Por lo general, cuando se da comienzo a una hermosa relación amorosa, después de unos meses vemos que no todo es color de rosas.
Pero luego van surgiendo las primeras peleas y como consecuencia de aquello empezamos a pensar que nos hemos equivocado al elegir al ser amado, por lo que en tono de decepción decimos "no era como yo pensaba", y claro que nadie es como pensamos, las personas somos como somos y no como los otros creen o se imaginan que somos, he ahí el primer error.
El segundo error que cometemos al iniciar una relación consiste en creer que el amor y la felicidad los hemos encontrado en esa persona de la cual nos hemos enamorado. El amor y la felicidad no tienen sexo ni cara ni cuerpo, por eso jamás debemos asociarlo a una persona, porque el amor es como el aire al cual no lo vemos pero lo sentimos en nuestro cuerpo, además no son otra cosa que sentimientos producidos por pensamientos positivos.
Un error que por lo general solemos cometer las personas es cuando nos sentimos atraídas o enamoradas por alguien, enseguida comenzamos a decirle a nuestra pareja mi amor, o tú eres el amor de mi vida, porque al confundir el concepto con el defecto estamos idealizando a la persona, para elevarla al plano perfecto, y resulta que cuando nos falla o traiciona nuestra confianza solemos decepcionarnos tanto que terminamos diciendo ya no creo en el amor, o sufrí mucho por eso ya no quiero volverme a enamorar. Y la cosa no es así. Porque el amor nunca falla, ni lastima, ni traiciona a nadie, somos nosotros los que fallamos al no ser coherentes con nuestros principios y compromisos.
Por eso repito que el amor y la felicidad no tienen sexo ni cara ni cuerpo. Las personas podemos contribuir a la felicidad de nuestra pareja con buenas acciones, creando emociones positivas y satisfactorias, o puede ser todo lo contrario.
Las primeras peleas que se dan en la pareja no son porque nos hayamos equivocado de persona al momento de elegirla, es un fenómeno natural de la vida que se da en todas las parejas, en las distintas sociedades del mundo y sin distinción de los niveles sociales y culturales.
A este fenómeno sentimental se le conoce como el proceso de adaptación del uno hacia el otro, y esta etapa de la vida tal vez sea una de las más difíciles de superar porque es algo así como la adolescencia conyugal, una etapa de transición en la que ambos nos estamos descubriendo como personas y como pareja; cada cual saca y muestra lo que trae en su equipaje personal, como costumbres, creencias virtudes y defectos, sus valores y antivalores, sus principios y caprichos.
Ese es nuestro equipaje personal, con él vamos por los caminos de la vida, del cual nadie quiere deshacerse y por eso se dan las peleas entre pareja, motivadas por la negación mutua de no despojarnos de algunas costumbres, gustos y caprichos que molestan e incomodan a nuestra pareja y viceversa. Nadie quiere perder es por eso no ceden, es ahí donde empieza la lucha por tener el control y el poder para imponerse sobre el otro.
Pero para poder encontrar la armonía y la paz, que nos conduzcan por los caminos de la eterna felicidad, hay que perder para ganar, o sea perder una discusión para salvar nuestra relación. Tomarnos un baño de humildad hasta limar nuestras asperezas como lima el carpintero su madera hasta dejarla suave y hermosa, con un acabado perfecto donde no queda vestigio de esa madera bruta que llegó a su taller en estado natural.
Cuando aprendemos a entender que el otro no es como nosotros y aceptamos nuestras diferencias como elementos de nuestra complementariedad. Entonces empezamos a vivir y empezamos a disfrutar el uno del otro, y ya no vemos a nuestra pareja como un desafío sino como un complemento mío.
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