Uno de los detonantes más frecuentes para que la relación comience a tambalear es el dinero, debido a la falta de claridad, organización y diálogo al respecto.
La vida matrimonial implica responsabilidad, compromiso, respeto, cariño, diálogo y una serie de elementos más que muchas veces al inicio fluyen perfectamente, pero luego algo pasa y las cosas cambian. Uno de los detonantes más frecuentes para que la relación comience a tambalear es el dinero y su manejo, ya que hoy en día se ha vuelto uno de los problemas más comunes por la falta de claridad, organización, sinceridad y diálogo al respecto.
De verdad que no es nada romántico hablar del tema dinero durante el noviazgo, es por eso que se evita abordar esta temática y ante la idea romántica del amor intentan hacer una separación con lo material; sin embargo, el dinero en lo posterior ocasiona dificultades en la relación de pareja que no se pueden resolver de forma mágica, sobre todo cuando intentan llegar a acuerdos acerca de las entradas, gastos y su distribución en general.
Por eso se debería hablar del dinero antes de la unión formal o legal de la pareja, y se debería de tratar continuamente durante toda la vida, para evitar que el silencio o la falta de diálogo al respecto generen diferencias irreconciliables.
Por lo general existen tres formas de comunicación con el dinero: por un lado una pugna permanente de poder y competencia, por otro lado la discreción absoluta de las cuentas de cada uno (donde lo mío es mío y lo tuyo es tuyo) y finalmente el consentimiento y el acuerdo de ambas partes.
Si vemos que ya existen problemas a causa de dinero en la pareja es necesario solucionarlos a la brevedad posible, no se puede ser unilateral o indiferente ante problemas que se pueden volver graves, sobre todo cuando provocan incomodidad o insatisfacción en alguno de los miembros de la pareja.
Ayuda mucho elaborar proyectos a corto, mediano y largo plazo en pareja y realizar una evaluación cada cierto tiempo para ver como se encaminan hacia los objetivos.
No olvidemos que el sentido de equipo debe primar. Una de las promesas al casarse es ¨lo que Dios unió que no lo separe el hombre”, se debería añadir, tampoco el dinero.
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