Cómo quisiera ser grande! es la típica frase de los preadolescentes. Pero, ¿por qué quieren ser grandes? "Entre las causas son los cambios de su cuerpo, la diferencia de género y los conflictos con los adultos", asegura Fanny Parrado Flores, psicóloga terapeuta de pareja y familia. "Es en esta fase evolutiva de la vida en la que se experimenta una serie de cambios físicos y psicológicos, de acuerdo a la personalidad, las circunstancias, surgen sentimientos de ansiedad e inseguridad frente a los cambios", explica.
Sienten frustración en relación a sus pares. Parrado indica que la primer causa -la diferencia etaria- se debe a que este proceso de cambio en las niñas ocurre más temprano, entre los 9 y los 12 años, y en los niños entre los 11 y los 14 años. "Es conflictivo y contradictorio, por un lado su cuerpo comienza de a poco a ser distinto al de los niñas, pero aún no alcanza su máximo desarrollo , y al compartir en el colegio con compañeros más desarrollados puede hacerlos sentir en desventaja", señala Parrado y subraya que ello afecta porque en esta etapa lo que más importa es la aceptación incondicional de su grupo.
Inconformidad con el desarrollo. La especialista señala que otro factor es la diferencia de género. "Como las mujeres se desarrollaron antes y en esta etapa surge la atracción por el sexo opuesto, los chicos experimentan frustración porque las chicas, directa o indirectamente, se alejan de los compañeritos, ya que los ven muy infantiles", indica.
"En esta situación se sienten frustrados porque no pueden conquistar a la niña de sus sueños, que está en su mismo grado, porque ella están suspirando por los chicos de la secundaria, que tampoco la miran porque es una chica de primaria o porque actúa muy impulsiva y a veces ella en afán de aparentar madurez se viste con ropa o maquillaje de adolescente y hasta presiona a sus padres a que acepten que ella vaya a actividades, como fiestas o salidas", comenta la especialista.
Los conflictos en la casa también los motivan a ser grandes. Otra situación que los lleva a desear ser grandes son los conflictos con los adultos, como ya ellos piensan distinto, más reflexivos, más autónomos, difieren con los mayores, comienzan a chocar en criterios, sienten que ya pueden tomar decisiones pero no deben, no están de acuerdo en muchas cosas y aunque lo manifiestan al final deben hacer lo que los padres les dicen, porque no tienen la madurez de aceptar las consecuencias de sus decisiones y estar en esta situación los angustia.
Parrado recomienda que lo fundamental como padres es comprender que es una etapa normal y con ella las complejidades; por lo tanto, se debe propiciar que compartan en esta etapa con sus grupos etarios para que si bien surjan estos sentimientos encontrados se acompañen, eviten saltarlos de curso o descuidar sus estudios para que no repitan varias veces el año, para que no se desubiquen al intercambiar actividades de acuerdo a la edad. Asimismo, aconseja estar atentos como una manera de saber qué piensan, qué actitudes tienen frente a cada circunstancia. Si bien las niñas se desarrollan más rápido, eso no quiere decir que los padres permitan que ellas utilicen ropa y maquillaje de adolescentes, siempre hay que ir ubicando a los hijos que todo tiene su tiempo y su edad.
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