Hijo o padre? es la pregunta frecuente que se hacen cuando se busca a alguien en cuya familia existe otra persona con el mismo nombre. Pero este no es el único percance, ya que llevar el nombre del padre, la madre o de algún familiar puede influir durante toda la vida del pequeño que empieza a vivir. Algunos afirman que incluso puede interferir en su destino ya que el nombre tiene un impacto muy potente sobre la mente. Para el psicólogo Willan Villagómez un nombre es un fuerte símbolo identificador de la personalidad, que puede impedir o impulsar a ser y crecer.
Un nombre que afecta la vida. El modelo del cual se toma el nombre va influir en la vida diaria del niño. “Los padres que legan el nombre es porque buscan que algo se transmita”, dice el profesional, y el psicoterapeuta Jorge Llano en una publicación del periódico digital El Mundo de España, explica que al llamar a un niño como a un familiar “se le invita a que ocupe el lugar del otro, porque un nombre tiene una historia y es muy posible que ese niño acabe identificándose con el destino de ese nombre". “Hay un narcisismo cuando se pone el nombre del papá al hijo, porque ahí el padre quiere clonarse, marcarle un destino a su hijo y empujarlo a que viva cosas que él no ha podido vivir", advierte.
Un nombre puede deprimir. Si el nombre pertenece a un fallecido, es posible que "te conviertas en un sarcófago porque llevas un muerto dentro que hace que el vivo se sienta un poco muerto", dice Llano, quien pone como ejemplo el caso de María del Carmen, con el mismo nombre de su hermana muerta, quien de niña iba al cementerio y se impresionaba al ver una tumba con su nombre y apellido. Hoy, a los 34 años, no le encuentra sentido a la vida, lleva dos intentos de suicidio. Y en caso que ya se tenga un nombre así, se debe tomar conciencia que ellos tienen capacidad para torcer el destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario