Los escribanos de la plaza de Santo Domingo, en el corazón de la capital mexicana, han sido durante décadas el último recurso para muchos que, queriendo transmitir su amor por carta, no saben escribir o carecen de la inspiración del poeta.
Apenas quedan una decena de escribanos o “evangelistas” -como también se les conoce-, armados con sus viejas máquinas de escribir para salvar de la muerte a la carta de amor, guarecidos bajo los cielos del Centro Histórico capitalino, a pocos pasos de varios edificios históricos de la época colonial.
También ayudan a jóvenes estudiantes en sus trabajos, redactan currículos o leen cartas a personas iletradas que siguen recurriendo a ellos, aunque con menos frecuencia que antaño.
José Edid González es escribano desde hace 45 años, uno de los más antiguos del lugar; padece de artritis en las manos, pero eso no le quita las ganas e ilusión para “seguir sirviendo a la sociedad”, según confesó a EFE.
Cada día se va apagando el negocio, porque ya no hay tanto analfabetismo -quedan seis millones de analfabetos en México, un 5,31% de la población- y la gente ya no recurre a sus conocimientos poéticos, lamenta.
Los escribanos conviven en los portales de Santo Domingo con pequeñas imprentas y con falsificadores que solucionan la vida a más de uno mediante la impresión de facturas o certificados “a medida”. Los clientes que recurren a los artistas de la máquina de escribir son, principalmente, gente madura.
“Nos buscan para redactar cartas a sus familiares y para llenar documentos oficiales”. Los invidentes también acuden a ellos. Hay quien se acerca con cierta timidez para pedir precio, y se sienta en una de las dos sillas al frente del escritorio del profesional.
El trabajo más caro es pasar a máquina una tesis o investigación y hacer de corrector de estilo. Por lo general, cobran desde los 150 hasta los 800 pesos (de 12 a 66 dólares) y tardan entre una semana y un mes en entregar el trabajo, según su extensión.
Los poemas, las cartas de amor y las estrofas de canciones -algo que a González le gusta hacer- se cobran más baratos: entre 50 y 80 pesos (de cuatro a 6,5 dólares).
El escribano rememora con nostalgia, orgullo y alegría, sus primeros días en el negocio, cuando la alta demanda de aquella época le exigía vivir en uno de los edificios del corredor donde trabajan.
Datos del oficio
# Aptitud Para dedicarse al oficio se necesitan “cualidades éticas y morales”, así como conocimientos generales de gramática, ortografía y cultura.
# Modernidad La nueva era de la tecnología como los mensajes por internet no les preocupa, pertrechados como están en su experiencia para elaborar un currículo o escribir un poema.
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