Se mojan la ropa y no hay babero que les aguante. El exceso de saliva en los bebés puede ser muy molesto, pero no representa grandes problemas, ya que es un proceso normal que termina en algunos casos después del primer año.
Según explica el pediatra Antonio Espinoza, a partir del tercer mes de vida se activan las glándulas salivales de los bebés y ellos empiezan a babear en gran cantidad. "Este proceso se produce porque no tienen control de su sistema motor, no pueden tragar la saliva continuamente, ni mantener la boca cerrada para evitar que se escape, así que la expulsan en forma de baba", dice.
Los primeros dientes. El babeo se incrementa con el brote de los primeros dientes y suele detenerse cuando ya ha salido la mayoría de las piezas dentales. A veces los niños continúan babeando más allá del primer año porque no han completado su proceso de dentición, afirma el experto.
Si sobrepasa los límites. Si bien este proceso es normal, el pediatra aconseja en caso de que el babeo continúe excesivo después de los 20 meses de edad, comunicárselo de inmediato a su médico, pues en ese período se supone que los niños ya deben tener todos sus diente temporales y la persistencia del babeo pudiera ser señal de algún tipo de problema.
Se debe revisar al bebé porque hay otros factores que producen exceso de salivación y que no tienen nada que ver con la salida de los primeros dientes, según Espinoza. "Si no se realiza el aseo conveniente, pueden surgir complicaciones. También hay enfermedades más delicadas, como la faringitis, que incluye entre sus síntomas el exceso de saliva", añade.
Evite irritaciones. La excesiva salivación no genera molestias a los bebés, pero puede irritar la zona peribucal, provocando una dermatitis. "Por ello conviene que le seque la boca, el mentón y el cuello a menudo y que use un babero absorbente para impedir que toda su ropa se empape. Por la noche, coloque una toalla bajo la sábana para que la ropa no esté siempre mojada", enfatiza el experto.
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