su significado. Representa soltar el freno del discurso que conocemos desde la infancia, sobrecargado de reproches y atreverse a atravesar los límites que nos van a permitir ver más allá de la anécdota que perciben los sentidos. Nada que nos despierte una emoción nos es ajeno.

Éste es el amor que nos permite ver la anatomía de la fricción y lo que la alimenta, tomar la distancia necesaria que nos acerca a la sonrisa humilde y nos aleja del juicio de valor, de las expectativas, de las comparaciones, así como de las múltiples inquietudes que nos hunden en pantanos de tristeza y malestar. Es fácil, muy fácil, participar en dinámicas negativas validadas por tradiciones milenarias; tenemos los referentes y la iconografía popular a nuestra disposición permanentemente pero...

¿Y si decides escribir tu historia?

Sintiéndonos autores creativos, dibujantes de nuestra relación de pareja, de nuestro proyecto de familia, como padres, suegros, yernos, hijos, abuelos, nietos... si impregnamos nuestros pinceles con los colores de un amor sin condiciones, nos sorprenderemos por sus efectos. No se trata de cambiar el mundo, ni a los parientes, ni al barrio, se trata de algo mucho más sencillo, muy humilde, directo, efectivo e íntimo: mirar en nuestro interior aquello que vemos en los demás. Sea lo que sea habita en nosotros y es capaz de conectarnos con la fuerza que nos une, sin reservas, con el reconocimiento y la gratitud que abre los corazones al fluir de la vida.

Comunicarse la clave para una relación

La mayoría de los problemas entre las pareja pueden ser entendidos como problemas de comunicación, es frecuente creer que el otro debería saber lo que necesitamos aún sin que se lo digamos.

Mientras esta creencia o percepción persista estamos condenados a la

decepción, esperando algo que probablemente nunca llegará, pero no

por falta de comprensión de nuestra pareja, sino porque nunca se los pedimos adecuadamente.

Hay ciertas áreas que suelen ser puntos de conflicto, por lo cual es conveniente asegurarse de que se ha llegado a un acuerdo satisfactorio para ambos.

Éstas son: las relaciones con la familia allegada, los intereses individuales, el dinero y la sexualidad.

Si cada uno puede expresar sus deseos y preocupaciones abierta y honestamente muchos inconvenientes podrán ser resueltos.

Para esto es condición necesaria que ambas partes se escuchen y sean lo suficientemente flexibles como para aceptar el punto de vista del otro,

que no tiene porqué coincidir con el propio.

De lo contrario, lo único que se logrará es que la comunicación se deteriore y crezca incoscientemente los resentimientos.

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