Los daños por la violencia psicológica son tan importantes y peligrosos como los de la violencia física. La violencia, el maltrato, el acoso, la manipulación producen un desgaste en la persona que la deja incapacitada, paralizada para defenderse.
En caso de violencia psicológica, el maltratador o maltratadora puede manipular a su víctima para que llegue a creer que todo son exageraciones suyas que tiene la culpa de lo que sucede. Lo mismo suele hacer con su entorno, de manera que todo el mundo opine que es una excelente persona (cónyuge, compañer@ o amig@) y que la otra persona se queja por quejarse.
Puede estar o no acompañada de agresión física en sus etapas posteriores, pero en general la violencia psicológica es la que primero se instaura, donde la víctima se siente intimidada e invadida en su espacio vital e íntimo, confusa y deprimida sin saber por qué.
Encontramos en la violencia psicológica todo tipo de amenazas, insultos, humillaciones tanto en público como en privado, gritos y comentarios burlones y poco respetuosos donde luego se acusa a la víctima de no tener sentido del humor, o no saber bromear, en ocasiones mostrando delante de todos como es de buena persona, que se preocupa y donde el objetivo real es llevar a minimizar y perjudicar a la persona. Todo esto acompañado por comportamientos donde la víctima se siente intimidada y observada.
Insultos, comparaciones para descalificar, el tono de voz duro y desagradable, un volumen alto con el ejemplo clásico de los chillidos y gritos, la mirada fija, la risa sarcástica. Estos signos van provocando malestar interno y profundo.
Cuando estos sentimientos de insatisfacción, menosprecio y frustración son prolongados, encontramos personas que llegan a tener problemas de autoestima y dificultades no solo a nivel de pareja, sino a nivel social, emocional y profesional.
El maltrato psicológico, por sutil e insospechado que sea, siempre deja secuelas provocando, según distintos estudios, el desarrollo de personalidades adictivas, psicóticas o violentas.
Desde la posición de víctima, a veces es difícil detectar el padecimiento de violencia psicológica, porque en estas situaciones a menudo desarrollamos mecanismos psicológicos que ocultan la realidad cuando resulta excesivamente desagradable.
Nuestros mecanismos de defensa tienen la finalidad de preservarnos de la angustia y el hecho de aceptar que somos víctimas de una situación reiterada de maltrato psicológico, probablemente por parte de una persona a quien estimamos, supone una enorme carga de angustia que no es fácil digerir. Por eso nuestra mente niega la situación en que nos encontramos, aprendemos a negar y a intelectualizar la violencia de la que somos víctimas, buscando justificación para la actitud del agresor, para la actitud de quienes admiten o colaboran con su violencia y buscamos casos similares en nuestro entorno para comparar el nuestro y llegar a la conclusión de que no es una situación anómala, sino común y corriente e, incluso, de que hay situaciones muchísimo peores que la nuestra.
Y otras veces recurrimos a culparnos de lo que sucede buscando en nuestras actitudes pasadas y presentes el motivo del maltrato. Recorremos una a una nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras acciones y nuestros resultados, para localizar la causa de la violencia que, según entendemos, hemos provocado.
Si esto te sucede, ya tienes un indicio clarísimo de que eres una víctima de la violencia psicológica.
Ahora que lo sabes, sabes también que tienes que actuar. Y que no estas sol@. Que has dado los primeros pasos al tomar conciencia de tu situación y al identificar la agresión de la que eres objeto por el agresor o los agresores, lo que sigue es pedir ayuda psicológica.
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