Una vez un amigo sicólogo me dijo: “Los hombres genéticamente no están capacitados para tomar indirectas”. Y es que hablar de forma indirecta, es una especialidad femenina.
Los caballeros tienen una manera de comunicarse muy diferente a la nuestra. Cuando ellos quieren algo “van directo al grano” y lo piden sin rodeos, mientras que nosotras insinuamos lo que queremos, pero no lo pedimos directamente. Y una de las frustraciones más grandes de los hombres es cuando pretendemos que ellos nos lean la mente.
Por ejemplo, digamos que vas en el auto con tu pareja y de repente te dan deseos de tomar café y, en vez de pedirle que paren a comprar un cafecito, le dices: “Estoy cansada y soñolienta, el cuerpo me pide algo calientito”. Tu hombre pasa por varios sitios de café y no se detiene. Tú te incomodas y cuando él te pregunta qué te pasa, le dices que es muy desconsiderado por no parar a comprarte café. A lo que él responde sorprendido: “No soy adivino, si quieres café, ¡pídelo! ”.
Hablar de forma indirecta no funciona con los hombres. Si deseas que te lleve de vacaciones a New York en diciembre no hagas indirectas como: “Tan hermosa que es la Navidad en la Gran Manzana. Me encanta ver las decoraciones en la Quinta Avenida”. Ve al punto y pide: “Quiero que pasemos la Navidad en Nueva York”. O si quieres que le eche gasolina a tu auto no digas: “El tanque de mi carro está vacío”. Ve al grano y sin titubeos: “Por favor, échale gasolina a mi auto”.
Un hombre no se ofende o se molesta con tus demandas. Todo lo contrario, respeta aún más a una mujer que no tiene miedo a pedir lo que quiere. Además, una de las cosas que más disfrutan ellos es complacernos, ya que esto los hace sentir como héroes. ¡Qué muchos malentendidos se evitarían las parejas si las mujeres hablaran claro! Por eso, deja los rodeos, las insinuaciones o las pistas y ¡sé directa y ve al grano!
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