lunes, 14 de marzo de 2011

La ciencia del amor y el desamor

Cómo olvidar las mariposas en el estómago de una primera cita… O la cantidad de cosas aburridas que estoicamente se han soportado por la persona amada… o ir a ver "Sex and the City 2" son un par de ejemplos, pero seguramente usted ya recordó algunos propios.

¿Y qué tal cuando descubrió que su pareja estaba interesado (a) en otra persona? Los efectos del alcohol se sentían todavía 48 horas después, ¿cierto? ¿Y cuando le dijeron: "no eres tú, soy yo"? ¿Cuántos kilos perdió? ¿Con qué maquiavélico plan coqueteó para vengarse? Son reacciones naturales en esas circunstancias. Pero, ¿por qué nos comportamos de esa manera? ¿Qué pasa en nuestro cuerpo en esos momentos? ¿Es algo social y contemporáneo? ¿O se trata de un proceso biológico ancestral?

Enamorarse apasionadamente es algo que va mucho más allá de un sentimiento. No se trata únicamente de un instinto básico, es un proceso cognitivo, intelectual y sofisticado", afirma Stephanie Ortigue, neuropsicóloga de la Universidad de Syracuse, en Estados Unidos.

Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers, sostiene que en la atracción romántica actúan tres factores: el impulso sexual, los sentimientos de apego profundo y el amor romántico, que se manifiestan con "unas ansias intensas de lograr una conexión emocional que va más allá de una relación sexual, una fuerte motivación para conquistar a la persona que te atrae y que se convierte en obsesión".

Una cuestión de pura química

Generalmente la persona se enamora de alguien que se parece a sí mismo, que comparte su religión, valores e intereses, que tiene un nivel educativo y socioeconómico.

La antropóloga Helen Fisher sostiene que hay cuatro "personalidades biológicas" que determinan por qué unas personas se sienten atraídas a otras.

La primera incluye a gente que tiene altos niveles de dopamina, que se caracteriza por ser creativa, curiosa, energética, espontánea y flexible. Estos se sienten atraídos por quienes poseen las mismas particularidades.

La segunda está integrada por aquellos que son sociables, tranquilos, ordenados, meticulosos, prudentes, tradicionales, que siguen las reglas y respetan la autoridad, lo que indica que poseen mucha serotonina. Ellos se fijarán en individuos que exhiban los mismos rasgos.

En las últimas dos, en las que predominan elevadas cantidades de testosterona o de estrógeno, ocurre lo contrario. Al primer grupo se le identifica porque son directos, decisivos, tercos, analíticos, escépticos y buenos con los números. Al segundo por ser idealistas, emotivos, intuitivos, dulces, fácil de tratar y buenos para comunicarse con los demás. Así, quienes tienen mucha testosterona buscarán a quienes tienen mucho estrógeno. Y viceversa.

La clave del éxito en pareja

Según la neuropsicóloga Stephanie Ortigue, el área del cerebro que se encuentra sobre la oreja izquierda juega un papel crucial en el proceso de enamoramiento, pues allí se forma la imagen que la persona tiene de sí misma.

"Si alguien tiene baja autoestima probablemente terminará envuelta en relaciones amorosas negativas. Por eso, quienes se quejan de no poder encontrar a su �media naranja� deberían trabajar para mejorar lo que creen de sí mismas".

La psicóloga también dice que el éxito de una relación amorosa tiene mucho que ver con la conexión íntima –no sexual necesariamente- y personal que se comparte.

"Cuando sientes que tu pareja te complementa y te hace ser una mejor persona, el amor crece. Pero en el momento en que crees que ya no puedes aprender más de él/ella, o piensas que ya sabes todo lo que tiene que ver con ese individuo, pierdes interés".

Y eso puede conducir a la infidelidad. "Buscas entonces a alguien que empiece a preguntar cosas interesantes de ti y viceversa. Te sientes atraído hacia esa persona, pero es un truco de tu cerebro porque en realidad tu motivación es seguir creciendo personalmente", indica Ortigue.

Si las cosas no salen bien...

La rabia, el dolor y el aislamiento se apoderan del individuo cuándo se siente traicionado porque pierde una parte de sí mismo.

"Fuimos diseñados para establecer lazos y es muy hiriente que estos se rompan porque la persona en quien confiaste y en quien creíste te falló", dice John Cacioppo, de la Universidad de Chicago en EEUU, quien durante 20 años ha estudiado los efectos de la soledad.

Es entonces que en el cerebro se activan las áreas del dolor, y las mismas zonas involucradas en el dolor físico se manifiestan cuando la persona experimenta dolor emocional o social.

"Cuando la persona se siente sola –física o emocionalmente- se deprime, sufre de insomnio, se estresa, puede experimentar un aumento en su presión sanguínea y afectar su sistema inmunológico. En el largo plazo puede incluso afectar su capacidad cognitiva".

El proceso es similar cuando las personas son rechazadas o cuando se separan. Estudios realizados sobre el tema indican que las mismas áreas del cerebro que se activan cuando la persona se enamora, y que generan adicción y ansias desesperadas de estar con alguien, muestran actividad.

Esto quiere decir que, además del dolor que genera la situación, el sujeto sigue sintiendo una fijación por quien no le corresponde.

De las cavernas al siglo XXI



Todos estos procesos mentales y emocionales ocurren inconscientemente. Los síntomas que la gente experimenta obedecen a que el cerebro se pone en estado de alerta porque se siente amenazado.

"Para nuestros ancestros, el peligro estaba en que solos no podían sobrevivir al ataque de depredadores en la noche, por ejemplo. El cerebro desarrolló sistemas de protección como la imposibilidad de dormir corrido y profundo. Estos mecanismos permanecen en el cerebro en la actualidad, sólo que se activan por otras razones, como la soledad", afirma Cacioppo.

Helen Fisher coincide con el concepto de "tiempo evolutivo". "El proceso mental que se activa cuando una persona se enamora es extremadamente poderoso, evolucionó hace millones de años y es importante porque permite que el individuo concentre sus energías en la pareja de apareamiento más conveniente".

La antropóloga señala que la prueba de que nuestro comportamiento actual es como el de nuestros ancestros es que las áreas que se activan cuando una persona se siente atraída hacia otra están debajo de la corteza cerebral más reciente que desarrolló el ser humano y es una de las más profundas en el cerebro.

Ambos especialistas señalan que, además, los procesos que han estudiado y les han permitido llegar a estas conclusiones están presentes en otros mamíferos.

Después de todo esto, al parecer en el tema del amor hay mucha más ciencia de lo que se piensa.

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