En la primera infancia el desarrollo es acelerado. En esta etapa todas las actividades cotidianas como el baño, cepillado de dientes, cambio de ropa, se tornan novedosas y se las puede transformar en momentos de diversión
Modelos: Rosario Hurtado y sus hijos Pedro Luis y Laura Andrea Baldomar y Lucía Belén y Daniel Antelo / Carolina Gutiérrez con sus hijas Mariana y Analía Tardío/ Veronica Ortiz de Franco y su hija Isabella/ Claudia Correa de Stoic con su hija Rebecca.
Fotos: Leo Ville y Lorena Otero de Petit Fotografía
Carolina Justiniano (35) y Juan Carlos Pérez (38) tienen tres hijos de tres, siete y nueve años. Ambos trabajan toda la semana y cuando llegan a la casa cuentan que están tan cansados de la jornada que apenas tienen tiempo para dedicárselo a sus hijos. Incluso a veces llegan y los encuentran ya dormidos y eso los hace sentir culpables.
“Aunque trato de dedicarles el poquito tiempo que me queda, le ayudo a hacer sus tareas y hasta juego con ellos, se que no es suficiente y siento que con su comportamiento, a veces rebelde, mis hijos están demandando mayor atención de parte de mi esposo y mía y eso me hace sentir que estoy fallando como madre”, dice Carolina.
Falta de tiempo
El caso de Isabel (28) todavía es un poco más complicado. Es divorciada y tiene una hija de ocho años y como ella además de trabajar, estudia, no le queda casi tiempo para atender las necesidades de su niña que queda al cuidado de una empleada. Muchas veces cuando llega a su casa está tan agotada que cae rendida y ni siquiera conversa y ni sabe qué hizo en todo el día su retoño porque ya está dormida. Esto ha provocado que su pequeña sea introvertida y que hasta tenga problemas de relacionamiento con sus compañeros.
“A veces pienso que tengo que dejar de estudiar porque me siento muy mal, aunque luego analizo y digo que todo lo que hago es para superarme y darle a mi hija un mejor futuro. Pero me preocupa ver que ella es una chica que no se expresa fácilmente, que para encerrada en su cuarto y que ni siquiera tiene amiguitas. Necesito que me ayuden y me digan qué puedo hacer”, comenta Isabel con lágrimas en los ojos.
Conciliar trabajo y familia
¿Se puede conciliar la vida familiar y laboral? Se le consultó a cinco varones y a cinco mujeres, quienes respondieron que es posible. A ello se sumó el criterio de que se trata de un detalle que necesariamente se debe enfrentar y que en este campo hay dos caminos inexcusables: la responsabilidad o la irresponsabilidad.
¿Y si ambos cónyuges trabajan? Aquí sí surge el problema del tiempo, donde se antepone la necesidad del empleo para el hogar por la de subsistencia, en el que el resultado puede ser la fatalidad de no acompañar el crecimiento de los hijos, indica la maestra María Rocío Lijerón, que se ve obligada a llevar a su pequeña, de tres años, a la escuela como su compañía, porque siente pena de dejarla en una guardería.
Frases como “tu papá no puede estar con vos porque está trabajando, o es imposible que tu mamá venga porque está cansada”, no deben transformarse en algo constante en la relación diaria, porque provoca efectos negativos, afirman los expertos
Casos de cada día
En toda problemática se hace preciso distribuir la responsabilidad entre el trabajo y la atención del hogar, sobre todo cuando hay hijos pequeños, pues no es lo mismo dejarlo al cuidado de una empleada doméstica que asistir sus necesidades y tenerlo en los propios brazos, comenta la señora Zoila de Gutiérrez.
Hay quienes prefieren dejar el empleo para dedicarse a sus hijos. Esa fue la situación que enfrentó Susy Roca cuando nació su primogénito. Tenía un buen puesto en una petrolera, pero el cariño hacia su pequeño fue mayor. En su casa se dedicó a realizar artesanías con gemas, piedras y semillas y hoy es una reconocida diseñadora de joyas jefe de sí misma, con todo el tiempo a su favor junto a sus retoños.
Cada cosa en su lugar
La sicopedagoga Ángela Callaú considera que esa conciliación se la puede lograr racionalizando el tiempo, es decir ocupando el espacio temporal para cada acción, donde el que corresponde al hogar tiene que ser dedicado plenamente a la pareja y a los hijos, nada de trabajo. O sea cada cosa en su lugar.
Dos etapas
Existen dos periodos en la vida del hijo que merece dedicación absoluta. Una es desde que nace hasta los seis años, esa etapa donde los padres “debemos moldear la personalidad de la criatura tomando en cuenta nuestra experiencia de lo que es el mundo, a fin de que ella se forme integralmente. Es una época muy hermosa en la que se debe dedicar toda nuestra atención hasta los mínimos detalles”, indica Dalia Muñoz, codirectora con Valeria Názer, de la guardería Valery Kids.
Somos padres, no amigos
Valeria Názer indica que de los seis años hacia adelante se une la protección maternal a la concesión de cierto grado de autonomía, años en los que se les debe fortalecer la autoestima, sin sofocarlos con excesivos controles.
“Es conveniente, creo yo, desterrar aquel concepto de padres-amigos. Los hijos tendrán muchos amigos, pero padres solo uno. Por lo tanto, no hay que confundir a los muchachos con eso de la amistad, de la que se habla solo para encubrir la culpabilidad de la falta de tiempo, porque se puede convertir en un puente a la falta de respeto”, agrega Valeria.
Calidad y cantidad
Dalia Muñoz es partidaria de darle cantidad de tiempo a los hijos, porque así se comparte más, ya que eso de que se debe dar calidad es únicamente para disimular las escasas ocasiones de estar juntos.
La sicóloga Tania María Buzzolaro, especialista en terapia sistémica, sostiene que si se trata del tiempo para dedicar a los hijos, cuanto más es mejor.
“Sin embargo, no siempre dedicar mucho tiempo significa tener resultados positivos en una relación. Para ser de calidad, el tiempo compartido debe aportar elementos que hagan que una relación sea cada vez más fuerte y positiva”.
Con ritmo acelerado
La historia real de la señora Carmen es un ejemplo de que eso de compartir el tiempo no siempre es color de rosa. Ella está pasando por momentos de gran ansiedad, porque trabaja durante todo el día y solamente está con sus niños desde las cinco de la tarde, cuando los recoge de la guardería, hasta las ocho y media de la noche, cuando se van a dormir.
Estos momentos son una locura, comenta ella. “Tengo que bañarlos, preparar la comida, arreglar un poco la casa y los dos hacen un total desastre, donde termino peleando y gritando hasta la hora de dormir. Recién entonces puedo comenzar a ordenar las cosas un poco. Me siento realmente agobiada y cansada”, dice con cierta tristeza.
Compartiendo por etapas
Para evitar que le ocurra a otros la situación de la señora Carmen, Tania plantea la importancia de compartir enseñando y divirtiéndose al mismo tiempo. Claro que es importante tomar en cuenta las edades y las etapas.
- Una de las formas de compartir con los hijos es a través de juegos y cuentos, porque así se le da un toque divertido a la formación.
- A través de los juegos los niños aprenden a socializar, competir, perder y ganar, compartir y es un excelente instrumento para pasar el tiempo juntos y educar simultáneamente.
- Los cuentos son una herramienta importantísima para enseñar valores y estrechar lazos. Todo esto debe estar relacionado con las diferentes etapas evolutivas de los niños (as) y las diferentes necesidades que estos presentan, en el momento de compartir con sus padres.
El tiempo es oro
En cualquier sentido, señalan los expertos, el tiempo es oro en el sentido de que la cantidad que se pase con los hijos sea tiempo aprovechado para fortalecer los lazos de afecto y de respeto entre padres y sus retoños. Plantean que las dificultades sean momentos de enseñanza para los padres y de aprendizaje para los hijos. Proponen disfrutar lo más posible de este tiempo todos los días.
Con la nueva realidad de vida de la gran mayoría de padres y madres que trabajan fuera, el tiempo para compartir con los hijos se torna escaso y a veces se transforma en momentos de tortura para padres e hijos
Por etapas
Actividades para los pequeños
Para los niños pequeños es importante crear un espacio donde tengan libertad para crear y jugar sin ser el espacio social de la familia. Delimitar el sitio donde ellos puedan jugar, desordenar, ensuciar, o pintar, pero que sepan respetar los espacios de los demás; ello también es parte de la formación. Pero no debe de ninguna manera ser un espacio que los aísle del resto de la familia, sino donde los padres también puedan compartir con ellos sus actividades. Por ejemplo, dice Tania, no hay que decirles “vayan a la sala de juegos y déjenos charlar tranquilos”.
Para los adolescentes
En la adolescencia los hijos se enfocan más en las relaciones con los pares. Prefieren hacer programas con los compañeros de colegio, amigos del fútbol, o simplemente quieren quedarse en casa jugando juegos en la computadora o escuchando música. Si bien es importante respetar su voluntad y darle espacios de soledad e independencia, también hay que crear situaciones para compartir con ellos como ir al cine, participar en las actividades del colegio, llevarlos y recogerlos de los lugares de encuentros, ir a la piscina, al gimnasio, ayudar en actividades hogareñas y otras más.
De uno a cinco años
Es importante, asegura la psicóloga Mónica Rivero, que los padres compartan su tiempo libre y ciertas actividades con sus hijos. Por ejemplo, con los niños de uno a cinco años pueden jugar, armar rompecabezas, dibujar y el fin de semana llevarlos al parque para que jueguen con arena, que tanto les gusta.
De seis a 12 años
Una de las actividades que pueden compartir con los hijos cuando están más grandes y entrando a la adolescencia es ir al cine a ver películas con buenas temáticas que puedan enseñarles algo para luego dialogar sobre la misma, claro sin dejar de lado aquellas con sus personajes favoritos.
De los 13 años en adelante
En esta etapa, agrega Mónica, los chicos están más pendiente de los amigos que de la relación con los padres, pero no por eso vamos a dejar de lado las actividades juntos. En este sentido aconseja, más que actividades recreativas, el diálogo, conversar, conocer a sus compañeros y escucharlos, sin dejar de ver películas en casa, preparar pipocas o incluso ir a algún balneario, llevando a alguno de sus amigos.
Las actividades diarias como cocinar, ordenar, o lavar, pueden transformarse en momentos para que los hijos compartan con sus padres, además podrán disfrutar juntos de emprendimientos conjuntos como recortar figuras, pegar, colorear, armar rompecabezas, juegos de construcción y otros que incluyen actividades físicas como andar en bicicletas o juegos de pelota.
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