Un nuevo colegio no sólo significa oportunidades en la vida de tu retoño. Si se hacen estos cambios con mucha frecuencia, también pueden generar problemas, pues continuamente él deberá buscar a sus pares para desenvolverse con tranquilidad y confianza.
Por lo general, los hijos de diplomáticos y militares son los que más cambian de escuela, por los destinos de sus padres. “Éstos son jóvenes que, o se adaptan con mucha facilidad o no se adaptan nunca”, señala la psicóloga Elizabeth Ordóñez.
La especialista explica que las personas necesitan —más aún las que están entre los 13 a 17 años— pertenecer a un grupo muy similar a ellas mismas para que sean sus pares. “Como consecuencia de los constantes cambios, estos adolescentes deben iniciar nuevamente la etapa de adaptación una y otra vez, y es más difícil para ellos tener que dejar a los amigos para hacer otros nuevos”, comenta. Por ello recomienda no hacer estos cambios a la ligera.
Cuando el que se va a cambiar de colegio es un niño pequeño, se le hará más fácil socializar. “Bastará con que la mamá envíe al niño a la escuela más arregladito o con algún juguete o alimento para compartir con el resto; esto evitará la discriminación y los de su clase lo aceptarán sin problema”, agrega Ordóñez.
Para que tu hijo se integre con mayor facilidad, trata de que visite el nuevo establecimiento antes del primer día de clases, así él sabrá mejor por dónde va a moverse. Además, si en el colegio anterior formaba parte de algún grupo especial, como la banda o el equipo de fútbol, trata de buscar una formación similar para que continúe forjando su talento y tenga algo en común con sus futuros nuevos amigos.
En la adolescencia se inician los grupos cerrados, en los que no se deja que otro joven ingrese. “El adolescente que esté llegando debe adecuarse muchas veces incluso a situaciones con las que no está de acuerdo”, dice Ordóñez. Por eso, es importante que tu hijo se deje guiar por sus afinidades, siempre fiel a su personalidad.
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