A casi todos los niños les encantan los dulces, después de todo ¿A quién no?. Chicles, chupetes, chocolates, gomitas en fin.... Comer un caramelo o paleta de vez en cuando no es nocivo ni para los pequeños ni para los adultos. Lo malo es que los pequeños no son capaces de comerse solo una golosina, y después de la primera quieren la segunda, y luego la tercera... hasta que se terminan la bolsa completa o convierten esto en un hábito diario que lógicamente perjudica su salud por varios motivos.
Según estudios internacionales recientes la población infantil consume cinco veces más golosinas que hace 20 años. Sin duda a estas alturas también está más comprobado que este tipo de alimentos no contribuyen a la salud de los menores, además que es importante considerar que es la infancia la edad ideal para fomentar sanos hábitos alimenticios, por esto es un tema que no debe descuidar con sus hijos.
BALANCE. Se sabe que el cuerpo de un niño necesita consumir hidratos de carbono (que producen azúcar) hasta que estos representen el 50% del total de nutrientes que consume diariamente, explica la pediatra Mónica Morales "El problema aparece cuando se consumen de manera desordenada. Hay un mecanismo de regulación del apetito que se llama la hipoglicemia, que nos genera la sensación de hambre en la mañana y en la tarde. Los dulces elevan los niveles de azúcar en la sangre hasta lograr un grado de glicemia considerado normal, con lo que se anula la sensación de apetito. Si un niño consume bizcochos, chocolates, galletas y todo tipo de dulces en la mañana, es lo más normal que a la hora del almuerzo no tenga hambre. Puede que no varíe su peso pero estará privándose de otros nutrientes que su cuerpo necesita, como las proteínas, grasas, minerales y vitaminas", recalca.
OTROS PROBLEMAS. Por otro lado, está demostrado que el comer golosinas también favorece la aparición de caries, explica la profesional "Cualquier producto que contiene azúcar en su composición aunado a una deficiente higiene bucal, facilita la proliferación de bacterias que deterioran la dentadura", firma. Las golosinas; asimismo, aportan calorías vacías (sin nutrientes ni vitaminas) y por eso favorecen la obesidad.
LAS MEJORES MEDIDAS. Los dulces están por todas partes, por lo que a veces se hace difícil tratar de borrarlos de sus vidas. Pero si usted los puede restringir, disminuyendo su consumo entre comidas y distrayéndolos con otras actividades. No se los dé como premio por comerse el almuerzo; le estaría formando la idea de que la comida es lo malo y el dulce lo bueno.
Procure no comer golosinas delante de él. Si lo ve comiéndolas, lo inducirá a consumirlas a él también. Dígale que, después de comer dulces, deberá lavarse los dientes, y si no está en casa, enjuagarse la boca con agua. Con el paso del tiempo acabará considerando esta costumbre como un hábito más de su higiene personal.
Explíquele a los niños que los dulces son para merienda o postre, no deben ser la base de la alimentación, porque no tienen todos los nutrientes que necesitan para crecer y ser fuertes.
TRATE DE NO DARLE
Dulces pegajosos a su niño y si no puede asegúrese que se cepille los dientes.
EVITE
Darle a su niño una golosina como parte de un premio por lo que haga.
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