En nuestra cultura, muchos padres ubican a su bebé hasta muy grande en la misma pieza, sin tomar en cuenta que el niño a partir de los 2 a 3 años observa todo. Si el niño continúa durmiendo con sus padres, en el mismo cuarto, en especial después de los 3 años, los padres van perdiendo privacidad, están enfocados "día y noche" en el niño y corren el riesgo de deteriorar su vida sexual.
Factor cultural. Según Martha Heredia Asebey, psicóloga clínica educativa con especialidad en Terapia Familiar y Sistémica, el hecho de determinar que los niños duerman con los padres, hasta después de los dos años, en nuestro país, se da por un factor cultural; es decir, es una costumbre que la hemos ido repitiendo generación tras generación. También se da por problemas económicos, muchos padres no cuentan con una pieza independiente para el nuevo hijo. "Hay familias de escasos recursos que se ven obligadas a vivir en un solo cuarto con todos sus hijos", especificó.
Efectos en el niño. El niño necesita dormir un mayor número de horas en relación a una persona mayor, el ruido y la luz pueden evitar que el niño tenga un descanso placentero. "Además, en ocasiones el niño puede despertar en un momento en que sus padres tienen vida íntima y se asustan e interpretan el evento como una agresión entre la pareja", indicó Heredia.
Hasta cuándo y cómo. La primera etapa del desarrollo psicosocial del niño está comprendida desde el nacimiento hasta aproximadamente los 18 meses. "En estos primeros meses los bebés desarrollan un sentido de confianza con las personas y los objetos del mundo. Para que predomine la confianza es importante que exista, de los padres, el cuidado sensible, afectuoso y consistente. Por lo que hasta los dos años el niño puede dormir en la misma pieza que sus padres, pero en una cunita aparte. De esa manera, el niño dormirá en su propio espacio y los padres dormirán cómodamente, sin miedo a lastimar al bebé", manifestó la especialista.
Cuando se es soltero. En esta situación, indica Heredia, si el niño continúa durmiendo con “papá” o “mamá”, se da una relación de dependencia mutua, perjudicial para ambos. "Se supone que si es soltero, puede volver a formar pareja con un nuevo cónyuge y si el hijo continúa durmiendo con su padre o madre puede sentirse desplazado", explicó. Se dan casos donde la madre se siente “completa 100%” al vivir con su niño y evita conocer otras personas, esta es una carga muy pesada para el hijo, que cuando vaya creciendo necesitará sus propios amigos y su independencia, desarrollando un sentimiento de culpa, ya que escuchará con frecuencia decir a la madre "yo lo di todo por ti, y no lo reconoces".
"El niño debe tener su propio espacio a partir de los dos a tres años, considerando su personalidad"
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