Al arte de hablar sexy en la cama se le dice dirty
talk y son esas palabras calientes las que pueden hacer subir la
temperatura de cualquier encuentro. Es que así como una balada crea un
clima distinto del de un hit rockero, los sonidos que eliges hacen toda
la diferencia. Para comenzar, no es lo mismo un dirty breath que un
dirty talk. Cuando respiras sucio, casi no sabes lo que estás haciendo,
no piensas, simplemente te expresas con aire.
Sí, con aire.
El ritmo de tu respiración es el primer nivel de expresión sonora
erótica y es instintivo. Es algo que incluso las más tímidas hacen sin
darse cuenta. Puede ser tan poderoso como las palabras, solo que
prescinde totalmente de ellas. El dirty talk, en cambio, sí necesita de
tu voz. Ahí usas toda esa información hot que tienes sobre lo que te
gusta y lo que le gusta (o crees que le puede gustar) a tu pareja.
Puedes hacerlo con alguna intención en particular o simplemente dejarte
ir. Es hora de que abras los oídos y empieces a prestarle atención a
este recurso tan subestimado en la cama: el sonido.
Si tu nivel
de desinhibición en la pista es enorme, probablemente ya hayas
escandalizado al más liberal de tus vecinos y sepas de qué hablamos.
Pero si recién inicias, lo más difícil de hacer ruido es perder la
vergüenza y explorar. Solo se trata de presionar play y jugar.
¿Lo
excita que le hables como una nena o prefiere que le des órdenes?¿Le
gusta sentir que te arranca gemidos tímidamente o quiere que le grites a
los cuatro vientos el placer que te está haciendo sentir? ¿No lo sabes?
Bueno, la única manera de averiguarlo es probando. Si aún no te animas a
incorporar palabras, aprende a permitirle escuchar esa respiración
agitada, profunda o entrecortada que te pide tu cuerpo mientras están
juntos y fíjate cómo reacciona. Solemos vivir controlando cada rasgo de
nuestra animalidad, pero no conocer esa parte y no permitirle al otro
conocerla es un verdadero desperdicio. Cuando menos lo esperes, las
oraciones se van a escapar de tu boca. Y te vas a sorprender.
En
esta exploración no hace falta que te conviertas en el cliché de la
bebota ni que te aprendas el lenguaje de las dominatrices y se lo
sueltes en una noche. ¡Cuidado! es mejor ir despacio.
La
obviedad suele ser ridícula y poco sexy. La clave para no caer en ella
es que matices tu discurso, no solo de acuerdo con lo que funciona para
él, sino, fundamentalmente, con lo que funciona para vos. Si no te
conoces en este aspecto, el primer paso es aprender a escucharte. El
siguiente es excitarte mientras lo haces. Es curioso, pero en el dirty
talk no solo te enciende lo que te dicen, sino lo que vos misma dices y
cómo. Oír tu voz, tu tono, meterte en tu mambo y bailarlo como nadie es
lo que convierte la experiencia en algo delicioso. Por eso, si te van
las palabrotas, dale, pero si no es tu estilo, no lo fuerces. La idea es
que te vuelvas más ruidosa y extrovertida, pero no por eso menos
auténtica.
Como en toda conexión, encontrar los puntos de
coincidencia entre ustedes requiere tiempo. Rebobina y repiensa la
experiencia. Aprende a descubrir qué te sorprendió, qué lo sorprendió a
él, y pon tu atención en marcha.
Repasar en tu cabeza las cosas
que se dijeron y las reacciones que provocaron te servirá también para
conocerlo y conocerte más. Tal vez termines descubriendo que aunque
creías que iba a entusiasmarlo recrear el soundtrack de una porno
hardcore, finalmente solo bastaron algunos suspiros intensos. Tal vez,
sin querer, termines descubriendo en sus súplicas el increíble poder que
tienes sobre él. Abre los oídos y procesa la valiosísima información
que te aportó semejante intimidad.
Como cualquier experiencia de
desinhibición, solo se trata de practicar. Cuando identificas tus zonas
de confort y encuentras coincidencias con las de tu pareja, es mucho más
fácil avanzar, darle rienda suelta a la experiencia y empezar a
divertirte en serio. Como en la vida misma, solo se trata de que dejes
tus prejuicios de lado, no temas reírte de vos misma y animarte a
encontrar tu propia voz. Después, grítala o susúrrala, como más te
guste, pero no te olvides de dejársela oír.
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