Para subir a la Luna y bajar a la Tierra, nada mejor que romper la rutina en la cama. ¡Llegó el momento de jugar con los afrodisíacos! El término proviene de la diosa del amor, Venus, una divinidad asociada a la fecundidad. Quizás, por eso, parece que afecta a tanto hombres como mujeres. Ahora, ¿funcionan realmente?
“Podríamos llamar afrodisíacos a cualquier sustancia que estimule el placer sexual. Por eso, muchos actúan por la similitud en el aspecto físico que tienen con otro elemento. Es el caso de las ostras”, explica el médico sexólogo Enrique De Rosa.
“Una banana con su forma fálica puede excitarme y como la misma es rica en potasio y vitamina B, sustancias necesarias para la producción de hormonas sexuales, esto puede contribuir a incrementar mi performance sexual”, exhibe María Bernarda Romero, psicóloga clínica especializada en sexualidad humana. Por un lado, está el efecto psicológicos y, por otro, el efecto químico real. “El poder sugestivo juega un papel muy importante: cualquier sustancia o actividad que ratonea puede despertar el deseo amoroso. Si pienso que tal o cual alimento me va a da vigor y energía sexual, seguro que lo hará”, continúa.
Es así como muchas sustancias pueden funcionar como afrodisíacos. “El órgano más importante en la sexualidad humana es el cerebro –asegura De Rosa–. Es por eso que, en general, el mayor efecto se produce por la sugestión, aunque también algunas sustancias tengan un efecto químico real”.
Muchas de las sustancias consideradas afrosidisíacas tienen componentes en común, como las vitaminas A, B, C, E y minerales, esenciales para una buena salud y una sexualidad sana. Sin embargo, “no podemos asegurar el grado de eficacia de las plantas y las comidas afrodisíacas porque en la mayoría de los casos se trata de efectos psicológicos”, expone Romero.
“Hay drogas que pueden actuar por acción directa y química, pero la sugestión juega un papel fundamental. Los afrodisíacos son un estímulo para la sexualidad cotidiana”, agrega De Rosa. “En las investigaciones más recientes se está empezando a investigar la oxitocina (una hormona relacionada a la sexualidad) y su relación con el sentimiento de apego a nivel químico”, detalla.
Hay quienes usan caramelos para excitar al otro o se untan el cuerpo con dulces sabrosos para que el amante puede acariciarlo con la lengua y saborearlo. La idea es llevar la creatividad hasta el techo y vivir la sexualidad sin límites. “El gran poder de los afrodisíacos es que, al creer en ellos, se deshacen los bloqueos. Cuando se abre camino a la autosugestión, se levantan las barreras que impiden el disfrute sexual en su plenitud”, suma De Rosa.
Los afrodisíacos más comunes son los mariscos, las ostras, el jengibre o el chocolate. “El aroma y la textura del chocolate puede provocar que las endorfinas se nos disparen y es beneficioso para todo el sistema cardiovascular. Y si a esto le sumamos que hoy en día se elaboran bombones de chocolates con formas de genitales masculinos y femeninos, el conjunto puede potenciar su efecto aunque por si solo un chocolate no incremente el vigor sexual”, detalla Romero.
Para De Rosa, “la estimulación puede servirle a uno para mejorar física o químicamente y esa mejoría se traslada al deseo sexual. Y si uno se relaja, la situación se disfruta mucho. El afrodisíaco es una invitación a gozar sin culpa”.
Probar hasta dar con el ideal
“Con mis pacientes trato que sean más sensoriales. Hablo con ellos para que encuentren qué modalidad les gusta más y los acompaño en su decisión. A los más racionales, les puede resultar más cómoda una pastilla, pero a otros los puede beneficiar jugar con los aromas, los perfumes y los masajes. En los masajes con aceites se liberan ciertas hormonas, pero si a la pareja no le gusta y prefiere el champagne con ostras, bienvenido sea. Lo importante es que lo que elijan funcione para poder disfrutar de la sexualidad”, explica De Rosa.
Romero recomienda “todas aquellas sustancias nutritivas que hacen bien a la salud: frutas frescas, algunas especias como el jengibre, comidas no muy copiosas, nueces ‘para el amor’, tomar vino en forma moderada, baños y masajes aromatizados con jazmín o rosas y una buena compañía”.
“Se trata de probar, de empezar a investigar en pareja y encontrar qué los estimula y genera expectativas para que los miedos se disuelvan. Con los afrodisíacos empieza el juego erótico, la confianza aumenta y se dan los permisos necesarios para disfrutar. Pero no sirve cualquier cosa”, agrega De Rosa.
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