domingo, 4 de septiembre de 2011

“MI NIÑA TUVO SU PERIODO CUANDO TENÍA SIETE AÑOS”

Tiene 8 años y 5 meses, pero Carla (nombre cambiado) ya parece una adolescente de 12. Es alta y robusta. A su corta edad ya tiene los senos un tanto pronunciados y usa desodorante para combatir el olor axilar.

Carla es una niña que tiene adolescencia precoz, una enfermedad que hace 9 meses fue diagnosticada por la endocrinóloga y pediatra Susana Rodríguez Veltzé, luego de que su madre acudió a ella tras observar que el calzoncito de la pequeña tenía manchas de sangre.

La madre de la niña jamás imaginó que la gordura de Carla, el crecimiento acelerado, no sólo de su talla sino de sus senos, y la aparición del vello púbico no era nada más y nada menos signos de que ella ya estaba en la etapa de la adolescencia, a pesar de tener un poco más de siete.

Antes de que la diagnostiquen, la madre creía que por el tamaño que tenía su niña sería a futuro una mujer alta, apesar de que ella y el padre de la menor son de estatura relativamente baja.

Cuenta que una noche, cuando le ponía el pijama, observó que el calzoncito de la niña estaba manchado de sangre. “Yo no creí que se trataba de su primera menstruación sino producto de algún golpe, porque a ninguna de mi familia le había ocurrido esto. Todas, en promedio, menstruamos a los 11 y 12 años, pero jamás a los siete”, dice la madre al recordar ese momento.

Relata que antes de acudir a la especialista fue donde el pediatra Rolando Pinto, quien apenas al revisarla dijo que el caso debía ser atendido por un endocrinólogo, por lo que la derivó a Rodríguez.

Para confirmar la adolescencia precoz de Carla, la profesional ordenó una serie de exámenes, entre ellos un análisis completo de sangre, ecografía de la zona ovárica y una radiografía de la mano.

Rodríguez asegura que la radiografía de la mano permite determinar la edad ósea, o lo que es lo mismo, el grado de desarrollo de sus huesos.

Todos los exámenes confirmaron que Carla tenía adolescencia precoz, pero ningún otro problema más severo como en algunos otros casos se presentaron (tumores, por ejemplo).

“Nunca antes escuché de esta enfermedad, por eso fue difícil creer que mi pequeña, a tan corta edad, podía menstruar”, agrega la madre de la pequeña y recuerda que también le sorprendió que su niña ya tenía vellos en el pubis, además de olor en las axilas, elementos que deben llamar la atención de los padres de mujeres menores de 8 años.

Carla todavía no entiende qué es lo que le está pasando. La especialista asegura que con el tratamiento realizado, hasta ahora, fue posible que la pequeña siga sintiéndose niña, así como cualquiera de sus compañeras de curso.

“La doctora le explicó que aquello que le había sucedido era algo que a todas las mujeres les ocurre en algún momento de su vida, por lo que no debía asustarse”, recuerda la progenitora y añade que Rodríguez le pidió actuar con su hija con normalidad para evitar susceptibilidad en Carla.

Con tratamiento frenó la menstruación

Para que Carla gane un poco más de estatura y frene la menstruación por un tiempo, la endocrinóloga Susana Rodríguez Veltzé sugirió a la madre iniciar un tratamiento.

Es así que le recomendó tres inyectables de Decapeptyl , fármaco que debía recibir la niña uno cada tres meses.

El costo de cada inyectable fluctúa entre 600 y 700 dólares (entre Bs 4.200 a 4.900).

“No me importó el precio, compré el producto y le hice inyectar en los tiempos que la doctora me indicó”, dice la mamá de Carla y comenta que con ese tratamiento su hija dejó de menstruar y también ganó un poco más de estatura. Hasta ahora, la madre de la pequeña ya gastó casi 2 mil dólares sólo en los inyectables.

“Con este tratamiento, mi pequeña está bien, ahora me resta una nueva consulta para ver qué es lo que sigue”, dice.

Agrega que la especialista inicialmente le dijo que tres dosis serían suficientes y que la menor estaría por un buen tiempo sin menstruar.

“Sin embargo, escuché que en otros casos, incluso, han utilizado el medicamento por más de un año. No me importa si tengo que erogar más dinero, porque mi hijita está bien y ya se olvidó de aquella primera vez cuando tuvo que usar paños higiénicos”, dice la mujer al lamentar que conoce casos en los que los padres de las niñas con similar enfermedad no pueden hacer el tratamiento por el alto costo.

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