domingo, 20 de enero de 2013

“Ninis”, una generación en problemas

SOCIOLOGÍA | ¿HA ESCUCHADO HABLAR DE LOS “NINIS”?, SI NO LO HA HECHO, PRONTO LO HARÁ. USTED PUEDE TENER UN “NINI” EN SU CASA, CONOCER A ALGUNO, O INCLUSO SER UN “NINI”.

“Nini” es un término que empieza a escucharse cada vez más, los “Nini” tienen un espacio en Wikipedia, no en vano hay millones de ellos en todo el mundo y son objeto de sesudos debates sociológicos, y ya tienen hasta una página web dónde tratan de resolver sus problemas y comparten sus dudas e inquietudes (www.”Nini”.org). ¿Quiénes son los “Nini”?

La aceptación más común de “Nini” hace referencia al sector de la población mundial que en la actualidad no está trabajando ni estudiando (Ni estudia, Ni trabaja). Son jóvenes, mujeres y varones, que están prácticamente en el limbo, algunos porque quieren, otros porque no tienen otra opción. Se encuentran generalmente en el rango de los 16 a los 34 años. En el Reino Unido, la clasificación abarca a personas de entre 16 y 18 años (a los 16 años algunos todavía están en la edad de educación obligatoria). En Japón, la clasificación abarca a las personas de entre 15 y 34 años que están desempleados, solteros, no alistados en la escuela o encargándose de tareas domésticas, y que no están buscando trabajo o recibiendo la formación necesaria para el mismo.

El término “Nini” deriva del acrónimo inglés NEET, Not in Employment, Education or Training (Ni trabaja, ni estudia ni recibe formación), que fue utilizado por primera vez en el Reino Unido y que se ha extendido por todo el mundo, incluyendo a los laboriosos Japón, China y Corea del Sur.

El Dr. José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), país donde el fenómeno de los “Nini” aumenta alarmantemente, subraya la falta de oportunidades para los jóvenes y el riesgo que esto implica. Está comprobado que los “Nini” son presas fáciles de actividades delincuenciales (como las pandillas en Bolivia) y en el caso de México, sobre todo del narcotráfico. La idealización mediática del éxito fácil y a costa de cualquier valor, hace que muchos jóvenes crean que involucrarse con las organizaciones criminales es una manera de trascender socialmente. “Si seguimos confundiendo lo que es el éxito para una persona, si queremos pensar que alguien exitoso es aquel que en menos tiempo hace más dinero, estamos equivocándonos, y eso tiene que ver con el crimen organizado y con la búsqueda de salidas falsas que no llevan a ninguna parte”, dice Narro Robles. Su análisis resume la principal preocupación de los expertos que ven cómo este fenómeno aumenta en el mundo con consecuencias graves.

Según recientes informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cantidad de ninis asciende a 14 millones en todo el mundo, prácticamente el doble de la cifra que había hace un par de temporadas.

“Ninis” bolivianos

Muchos son los factores que pueden convertir a un joven en “Nini”: la falta de oportunidades laborales, la poca motivación, la deficiente educación escolar, la escasa orientación vocacional, y también el rol de los padres. El psicólogo boliviano Oscar Martínez, quien trabaja directamente con jóvenes en situación de riesgo, explica que el fenómeno de los “Nini” está muy relacionado con lo que en su momento se llamó Generación X, que también mostraba un alarmante grado de apatía y que surgió en la década del ’90. “De todos modos, en cuanto a identidad, es difícil decir si un joven es “Nini” o no porque no es una tribu urbana, aunque comparten algunos rasgos de algunas tribus como el "nomeimportismo". Sin embargo esta clasificación está dada más allá de factores circunstanciales como ser la desintegración familiar, desesperanza aprendida, violencia o maltrato infantil, sistemas educativos mediocres o un sistema social de valores contradictorios. Por ejemplo, en nuestro sistema educativo, se valora alcanzar resultados sin importar cómo.”

Para Martínez otro factor determinante para la aparición de “Ninis” bolivianos es la relación de dependencia entre padres e hijos que se da en nuestro país. “En cierta medida los bolivianos han atravesado etapas de crisis políticas, sociales y económicas muy difíciles, donde las únicas formas de supervivencia social residían en una fuerte cohesión grupal familiar. Sin afán de generalizar, los jóvenes en Bolivia no tienen ninguna aspiración a independizarse o viajar. Si el caso nos permite encontrar generalidades, podríamos decir que una mayoría, si no es matrimonio de por medio y a veces ni eso, ve como una deslealtad desprenderse de la madre o los hermanos. En ese caso, el joven racionaliza: no tengo trabajo, vivo con mis padres, ¿para qué buscar alquiler? Estudiar, ¿para qué estudiar si el mundo está lleno de licenciados?, etc. Es una problemática social multidimensional que dudo mucho se pueda arreglar a partir de soluciones individuales porque es estructural y las causas para que un joven Ni estudie Ni trabaje pueden ser muchas.”

Martínez asegura que es necesario que los padres analicen los niveles de dependencia con sus hijos para determinar su autonomía, “luego ver los intereses que los hijos tienen. Puede que fracasen varias veces, pero seguro que habrá algún interés que los encamine. Por último, aunque no menos importante, las escuelas deberían mostrar real y crudamente, sin idealizaciones, cómo funciona el sistema y cuáles son las consecuencias de tomar malas decisiones”.

Sin embargo, hay padres que no pueden identificar el nivel de dependencia que han creado con sus hijos porque es una rueda que se repite. Esto puede ser patológico y se hace evidente en cuanto a decisiones y sobreprotección. “Otra cosa que deben hacer los padres es evitar esa odiosa tendencia a comparar a sus hijos con los hijos de otros, es preferible que les den una identidad propia aunque sea conflictiva pero propia. Es muy inmovilizante para los jóvenes ser constantemente comparados con los hijos de los amigos, los primos, los tíos, etc.”, explica Oscar Martínez. El experto asegura que animar a los jóvenes a buscar actividades de voluntariado, que no impliquen una paga explicita, pero que les ayuden a valorarse emocionalmente y sobre todo a implantar en ellos la figura del compromiso con su comunidad/sociedad, grupo, etc., hace que valoren los esfuerzos que realicen, por pequeños que sean. “Voluntariados en actividades sociales, artes o deportes, funcionan muy bien para que los jóvenes se sientan integrados y puedan encontrar algún sentido a sus aptitudes personales, sin ser juzgados y sin sentir presión”. (Datos de Wikipedia, CNN, Excelsior, UNAM,OIT) .











Causas

• La población de jóvenes provenientes de familias con bajos ingresos, se ven obligados a abandonar la escuela a una edad más temprana por lo que se les dificulta más conseguir un empleo.

• Paternidad a temprana edad, principalmente a la edad de entre 15 y 19 años.

• Ocio.

• Falta de atención en el ámbito familiar.

• Problemas sociales.

• El no tener recursos económicos.

• El no querer estudiar.



“Ninis” en el mundo

En Europa la cifra crece a 34%. En 2007 un estudio afirmó que el 9,4% de los jóvenes de entre 16 y 18 años podían ser clasificados como NEET. Según los últimos datos de Eurostat hechos públicos el lunes 11 de junio de 2012 referidos a 2011, España es uno de los países de Europa con más jóvenes de 18 a 24 años que ni estudian ni trabajan, unos 800.000, alrededor de un 23,1%.

En América Latina, según el Informe Mundial sobre la Juventud de 2007, en 2004 entre el 18 y el 20% de los adolescentes de entre 15 y 19 años no estudiaban ni trabajaban.

En Argentina, según el Ministerio de Trabajo, 20% de los jóvenes de entre 14 y 24 años (más de un millón de personas) no estudian ni trabajan y 2 de cada 10 del total de 6 millones de argentinos de entre 15 y 24 años no tienen ganas de hacer nada.

En Uruguay, de acuerdo al programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, un 18% de jóvenes no estudia ni trabaja.

En Brasil es un 19%.

En Paraguay un 21%.

No hay datos sobre Bolivia.

En el Caribe el 21% de la población juvenil de entre

16 y 29 años, no estudia ni trabaja.

Según datos emitidos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) existen aproximadamente 7 millones de jóvenes en edad productiva que pertenecen a este sector.



¿Por qué “Nini”?

Marlene Cossío Rojas (*)

“Quiero eso y lo quiero ahora…, hago lo que quiero o lo que me da la gana…, yo me merezco todo…, yo no pedí venir al mundo, mis padres tienen la obligación de darme todo, que van a decir mis compañeros si no tengo esta marca de ropa…, estoy aquí para divertirme…”

Parecieran ser frases comunes en la boca de los niños y adolescentes de nuestro tiempo, es simplemente el resultado de lo que nuestra generación de padres ha criado, como diría Pilar Sordo: “somos la única generación que le tuvo miedo a sus padres y ahora le tiene miedo a sus hijos”.

Les hemos acostumbrado a llevar una vida fácil y cómoda, a menudo lindante con una vida egoísta y dependiente. Desde pequeños, los vemos tan vulnerables que los rodeamos de cuanta comodidad y seguridad nos permite nuestra economía, y bajo el lema “no quiero que a él le falte lo que a mi me faltó, o no quiero que el sufra lo que yo sufrí”, les privamos de aquello que precisamente nos hizo ser lo que somos y que nuestros padres por sabiduría o por las circunstancias de ese entonces nunca nos retacearon: La necesidad y el deseo de alcanzar cosas materiales, como oí citar a Fernando Cuperman: “A los jóvenes les quitamos los dos combustibles más poderosos para vivir, la necesidad y hasta el deseo”.

El tiempo nos va demostrando que el no haber sabido combinar esa comodidad con exigencia, esa seguridad con esfuerzo nos da como resultados hijos frágiles, con poca resistencia a la frustración y por si fuera poco con pocas aptitudes de superación.

Una de estas es la principal causa de la generación Nini, sobre todo en nuestro país donde aún es posible conseguir un trabajo y una forma de estudiar.

Es importante que nuestros hijos crezcan en todos los ámbitos de su ser, como diría Franco de Vita, debemos darnos cuenta que algunas cosas “no bastan”. Ayudarles a desarrollar resiliencia, es decir esa capacidad de superar y afrontar dificultades, enseñarles a desarrollar la voluntad, el sentido del compromiso, de la perseverancia, del logro de objetivos y metas recurriendo a la ayuda de los otros pero después de haber agotando los propios recursos.

Elena Roger Gamir, psicopedagoga española, compartió estos consejos que los padres de hijos pequeños o adolescentes pueden aplicar para criar a sus hijos

Trata a tu hijo como a la persona más importante del mundo, (palabras, tiempo, respeto, sinceridad) dale la certeza de tu amor y aceptación haga lo que haga, sin quitar que recrimines y corrijas siempre que sea necesario.

Enséñale autocontrol. Enséñale a acabar lo que empieza, a dilatar la gratificación, a controlar sus impulsos, maneja con él un vocabulario emocional, cuando el niño puede nombrar lo que le pasa (enojo, frustración, rabia) y un adulto le dice que entiende que se sienta así, empieza a manejar mejor esas reacciones.

Estimula su aprobación interna, que aprenda a reconocerse el mismo, en lugar de decirle: “estoy orgullosa por lo que hiciste”, puedes decirle “siéntete orgulloso por lo que hiciste”.

Sé un modelo de autocontrol para tu hijo, si estás en la cola y alguien se cuela, si conduciendo te pitan o te insultan, si tienes una dificultad en el trabajo, si tu hijo te reta a una lucha de poderes. Aprovecha las circunstancias de cada día para enseñar autocontrol.

Revisa si compras compulsivamente, si discutes con vehemencia, si te dejas llevar por tu estado de ánimo, si vives en son de queja, si no valoras la puntualidad, esos son detalles que se registran en las mentes de los hijos y van conformando su personalidad.

Dale responsabilidades además de estudiar y cumplir con sus tareas, reparte proporcionalmente las obligaciones en el hogar y no se las quite sin razón suficiente.

No corras cada vez que te llama, porque no siempre que te llama te necesita. De hecho, él necesita llorar, equivocarse y rectificar sin ayuda de sus padres, dale espacio y tiempo para aprender a superar por sí mismo sus problemas.

No cedas a sus caprichos y berrinches. Hay cosas que se pueden explicar y negociar y otras que simplemente se deben aceptar.

Quiérelo con tu tiempo, con tu presencia, con tu ánimo, con tu presencia y con tus palabras, sin evitarle que consiga cosas por sí mismo.

Enséñale a enfrentarse a la injusticia, a defender sus derechos respetando los de los demás, enséñale a mejorar la calidad del argumento en lugar de subir el tono de voz.

Enséñale deportividad, a jugar limpio. El deporte es una gran herramienta para fomentar el esfuerzo, la perseverancia y la superación de uno mismo.

Establece pocas normas, que sean claras al igual que sus consecuencias. Asegúrate que todos las conocen y se consecuente con ellas.

Fomenta el sentido del humor. Evita sobredimensionar los problemas con buen humor y alegría. Un padre o una madre divertidos y alegres son tan o más dignos de crédito que aquellos padres huraños y culpabilizadores.”



(*) Es Psicóloga y Comunicadora Social

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