Nadie lo reconocería en público. Avergüenza, lastima. En la era del sexo libre y maratónico, confesar que uno en la cama la pasa mal o que el deseo lo esquiva es poco menos que un papelón. La sensación de fallar allí donde todo el mundo parece ser exitoso no es fácil de asumir, y suele representar un dolor enorme para una pareja. Pero,... derribemos el mito: no es verdad que todo el mundo la pase bomba, y no es cierto que el disfrute del sexo sea algo al alcance de la mayoría.
Causas orgánicas, psicológicas y de situación pueden ser un obstáculo a la hora de llegar al orgasmo o de lograr una penetración. Pero... ¡buena noticias! Se pueden tratar, prevenir y erradicar de nuestras vidas.
Lo primero y principal es asumir que podemos pedir ayuda cuando el placer no llega, cuando el cuerpo lo impide o lo rechaza. Que podemos hablar sobre el tema con un ginecólogo o un especialista en sexualidad para despejar dudas o iniciar un tratamiento.
Las disfunciones sexuales en la mujer no suelen responder exclusivamente a causas físicas, pero hay enfermedades neurológicas o metabólicas que pueden producirlas. Hay problemas hormonales (como el hipotiroidismo), la diabetes avanzada o ciertas operaciones que pueden desencadenar un problema sexual. También la utilización de ciertos fármacos - como narcóticos, antidepresivos, antipsicóticos o medicamentos sedantes- pueden provocar la anorgasmia.
También hay causas psicológicas más profundas que operan contra el placer sexual. Hablamos de conflictos edípicos no resueltos, duelos, antecedentes de abusos sexuales, depresiones, personalidades obsesivas, ataques de pánico y hasta fobias sexuales.
A veces nos cuesta hablar con el ginecólogo de este tema, pero es importante saber que los problemas de alcoba tienen solución. Que la sexología ha avanzado mucho. Basta con derribar prejuicios y tabúes para mejorar tu vida sexual, ese derecho que nos ganamos con siglos de esfuerzo.
¿Y SI ES ÉL?
Pero también es importante que sepas que muchas veces son factores o situaciones muy subjetivas las que pueden privarte de sentir un orgasmo. Esto sucede porque las mujeres, a diferencia de los hombres, no siempre se excitan de la misma manera, ni con las mismas fantasías, ni con los mismos estímulos. Ante esta situación, la solución es buscar la forma de expresar tus deseos y necesidades a tu pareja, sin tabúes, guiándolo con palabras y gestos en lo que más placer te da o en el estímulo que está faltando.
Anomalía muy rara
Muchas mujeres conocen poco (y, a veces, mal) sus órganos sexuales y genitales, sus rincones más íntimos. Ni siquiera saben muy bien cómo nombrar el pubis y la vagina porque la cultura, hilvanada a lo largo de un sinfín de generaciones, se encargó de llenar algunas palabras de vergüenza y las privó hasta la posibilidad de llamar a las "cosas" por su nombre.
"Ahí abajo" es, todavía y para muchísimas mujeres, un territorio de ajenidad.
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