TESTIMONIO Aborté con la pastilla de misoprosol.
Era muy joven y tenía miedo de perder mis estudios y de que mis padres no me aceptaran en casa con un hijo.
Amaba mucho a mi pareja y él pensaba que lo mejor era que aborte, porque ambos estábamos estudiando en la universidad.
Los dos averiguamos dónde podíamos conseguir las pastillas. Nos dijeron que en Quillacollo vendían sin receta y compramos de una farmacia cerca de la plaza Bolívar.
Me puse las pastillas en mi casa, la propia farmacéutica me indicó y lo hice en la noche antes de dormir. Tenía mucho miedo. Antes de hacerlo lloré mucho porque temía que me pase algo y que mis padres se enteren del embarazo y del aborto. Días antes de ponerme las pastillas soñaba con mi bebé y ahora lo sigo haciendo. Ese día no dormí toda la noche porque sentía dolores, pero al día siguiente me levanté normal y vi que sangraba.
El sangrado duró unos dos o tres días y vi cómo el feto desecho era expulsado de mi cuerpo poco a poco. Esa imagen nunca se me borra de mi mente.
Al otro mes mi periodo me vino normal. Pero, desde ese día, nunca dejo de pensar en cómo hubiera sido mi bebé si hubiera nacido. Veo a los hijos de mis amigas y de mi familia y me deprimo mucho porque pienso en mi bebé.
Luego del aborto que tuve, no me volví a embarazar más porque mi pareja se cuida con preservativos.
Ahora ya salí profesional y siento que estoy preparada para tener una familia, pero todavía tengo mucho miedo de las consecuencias que me pueda traer el aborto en el tiempo de gestación y en la salud de mi bebé. Es mejor pensar bien antes de hacer las cosas.
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